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Cómo hablar... del conflicto de Catalunya

Roger Torrent y Quim Torra.

Roger Torrent y Quim Torra. / POOL/EFE

Julián Arroyo Pomeda

"Cómo hablar". Tomo prestado el título de una canción de Amaral para referirme a la cuestión catalana. Rajoy y Torra tienen que hablar, pero lo harán con las espadas en alto y alerta siempre. ¿Cómo hablar así?

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A Quim Torra se le ha acusado de muchas cosas, pero no podrá achacársele falta de claridad en la proclamación de lo que piensa, ni en el empleo de la mínima diplomacia para disimular cualquier concesión. Los desencuentros son antiguos, pero la toma de posesión severa y sobria de Torra los acaban de acentuar. Me pregunto por qué se escandalizan tanto los más. La situación no se ha normalizado. El talismán del 155 ha sido un fracaso. Además, al Gobierno del Estado le quema en las manos y quiere soltarlo cuanto antes, porque teme que los vascos no cederán en su exigencia.

El nuevo president Torra promete el cargo sin disimulos. Ni el Rey, ni la Constitución están presentes. El Gobierno de la nación, menos aún. Por el contrario, su simbología ha sido una senyera, la medalla que identifica al president, que no se la ha puesto, porque su cargo es transitorio y es otro quien debe hacerlo, aunque sí ostentó el lazo amarillo. Le acompañaba su familia y prometió ser fiel "a la voluntad del pueblo de Catalunya". Estaba en una mesa la Virgen de Montserrat y Sant Jordi en un tapiz. Todo duró menos de tres minutos, ¿para qué más?

El Gobierno dice que declinó asistir porque le impusieron la delegación que querían desde la Generalitat. Se trata de un acto "formal", dice el ministro Catalá, echando balones fuera; lo importante es que trabajen juntos ambos gobiernos, mientras que el portavoz parlamentario del partido gobernante deja caer que podrían invalidarlo. Claro que el 155 sigue vigente y todo el poder está en el Gobierno del Estado, que no ha movido un dedo, tampoco ahora, con lo que le costó ponerlo en práctica. Lo hizo tarde y mal. Se lo quitará de encima de la misma manera, aunque queda el diálogo como solución.

La situación sigue igual, si no peor; el ambiente está enrarecido y Torra da el primer paso, pidiendo a Rajoy una reunión para dialogar sobre un conflicto político. Lo hace sin concesiones ni límites en circunstancias excepcionales. Defenderá el proyecto del uno de octubre pasado, que avalaron los ciudadanos mayoritariamente. La posición es contundente. ¿Cómo hablar en tales condiciones? El Gobierno dirá y esperemos que no sea con tanques, especialmente después de la probable participación en el gobierno de Torra de los consejeros encarcelados y exiliados.

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