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"Las conductas machistas están tan arraigadas en la sociedad que muchas pasan desapercibidas"

Unas visitantes, cerveza en mano, en el Oktoberfest de Taybeh (Palestina)

Unas visitantes, cerveza en mano, en el Oktoberfest de Taybeh (Palestina) / Abbas Momani (AFP)

Vivimos en una sociedad donde las conductas machistas están tan arraigadas que muchas de ellas pasan desapercibidas.

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Como mujer, ¿por qué tengo que aguantar que un desconocido me diga una grosería por la calle y, si le contesto, se encare conmigo? O ¿por qué tengo que aguantar que un hombre fije su mirada en mi pecho mientras mantenemos una conversación? O ¿por qué tengo que aguantar que un jefe me diga que, si me pinto los labios de rojo, distraigo?

Son actitudes abominables que todavía sufrimos muchas mujeres a diario.

Estamos rodeadas: somos cuestionadas si alcanzamos un determinado puesto profesional, somos cuestionadas si vestimos de una manera poco 'femenina', o si nos cortamos el pelo como los chicos, aunque si un hombre se deja el pelo largo no se cuestiona su masculinidad. Por no hablar de los micromachismos que se viven en los restaurantes, que creo que no dejan de ser un fiel reflejo de lo que una sociedad marca. Es indignante que si voy con mi marido a cenar y pedimos una cerveza y un vino, el vino me lo pongan a mí. ¿Las mujeres no podemos beber cerveza? O, si pedimos carne y pescado, el pescado me lo ponen a mí. ¿Las mujeres no podemos comer carne? O, lo mejor, si yo, mujer, pido la cuenta, se la dejan a mi marido. Pero, si la he pedido yo, ¿qué problema hay? ¿Las mujeres no ponemos pagar una cuenta?

En fin, todavía nos queda mucho camino por recorrer.

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