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Carta para mi tieta querida, María Rodríguez Prados

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Querida tieta Maria: Te escribo desde tu piso de Santa Coloma, y se me hace rarísimo entrar y no verte. Todavía siento tu olor en las estancias, y veo tus retratos, tu ropa... tantas fotos he sacado de aquí para guardarlas siempre conmigo, imágenes de toda una vida que me remiten a otros recuerdos que me contabas: cuando, como su hermana mayor, peinabas a mi padre, cuando en el Carnaval las monjas te pegaron por ir disfrazada y no volviste más a ese colegio, cuando ibais al baile y conociste a mi tío Manuel y le esperaste años hasta que volvió del campo de concentración, los años de exilio en Francia y vuestra vuelta posterior a Barcelona...

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Siempre tenías miedo a los truenos y a los días de lluvia, te recordaban a las bombas que caían en la azotea de casa de la yaya, en el Clot. Por eso, la noche que te ingresaron en el hospital yo no pude ni dormir pensando que la lluvia y los truenos podrían asustarte. Recuerdo que intentamos protegerte, que no salieras nada de casa durante el confinamiento. Y no saliste, pero, aun así, te contagiaste seguramente cuando te caíste en tu casa y llamamos a esa ambulancia.

Ha sido muy duro despedirte por videollamada, pero estábamos también contagiados, así que no podíamos ir al hospital. Perdónanos, para todos fue tristísimo. Te agradezco el amor y cariño que siempre nos diste a todos los sobrinos. Jamás olvidaré los veranos en la playa de Calafell con vosotros, los días en los que os compraba helados, los inviernos en la chimenea de la torre. Tuve una infancia feliz gracias a que pasamos juntos muchos fines de semana y meses estivales. Mi madre, mis hermanos, tu sobrino de Francia Carlos y yo éramos toda la familia que te quedaba, pero te llevaremos siempre en nuestro corazón. Sigues con nosotros, y ahora ya no sufres. Quizá no estés sola, ojalá estés con mi padre y los yayos, mi tía Lola y el tío Manuel. Siempre con nosotros, tieta, siempre te querremos mucho. Jamás te olvidaremos y te llevaremos siempre en nuestra alma. DEP.

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