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Comprar libros

Expositor de una librería de Manlleu (Osona) en un día de Sant Jordi.

Expositor de una librería de Manlleu (Osona) en un día de Sant Jordi. / JOSEP GARCIA

JORDI QUEROL

En las librerías no hay ni el ruido ni el estrés reinante en otros comercios, por eso, su sosiego nos permite analizar los libros con tranquilidad. En otras tiendas, esa paz especial desaparece ya que impera el murmullo de múltiples conversaciones. En las librerías uno reflexiona consigo mismo, por eso hay más silencios. Hojeamos los libros que nos atraen y, después, o bien nos los quedamos, o los colocamos otra vez en su lugar de origen. En ese primer contacto leemos algunos párrafos, constatamos sus medidas, el diseño de la portada, su volumen, su peso, y la calidad del papel.

Muchos prefieren comprar libros a través de su ordenador. Seguramente, porque ya tienen suficiente información sobre ellos o, simplemente, porque se les antoja adquirirlos a la cuatro de la madrugada cuando todo el mundo, incluso los libros, están reposando. Al comprar por internet, uno se pierde el contacto aludido al comienzo: una especie de ligue inicial con aquellos libros que, en pocos días, se pueden convertir en íntimos amigos.

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