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Ayuntamientos necesarios y ciudadanos: cara a cara entre iguales

Fachada del Ayuntamiento de Rubí.

Fachada del Ayuntamiento de Rubí. / AYUNTAMIENTO DE RUBÍ

Todo parecía indicar que hasta ahora, en los ayuntamientos, en el nivel de representación política más próximo a los ciudadanos, los partidos implicados en conductas irregulares, o incluso siendo condenados por las mismas, no habían sufrido castigos electorales relevantes. Parecería que el mecanismo electoral no cumplía, siquiera, la función más básica de expulsar de la arena política local a aquellos que se han aprovechado irregularmente del bien común. Conclusión, sin duda, pesimistas, que ponen en duda la calidad de la democracia en España.

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Pero no es menos cierto que, en la mayoría de pueblos y ciudades, las corporaciones locales (y no lo digo por la de mi ciudad) están funcionando correctamente como estructuras de participación y articulación de la convivencia diaria. No podemos renunciar a los últimos años de nuestra reciente historia democrática simplemente porque unos indeseables han pervertido la confianza que depositamos en ellos sus convecinos. Necesitamos que los ayuntamientos sigan organizando los servicios públicos básicos e imprescindibles, ofreciendo oportunidades para el desarrollo individual y social de todos los que compartimos ese espacio tan cotidiano y próximo, como son las calles y plazas que dan forma a nuestro lugar.

La corporación municipal debe fijar las prioridades, estar en condiciones de explicar lo que hace en cada momento por sus administrados y explicar también lo que podemos hacer los vecinos por nuestro municipio. Solo de este intercambio, hecho cara a cara entre iguales, surgen las ciudades imaginativas, las comunidades abiertas para el entendimiento y el progreso. Y para hacer esto no hacen falta mayorías absolutas, como se demostrará en muchos de nuestros pueblos y ciudades a partir de ahora.

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