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La acogida a Vox, lo que más me indignó de la manifestación de Colón

Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) y Santiago Abascal (Vox).

Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) y Santiago Abascal (Vox).

José Melero Pérez

Lo que más me ha indignado de la manifestación del domingo en la Plaza Colón de Madrid ha sido la acogida que el PP y Cs han dispensado a Vox, a pesar de su proyecto anticonstitucional y antidemocrático al defender la eliminación de las autonomías -empezando por la de Catalunya- y al cuestionar la Ley de Memoria Histórica, la Ley contra la Violencia de Género y otras leyes aprobadas democráticamente que reconocen derechos respetados por toda democracia que se aprecie.

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La presencia de Abascal, codo con codo con Casado y Rivera, hubiera merecido un abucheo masivo de todos los allí presentes si hubieran tenido el coraje suficiente para defender la Constitución y la democracia. Pero no ha sido así, porque el foco de la indignación del trío derechista se ha dirigido a Pedro Sánchez y a Catalunya. A Sánchez, por haber dialogado con la Generalitat con el objetivo de intentar encontrar una salida a la crisis institucional de esa comunidad. Un diálogo en el que Sánchez se negó, desde un principio, a cruzar la línea roja marcada por la Constitución, siendo tajante al no reconocer el derecho de autodeterminación, rompiendo así el diálogo. Siendo esa la realidad, es inaceptable que Sánchez sea tildado de traidor por la derecha.

Otro motivo de indignación ha sido que el manifiesto leído en la Plaza Colón ha recurrido a la mentira para levantar ampollas contra la Generalitat. Ha acusado falsamente al Gobierno de aceptar las 21 exigencias de Torra -cuando las relaciones se han roto-, y de trasladar a los políticos independentistas presos a la cárcel de Lledoners. El responsable de esa decisión no fue nadie del Gobierno, sino el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena.

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