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"Si Catalunya fuera independiente, se empobrecería notablemente"

Imagen de una manifestación independentista, en Barcelona.

Imagen de una manifestación independentista, en Barcelona. / AFP / GERARD JULIEN

Si Catalunya fuera independiente se empobrecería notablemente. El paraíso republicano que han comprado muchos de los partidarios de la secesión, partiendo de una falsa ilusión construida deliberadamente con mentiras y retorcidas interpretaciones de hechos históricos y de cálculos sesgados de reparto de beneficios impositivos territoriales, tomando los datos y los periodos desfavorables, sin computar los beneficios a largo plazo.

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Nadie saca a colación la inversión que supuso la Olimpíada en Barcelona del 1992. Lo que significó en recursos de todo el Estado español. Por supuesto que beneficiaba a todos, pero directamente a Barcelona y Catalunya en primer lugar, y por extensión a toda España, de la que formaba parte.

La desintegración de lo que conforma España sería catastrófica para todos. No solo huirían las empresas multinacionales, sino también los talentos que la hacen funcionar. El sentimiento nacionalista es excluyente. Es un signo de debilidad, un intento de defender intereses económicos detrás de identidades construidas en la lengua y derechos perdidos que nunca se tuvieron. Nunca se ha disfrutado de más libertad cultural, política y económica que en estos últimas décadas. El sentimiento de orfandad que solemos padecer en algún momento, más agudo en unos que en otros, parece hermanar muchas gentes nobles de sentimiento, con otras resentidas y vocación vengativa, alrededor de un líder sin créditos suficiente para representarlos a todos.

Los que albergan un sentimiento de permanencia catalanista sano, natural, no se cierran en fronteras. Son competitivos y abiertos, aceptan otras culturas, como signo de evolución producto de la globalización. Cooperan de igual a igual. No piden preferencia para ocupar cargos públicos o subvenciones y prebendas, ponen su sello catalán a lo universal. Los que gozan de reconocimiento merecido más allá de Catalunya, sean científicos, escritores, artistas, empresarios, etc., se sienten y proclaman que son catalanes pero no apoyan los intentos ni las ideas secesionistas.

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