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Carta a mi nieto recién nacido: "Hoy el mundo ya es mejor contigo aquí"

El recién nacido Ibai se agarra, con su robusta mano derecha, al dedo índice izquierdo de su abuelo Andoni Zubizarreta.

El recién nacido Ibai se agarra, con su robusta mano derecha, al dedo índice izquierdo de su abuelo Andoni Zubizarreta. / EL PERIÓDICO

Mario Martín

Acabo de hacerte la foto que siempre he hecho a los recién nacidos, con mi dedo anular cogido por tu mano, en una metáfora visual entre tu tierna piel y la decoración que el tiempo ha dejado sobre la mía, en forma de arrugas y pequeños pliegues que no impiden vislumbrar venas y tendones. ¡Bienvenido! A este maravilloso mundo, que declina a la perfección con los más estupendos verbos por los que sientas curiosidad: soñar, viajar, amar, crear, imaginar, explorar, etc...

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Incluso yo, tu abuelo, también fui bebé hace unos años, no demasiados, no creas. Pero no soy capaz de recordar ese primer momento que tú, hoy, has percibido al abrir los ojos y asomarte a este balcón, donde has visto a tu madre, a tu padre y a todos los que, a su alrededor, hemos experimentado la sensación de respondernos a nuestras preguntas viendo tu cara, tu expresión, interpretando incluso tus bostezos, tus primeras sonrisas y ese primer llanto.

Hoy te contaré mis primeras historias, sobre dos abuelos. Uno de ellos siempre decía a su nieto, tu padre, que era la mejor persona que él había conocido, quizás hasta el extremo en su bonanza. Es un buen ejemplo, fíjate en él, admírale y quiérele siempre.

El otro abuelo del que quiero hablarte hoy, era la paciencia hecha carne, tuvo un nieto gravemente enfermo, tu propio abuelo, que estuvo seis meses ingresado en el mismo hospital donde hoy has nacido tú. Y en cada uno de esos días, siempre acompañó a su nieto, encadenando una historia, con otra, despertando la admiración de aquel niño, quien, según le oía, le iba acariciando el lóbulo de su oreja izquierda, hasta que la deformó. Pero era la huella física de la que más orgulloso se sintió aquel abuelo, la del cariño de su nieto.

Lo que es cierto, querido nieto, es que hoy el mundo ya es mejor contigo aquí.

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