Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

Carta a Elisa o después del día mundial contra el cáncer de mama

Acto solidario en Ávila contra el cáncer de mama.

Acto solidario en Ávila contra el cáncer de mama. / EFE / RAUL SANCHIDRIAN

He recibido la noticia de que mi amiga Elisa nos ha dejado, después de luchar durante dos años contra un cáncer de mama. Nos conocimos en un hospital, donde corríamos medio tapadas por una bata de papel que tuvimos que reutilizar durante nuestras sesiones de radio. Empezamos compartiendo remedios para nuestra quemada piel y hemos continuado en contacto, acompañándonos la una a la otra.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Eso es lo que los enfermos necesitamos durante y después de la enfermedad, que nos acompañen. Pero un acompañamiento profesional en nuestros hospitales es difícil de encontrar, por falta de personal, recursos y, a veces, ganas. Algunos afortunados tenemos asociaciones locales que están cubriendo ese hueco.

No quiero parecer desagradecida y, por supuesto, les doy las gracias a los expertos y expertas que nos han permitido vivir algo más de lo que nuestras naturalezas tenían predispuesto, pero necesitamos tratamientos y postratamientos que nos den ganas de vivir. Necesitamos ser escuchados y conocer los motivos de nuestras molestias o malestares, la mayoría de las veces inofensivos, pero reales e importante para nosotros.

Elisa y yo estábamos cada una en una punta del mundo, pero teníamos los mismos miedos y anhelos que otras compañeras de lucha o guerreras (como nos solemos denominar). ¿Y contra qué es nuestra lucha? Básicamente contra la ignorancia. Somos un país donde o eres del Barça o eres del Madrid o eres de izquierdas o de derechas o eres ultradefensor de la medicina oficial o de las medicinas alternativas. No sabemos trabajar en equipo. Yo tenía un abuelo que fue encarcelado durante la dictadura y otro que sirvió en el ejército franquista, y los dos se sentaban en la misma mesa y conversaban largo y tendido, desde que yo tengo uso de razón y hasta el fin de sus días. ¿Por qué nosotros tenemos esos egos tan grandes que no nos dejan aprender del vecino? ¿Por qué despreciamos lo que no conocemos?

Gracias, Elisa, por tu compañía y tus fuerzas. Seguiremos luchando inspiradas por ti.

Participaciones de loslectores

Másdebates