Después de años tolerando manifestaciones en la calle de todo tipo: político, social, profesional, y de las restricciones por el covid, los jóvenes actúan también como dueños de la calle y niegan autoridad a quien los quiere limitar, hacen lo que han visto hacer y se divierten. Si en estos botellones se cuelan delincuentes, pongan policía interna y apóyenla. Quizá cuentan con la tolerancia de muchos jueces y la irresponsabilidad de muchos que antes han barrido para casa en el uso del espacio público. El botellón tardará en desaparecer. El mal tiempo quizá ayude, pero la fuente seguirá.