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"Con cada bar que cierre en la ciudad, Barcelona perderá parte de su esencia"

Ambiente en terrazas y bares de Madrid antes de las nuevas prohibiciones que se llevaran a cabo a partir del próximo lunes en la Comunidad de Madrid . 

Ambiente en terrazas y bares de Madrid antes de las nuevas prohibiciones que se llevaran a cabo a partir del próximo lunes en la Comunidad de Madrid .  / David Castro

Las medidas restrictivas que el Govern interpuso al sector terciario desde el confinamiento para frenar el coronavirus ha dado una estocada mortal especialmente al sector hostelero. Los bares y restaurantes han continuado hasta la fecha de forma intermitente y así es imposible que se mantengan. En diciembre el Gremio de Restauración advirtió a la Generalitat de que abriendo solo cuatro horas y media al día era radicalmente inviable la supervivencia y equivaldría al cierre masivo de establecimientos.

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Por otra parte, dicho sector ha sido el menos protegido y el que menos ayudas directas ha recibido. Las promesas que hizo la Generalitat aún no se han materializado. Se estima que más de una tercera parte de los locales no volverán a abrir por las deudas que acumulan. Ante esta perspectiva, el gremio pide ampliar el periodo para tramitar los ertes y la suspensión de impuestos.

Paul Krugman argumenta que la menor productividad del sector servicios y la dificultad para mejorarla es el principal factor del estancamiento de los niveles de vida en muchos países. Por el desinterés que ha mostrado el Govern hacia ellos, no parece importarle que Catalunya pierda nivel de vida, después de todo lo que ya ha perdido desde el inicio del 'procés'. No cabe duda de que esta situación favorecerá a las multinacionales de comida basura que, además de mantenerse, ahora serán mucho más visibles. Pero estas cadenas de comida rápida y ambiente impersonal nunca serán "la casa del pueblo" como nuestros bares, porque a estos no los vemos como lugares públicos, sino como sitios de encuentro para compartir buenos momentos con amigos y familiares, celebrar pequeñas fiestas y cumpleaños, cantar, reír, compartir opiniones y socializar. Cada bar que se cierre en Barcelona será un pedacito más de esencia que desaparece de nuestra ciudad.

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