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Caso Johnson & Johnson: La responsabilidad social de la industria farmacéutica

Bodegón de productos de higiene de la marca Johnson & Johnson.

Bodegón de productos de higiene de la marca Johnson & Johnson.

Javier Ruiz Moreno

Un juez del estado de Oklahoma, Estados Unidos, acaba de condenar a la industria farmacéutica Johnson & Johnson a pagar 515 millones de euros por propulsar la epidemia de opioides en ese Estado. Un extenso y detallado artículo de Ricardo Mir de Francia en EL PERIÓDICO informa muy bien al respecto y, también, acerca del problema social que conlleva en Estados Unidos esa epidemia. Cabe señalar que la sentencia tiene lugar al no conformarse Johnson & Johnson con un acuerdo extrajudicial -le hubiera reportado una menor cuantía de pago-, a diferencia de otras industrias farmacéuticas que sí aceptaron ese tipo de acuerdo.

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Hay que aceptar, por lo obvio, que cualquier industria farmacéutica requiere que ocurran enfermedades para poder vender sus productos, por lo que a mayor número de enfermedades, mayor número de fármacos vendidos. ¿Es socialmente responsable este fenómeno? Parece obvio que sí. Lo mismo sucede con la industria bélica: a mayor número de guerras, mayor es asimismo el número de armas vendidas, siendo también probablemente ético este fenómeno cuando de defenderse se trata o cuando fuera lícita la guerra. Es decir, hay industrias que existen solo porque existe algún tipo de mal, como, por ejemplo, la enfermedad.

Por responsabilidad social, las industrias farmacéuticas deben satisfacer las demandas de la sociedad fabricando tantos fármacos como requeridos sean y sea quien sea el financiador. Sin embargo, también por esa misma responsabilidad, las industrias farmacéuticas no deben incurrir a ese tan viejo como perverso concepto de la economía que es la demanda inducida (introducida ya en economía de la salud por M. Shain y M. Roemer en 1959): cuando un proveedor, actuando como agente del consumidor, provoca un consumo superior al necesario, por tener el proveedor un mayor nivel de información que el consumidor (asimetría de información) y usarla en beneficio propio.

Esto es lo que encierra, en síntesis, la condena a Johnson & Johnson, lo cual se agrava, claro, cuando de lo que se trata es de calmar con opiáceos el dolor de los ciudadanos.

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