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"Muchos accidentes de tráfico pueden ser debidos a una insuficiente formación"

Vehículo en el que viajaba el hombre de 75 años que falleció en un siniestro de la C-16 en Cercs, el martes.

Vehículo en el que viajaba el hombre de 75 años que falleció en un siniestro de la C-16 en Cercs, el martes. / EL PERIÓDICO

Cuando hablamos un idioma extranjero (o el nuestro propio), cometemos múltiples errores, pues aprender una lengua es muy complejo. Imaginemos que, una vez obtenido nuestro certificado de nivel, a cada error que cometiésemos nos sometieran a un test de alcoholemia para determinar si se debe al consumo de alcohol. Lógicamente, nos parecería ridículo, ya que sabemos que muchos de las incorrecciones no van a tener que ver con la sustancia ingerida.

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Sin embargo, esta explicación parece aceptarse sin problema cuando se trata de los accidentes de tráfico. Se hace un test de alcoholemia o drogas y, si el implicado da positivo, ya parece determinada la causa del siniestro. No se me malentienda, el consumo de alcohol u otras drogas, así como ciertas conductas individuales al volante, incrementa enormemente las probabilidades de verse involucrados en un accidente y, en mi humilde opinión, no tiene sentido permitir tasas distintas a 0 (como tampoco lo tiene el establecimiento de diferencias en virtud del tipo de conductor). Es más, considero que quienes incumplen esa prohibición deberían ser desprovistos de su carné de conducir (menos a favor estoy de la sanción económica, que no incrementa la seguridad del tráfico y es regresiva en términos de renta).

Volviendo a la analogía con la que inicié esta carta, creo que es conveniente cambiar nuestro esquema mental y considerar que muchos accidentes de circulación pueden ser debidos a una insuficiente formación, de la misma forma que muchos errores del hablante de idiomas, aunque haya ingerido determinadas sustancias, se siguen debiendo a un deficiente dominio de la lengua. La diferencia es que en la carretera, por lo general, los errores se pagan muy caro. Por ello, me pregunto si no interesaría adelantar el esfuerzo económico de la sociedad a la fase formativa, con el propósito de reducir el correspondiente a la fase indemnizatoria, ya que esta se acompaña, normalmente, de auténticos dramas sociales y familiares.

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