El principio del cambio

Si intentaramos definir qué son las desigualdades sociales, muchas ideas nos rondarían la cabeza. Vivimos en un mundo en el que estas están a la orden del día, solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, no es necesario irse muy lejos: nuestra propia casa, nuestro lugar de trabajo,  en la televisión... Un pequeño paseo por el barrio es suficiente para ser conscientes de ellas (solo hay que querer verlas).

Desde que el mundo es mundo se ha luchado por acabar con todo tipo de desigualdades, por conseguir todo tipo de derechos y libertades. La sociedad en la que vivimos dificulta cualquier tipo de lucha, ya que nos hemos convertido gracias a esta sociedad consumista y dura en seres egoístas, personas que no pueden ver más allá de sus intereses o de los intereses de otros que nos manipulan sin tan siquiera darnos cuenta.

Todas las luchas que se han llevado a cabo a lo largo de la historia fueron difíciles y siguen siéndolo, pero gracias a ellas, a esas personas valientes que lucharon, que arriesgaron o perdieron incluso en muchos casos sus vidas el mundo es un poquito mejor, y digo un poquito porque la mayoría de ellas por desgracia siguen abiertas.

Me encantaría que esta pequeña reflexión abriera algunos ojos, despertara aquellas mentes que, al igual que la mía son conscientes de que nos toca hacer algo, de que nosotras podemos cambiar las cosas. Como tantas otras hicieron en el pasado, ahora en pleno siglo XXI, nos toca a nosotras seguir luchando. Una lucha que nos concierne a todas independientemente de la ideología política, de las creencias de cada una. Porque todas somos mujeres, porque todas somos tan válidas como cualquier hombre, porque nos merecemos tener los mismos derechos laborales que ellos, que se nos trate de manera igualitaria, que no se nos trate como a objetos...

Por ello, a cada una de vosotras, os pido que os hagáis oír, que no nos mantengamos al margen, que esto que está ocurriendo en este momento es algo insólito, algo por lo que deberíamos haber seguido luchando sin descanso. Mientras quede una sola de nosotras en desigualdad, habrá que luchar.

Considero que la iniciativa del 8 de marzo debe ser el principio del cambio. Y junto a esta tienen que venir muchas otras, no solo de mujeres sino de toda la sociedad.

A vosotros os pido que permanezcáis a nuestro lado, que luchéis también por nuestra causa, que es justa y necesita el apoyo de todos. Sería maravilloso que después del día  8 de marzo saliéramos a la calle de nuevo pero esta vez todos juntos. La lucha por la igualdad no es fácil, nunca lo fue, por ello no nos obstaculicemos a nosotras mismas el camino y unámonos por unos derechos que nos pertenecen, por la simple y llana igualdad.