Al margen de controversias políticas, la huelga del aeropuerto de El Prat es un ejemplo más de lucha de trabajadores contra el sistema. La teoría de la oferta y la demanda dicta que, a igualdad de servicio, la empresa con el presupuesto más bajo se llevará la licitación. En una España sumida en el paro y acuciada por la necesidad de las familias, es una realidad que el precio bajo va a costa de las condiciones de los trabajadores y de sus salarios que no llegan ni a 'mileuristas'. En el caso de El Prat, la prensa habla de 1.000 euros brutos para quienes vigilan los arcos de seguridad sobrellevando altas cargas de trabajo. Sin darnos cuenta estamos perdiendo los derechos por los que unas generaciones atrás se luchó literalmente a sangre y fuego.
Cuando los trabajadores se organizan y luchan en bloque el sistema reacciona en contra. A los estibadores por ejemplo se les ha arrebatado el poder que tenían, ahora también ellos con el tiempo podrán convertirse en profesionales 'submileuristas'.
En esta situación uno se preguntara dónde están los que fueron poderosos sindicatos. En realidad los sindicatos no son nadie si no existe una actitud ciudadana que legitime su fuerza. Si seguimos la línea del interés personal y no apoyamos a otras personas desfavorecidas laboralmente, el sistema tenderá a aislarnos a todos y nos rebajará laboralmente con más facilidad. Como usuario del aeropuerto sufro la huelga pero me alivia la idea de que pueda servir para que las personas que trabajan allí puedan conseguir unas condiciones más dignas.