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Carta de un lector: "Cazar a los Rubiales"

Luis Rubiales besa a Aitana Bonmatí tras la final del Mundial.

Luis Rubiales besa a Aitana Bonmatí tras la final del Mundial. / Chris Putnam / ZUMA Press Wire / EUROPA PRESS

Adrià Huertas Vidal

Una fiesta de empresa. Todos muy contentos por haber conseguido un objetivo en equipo. Se te acerca tu jefe y con la emoción del festejo te pide “un piquito”. Quédate ahí, no hace falta ir más allá y debatir si fue o no consentido.

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Jenni Hermoso es una víctima de una agresión sexual y decirlo es el primer paso para combatir este tipo de actuación. Lo comienza a ser ya en el momento en el que Rubiales le hace la proposición y se consuma la agresión cuando se realiza la acción. Incluso si ella no se considerara como víctima, en el momento que declaró que el beso no fue consentido por su parte le da esa condición social. Más todavía si en las imágenes se ve claramente como es el presidente de la Federación Española de Fútbol quien agarra con las dos manos la cara de la jugadora para proporcionarle el beso.

Jenni Hermoso es víctima de una agresión sexual y los jugadores y las jugadoras que no condenan tal acto y no se posicionan al lado de la víctima son igual de cómplices. Hecho que hace que Hermoso haya sido doblemente agredida, primero por el agresor (Rubiales) y después por el silencio de sus compañeros y compañeras de profesión, un silencio que ampara la agresión.

Sí, Rubiales, hay una cacería contra ti. Contra ti y contra todos los hombres que como tú aprovechan una situación de poder para agredir a la mujer, ya sea social, sexual o profesionalmente.

El beso no consentido de Rubiales a Hermoso representa de qué forma sobrevive el machismo en este país. De puertas para fuera, todo es igualitario, todos apoyamos el fútbol femenino, aunque sea solo cuando tienen que llenar un Camp Nou o ganar un Mundial. Pero de puertas para adentro, este país de Arévalos, Osbornes, Motos y Rubiales sigue aprovechándose de cada situación para ir pidiendo “piquitos”.

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