Contaminación electromagnética: "Es necesario actuar cuando algo afecta a nuestra salud"

Dicen que el covid-19 puede estar agravado por la contaminación atmosférica, aunque esto es una teoría que debe ser establecida con protocolos de medida y vigilancia que permitan objetivar el qué y el cuánto.

La Agencia europea del medioambiente concluye en su Report 21/2019: "Disponemos de evidencia suficiente para apoyar políticas de mejora para el medio ambiente, salud y bienestar". La falta de (más) conocimiento no debe ser usado para justificar la no-acción.

Sin embargo la contaminación electromagnética, definida como “forma de energía” y regulada desde 2001 (RD 1066/2001), no dispone de protocolos para controlar ni registrar las emisiones en espacios públicos o ambientes laborales ni domésticos, cada vez más afectados ante la despreocupación general y la desidia de los departamentos de salud de todas las administraciones.

Desconocemos de qué manera está aumentando; la contaminación siempre aumenta mientras no se le pone remedio, tampoco se estudia si tiene o no relación con las enfermedades que van apareciendo en las últimas décadas.

El informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona 'Efectes en la salut dels camps electromagnètics' (2019) , propone entre otros: 1. Elaborar un mapa de fuentes de emisión electromagnética. 2. Elaborar un mapa de medidas para disponer de los valores de exposición.

Nada se ha hecho, olvidando el art. 12.2 de la Ley de Salud Pública 33/2011: "La vigilancia de salud pública tomará en cuenta [...] Los riesgos ambientales y sus efectos en la salud, incluida la presencia de los agentes contaminantes en el medio ambiente, así como el impacto potencial en la salud de la exposición a emisiones electromagnéticas".

Deberíamos hablar de ello; pero el silencio se impone. ¿Quién es el responsable?