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"Los centros de educación secundaria deben prevenir y combatir la homofobia"

Inicio del curso escolar en un instituto de Barcelona.

Inicio del curso escolar en un instituto de Barcelona. / FERRAN SENDRA

"Maricón" es un término desaparecido en esta sociedad tan moderna y progresista. O una palabra utilizada diariamente por muchos de los estudiantes que cursan la ESO, y que se sigue utilizando para ridiculizar, avergonzar y acosar a personas que, en muchos casos, no han definido su sexualidad. Más bien la segunda.

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El informe publicado el pasado año, realizado por el Ministerio de Igualdad, concluye que en más del 50,9% de los centros donde se imparte la Educación Secundaria Obligatoria se han dado situaciones de 'bullying'. Según el mismo estudio, un 74% del alumnado se declara heterosexual, y del porcentaje restante, el 7% ha recibido insultos por su orientación sexual; un porcentaje que se eleva hasta el 17% entre el alumnado transexual y al 15% en personas gais, todos ellos casos estrechamente ligados con su orientación sexual.

Muchos centros ocultan estos casos, reforzando los roles del agresor, que no recibe consecuencias, y la indefensión de la víctima, que suele estar aislada. Según un informe de COGAM (Asociación de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales de Madrid), el 80% de los adolescentes que han sufrido este tipo de acoso no han recibido ayuda ni apoyo del centro educativo.

La homofobia en la ESO no solo afecta a quienes la sufren, sino también a su entorno, lo que impacta negativamente en su salud mental y rendimiento académico. Las víctimas pueden sentir miedo, ansiedad, depresión y aislamiento, lo que provoca bajo rendimiento, absentismo y, en algunos casos, abandono escolar.

Es fundamental que los centros tomen medidas para prevenir y combatir la homofobia. Esto implica formar al profesorado en diversidad sexual, aplicar políticas inclusivas y establecer protocolos de actuación ante el acoso. Además, es importante fomentar espacios seguros para el alumnado LGTBI+, donde compartir experiencias y sentirse apoyado. Solo así avanzaremos hacia una sociedad más justa, donde la diversidad sea respetada y valorada como riqueza cultural.

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