Aquellas pequeñas cosas

’Mercado navideño’, Berlín 1930. / MARIANNE BRESLAUER

Pablo Benítez Aguilar

Vilanova del Camí 22 de febrero del 2018. 11:30

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Muchas veces nos olvidamos de las cosas pequeñas cuando realmente suponen grandes cosas, nos dedicamos a observar grandes cosas, grandes momentos, grandeza en definitiva. Sin embargo el amor más profundo coexiste en las pequeñas cosas, pequeños detalles que sin darnos cuenta están ahí. Una mirada, un beso o un buenos días afectivo hace de este día a día más llevadero, ese pequeñín recién traído al mundo, ese roce en tu piel (casi sin querer), esa semicorchea casi inadvertida en la partitura o ese pálpito en nuestros corazones al que despreciamos como algo minúsculo e incluso ridículo. Pues en realidad no es así, hay infinita belleza en el universo e incluso en el micro universo y ello forma parte de nuestro entorno, es esa pincelada de un pequeño pelo de la brocha con un toque especial, en el entorno adecuado en el sitio propicio es esa delicadeza casi insultante a nuestros sentidos dormidos.