"En Camprodon, de tranquilidad, nada de nada"

Llevo varios años pasando largas temporadas en este bonito pueblo del Pirineo catalán. "¡Vete a Camprodon!", decía la gente, "allí descansarás y respirarás aire puro". Qué gran error. Camprodon tiene más movimiento que el Paral·lel a medianoche. Es increíble la cantidad de gente que sube y baja, corre y grita por este pueblo. Cada uno vive a su aire sin ningún control del ayuntamiento. Si eres joven, vives la noche a tope, el botellón es tu vida y el altavoz de 20 w parte de ti. Un chaval, un altavoz, sin más; ya pueden ser las dos, las tres o cualquier hora de la mañana que a ellos les va bien hacer público el último tema de Omar Montes. Ocupan la parada de autobuses, parques y todo lo que se proponen. Se sienten impunes, les da igual si hay gente durmiendo, enferma o practicando yo qué sé. Ellos son invencibles, y por ello les da igual romper botellas en un lago lleno de patos; ellos son así y la autoridad se lo permite.

El querido Ayuntamiento de Camprodon instaló la recogida de basura hidráulica, es decir, contenedores enterrados en el asfalto y que camiones viejos y ruidosos recogen. Toda la recogida es nocturna; si te tocan los contenedores debajo de tu casa puedes recibir la amable visita de estos camiones entre cuatro o cinco veces por noche: a las 5, a las 6 de la mañana...

Al ayuntamiento le va bien velar por el descanso de sus vecinos, o no. Botellones, recogida de basuras, mantenimiento de jardines a las 8 de la mañana (habiéndote despertado esa misma noche cuatro veces), parada de autobuses, ríos de turistas, excursiones en moto, excursiones en coche, en quads, el trenecito del ayuntamiento...

Camprodon es de todo menos un pueblo tranquilo. Si buscas tranquilidad, en la Costa Brava encontrarás más. El ayuntamiento, queridos lectores, no hace nada para evitarlo.