Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

Carta de una profesora: "No se puede confiar toda la educación de los niños a sus padres"

Estudiantes de segundo de la ESO asisten a un taller dedicado a la violencia machista, en el instituto Ramón Berenguer IV de Santa Coloma, el pasado curso escolar.

Estudiantes de segundo de la ESO asisten a un taller dedicado a la violencia machista, en el instituto Ramón Berenguer IV de Santa Coloma, el pasado curso escolar. / RICARD FADRIQUE

Según la web de Vox, el 'pin parental' es una solicitud que se dirige a los directores de los centros educativos -de infantil a bachillerato- para que informen previamente mediante una autorización a las familias de los estudiantes sobre cualquier actividad complementaria que aborde cuestiones morales o sobre la sexualidad que puedan afectar a la intimidad de los hijos. Serán, por lo tanto, los padres, quienes analizarán lo útil de dichas actividades y que, a su vez, autorizarán la asistencia a la formación.

Entretodos

¿Qué opinas de la polémica en torno a la censura parental?

Envíanos tu opinión sobre el llamado 'pin parental'

¿Desde cuándo se les autoriza a los padres a dar su aprobación a una actividad de un centro educativo? Creo que ningún docente debe callarse ante la situación. Como docente de lengua, opino que hay que respetar las fronteras entre los centros y las familias. Cada una se encarga de aspectos distintos de la educación de los jóvenes, y por ende no debería haber conflictos.

Por fundamental que sea la educación que un niño recibe de sus padres, no se le puede confiar toda, que muchas veces evita abordar temas que, por una razón u otra, forman parte de nuestro entorno. Estoy convencida de que un centro educativo debe educar a los alumnos a una realidad cada vez más cambiante y, a la cual no hay que mirar con desconfianza. De ahí que sea justo hablar de inmigración, violencia de género, feminismo o sexualidad en las aulas, puesto que dichas tres realidades pertenecen a lo que vivimos hoy en día.

Sin duda alguna, esto no refleja la voluntad del alumnado, que quizá quiere ser consciente de lo que le espera; estarán satisfechos quienes quieren devolver a las familias su rol educativo de primer plan, quitándoles a las escuelas o institutos el papel de formadores de conciencias y educadores.

Confío en que los futuros docentes que, como yo, se formaron en la interculturalidad y en la abertura de los tabúes de la sociedad, sepan -y sepamos- dar a nuestros alumnos algo que vaya más allá de una simple conjugación verbal aprendida de memoria, como quizá les sigue gustando a los padres.

Participaciones de loslectores

Másdebates