¿Cuándo dejó la política de servir al ciudadano?

Desde pequeño siempre he escuchado aquello de "a la política se llega para servir, no para mandar", y me resulta muy curioso ver como son los propios políticos de nuestro país los que parecen tener más que olvidada esta frase.

En los últimos años hemos visto como su día a día, de cara al gran público, se limitaba a un intercambio constante de descalificativos que buscaban minimizar y ridiculizar al adversario político; un "y tú más" constante que servía para dar una patada adelante a los problemas y no hacer aquello que se supone que es su trabajo: hacer política.

Sentarse, hablar y llegar a acuerdos que en muchos casos son lógicos, porque comparten un puno de vista común, se convierte en una odisea. Ya no digamos nada de hablar con aquellas personas con posiciones antagónicas en temas de cierta trascendencia (el caso catalán es el mejor ejemplo). Pero mientras todo eso ocurre los damnificados somos los de siempre: las personas con problemas de dependencia a la espera de una ayuda, los que se mueven en cercanías y se quedan tirados cada dos por tres o los que a duras penas pueden pagar el alquilar de su piso.

Llevamos años de presupuestos prorrogados en el Gobierno central, y en comunidades como Catalunya, que no permiten afrontar aquellas necesidades que demanda la población. Eso sí, cada vez que hay una campaña se llenan la boca de "los problemas reales de la gente". Aunque a muchos de ellos los acaban contradiciendo sus actos: acciones que demuestran que no están en política para servir; en todo caso lo que hacen es servirse de la política en busca de una realización personal.