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"A Barcelona le urge un proyecto cosmopolita, bello y ambicioso que vuelva a ilusionar"
Una de las zonas pacificadas de Barcelona. /
EDU BAYER / AJUNTAMENT DE BARCELONA
Nadie se puede oponer a que la alcaldesa de Barcelona quiera incrementar el transporte público reduciendo la superficie destinada al tráfico rodado. Tampoco hay nadie a quien, con el clima de Barcelona, no le guste ver crecer las terrazas al aire libre sin robar espacio al viandante. Estas conmutaciones, dar a los peatones más espacio, a los bares y restaurantes más terrazas y a los coches y motos menos superficie para circular, van juntas, ya que el total de metros cuadrados que suman es inamovible.
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El problema nunca ha sido su propuesta. Donde Colau ha fracasado ha sido en el cómo la ha llevado a cabo —por cierto, el silencio abrumador de la decana del Col·legi d'Arquitectes de Catalunya (COAC) al respecto nos ha entristecido a muchos—. Lo que Ada Colau estaba obligada a hacer, y supongo que algún día lo hará después de este estrepitoso fracaso, es convocar con urgencia un concurso entre arquitectos para poner en práctica su plan. A Barcelona le urge un proyecto general que la acomode a los nuevos tiempos; un proyecto cosmopolita, bello y ambicioso que vuelva a ilusionar a ciudadanos y a visitantes; un proyecto sabio a la altura de aquellos que pusieron en práctica muchos alcaldes del pasado. Un proyecto innovador que resucite el estilo inolvidable de la Barcelona que Maragall nos legó en su día.