ENTENDER+ el sistema financiero

Del ‘cash’ y otras formas de pagar

Hasta una barra de pan puede ya pagarse sin llevar encima dinero en efectivo. La pandemia impulsó el uso de las tarjetas de crédito o débito, físicas o en el móvil, y otros métodos de pago, como bizum, nacidos con la revolución tecnológica que vive el sector. Lo que para muchos es una transición fácil, para otros, especialmente para los mayores, puede ser una brecha insalvable. Eloi Noya, profesor de Esade y director de innovación del IEF, y Manel Domínguez, profesor emérito de Universitat Abat Oliba CEU y autor de ‘Sénior, la vida que no cesa’ (Diëresis), abordan la cuestión.

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Eloi Noya y Manel Domínguez

El paulatino descenso en el uso de dinero en efectivo es una realidad constatada por el Banco de España. La prueba está en el dinero que se retira de los cajeros automáticos: 88.000 millones de euros hasta finales de septiembre del año pasado, frente a los 111.000 millones de todo el 2021 y de los 125.000 millones del prepandémico 2019. El número de cajeros automáticos también va a la baja: al cierre del tercer trimestre del año pasado en España había 45.288, la cifra más baja desde 2002 y casi un 30% menos que en 2006, cuando se alcanzó el máximo en lo que va de siglo. Antes de la pandemia había 50.500 cajeros en España. 

En paralelo, según los mismos datos, crecen con fuerza las operaciones realizadas con tarjetas y el importe de estas. El importe medio del pago en efectivo es de 22,6 euros y el de tarjeta, de 38 euros.

¿Crónica de una muerte anunciada?

Eloi Noya. Profesor de Esade y director de innovación del IEF

El uso del dinero en metálico ha descendido en estos últimos años, acelerado por la pandemia, y los billetes y monedas han sido sustituidos en muchas de nuestras compras por una diversidad de medios de pago digitales. Las tarjetas de débito o crédito, físicas o en el móvil, o en España sistemas como bizum, se han generalizado y muchas personas se manejan casi exclusivamente con estos medios sin llevar ningún billete o monedas en la cartera. Nos preguntamos si estamos viviendo los últimos años del dinero en efectivo. ¿Es posible una sociedad sin dinero en metálico? Y si lo fuera, ¿sería algo deseable?

El papel moneda se creó hace más de mil años en China, y continuó en Europa con la creación de moneda bajo la iniciativa privada de comerciantes y bancos. Con el tiempo, estas monedas privadas dieron paso a las monedas fiduciarias emitidas por los bancos centrales, que se erigieron como las únicas válidas al ser dinero respaldado por los gobiernos. Este dinero ha adoptado la forma digital en las últimas décadas, dando una mayor comodidad a nuestros pagos. 


/ FERRAN NADEU

La tecnología va más allá de crear medios de pagos digitales; está planteando una disrupción total en el sector financiero

Pero la tecnología va más allá de crear medios de pagos digitales, sino que en los últimos años está planteando una disrupción total en el sector financiero. La cuestión sobre el futuro del dinero en efectivo, en realidad, es solo uno de los aspectos más visibles de un debate más general, como es el mismo modelo de sistema financiero tal como lo conocemos.

La tecnología ha permitido, por ejemplo, que haya empresas que ofrezcan soluciones de pagos mediante móvil sin requerir la apertura de una cuenta bancaria. En China, India o en países de África, como Kenia, centenares de millones de personas usan 'apps' de compañías tecnológicas como Alipay, Wechat, PayTM o M-Pesa, con las que realizan pagos y gestionan sus finanzas personales sin necesidad de un banco. Ello ha potenciado la inclusión financiera de millones de personas en todo el mundo, sobre todo en países emergentes, que no estaban bancarizadas. Hoy en día, la penetración de dispositivos móviles supera el 100% en Asia y el 80% en África o América Latina y esto es la puerta para la inclusión financiera y el progreso económico de estas regiones

Con un simple móvil ya se tiene acceso a un monedero digital con el que recibir y emitir pagos. Esto abre escenarios muy distintos al modelo actual que conocemos: existencia únicamente de monedas fiduciarias (dólar, euro, yen, yuan, etc.) emitidas con el monopolio de los bancos centrales, y el uso de la banca tradicional como única vía de entrada para gestionar nuestros ahorros y finanzas personales.

La irrupción de Bitcoin ha desencadenado otras innovaciones, como son los criptoactivos y las monedas estables

En esta última década se apuntan cambios de enorme calado en el modelo. Por un lado, están emergiendo nuevas formas de moneda que desafían el 'statu quo' de las monedas fiduciarias. La irrupción del bitcóin en 2009, con un protocolo que permite algo parecido a una moneda descentralizada, sin control de ninguna autoridad, con una alta seguridad y programada para limitar su oferta monetaria, es sin duda un cambio de paradigma que ha desencadenado otras innovaciones de la tecnología 'blockchain' como son los criptoactivos y, en especial en el ámbito monetario, las llamadas 'stablecoins' o monedas estables, criptomonedas ligadas en general al valor de una moneda fiduciaria. 

El euro digital y otros proyectos como la e-krona sueca o el dólar digital están ya en fase de diseño y debate

Como reacción a esta creación de nuevas monedas de iniciativa privada y no controladas por gobiernos o bancos centrales, surgen los proyectos de monedas digitales de los bancos centrales, conocidas por sus siglas CBDC, y que pretenden ser la réplica digital de las monedas y billetes que llevamos en la cartera. El euro digital y otros proyectos, como la 'e-krona' sueca o el dólar digital, están ya en fase de diseño y debate. China es la más avanzada, con la prueba piloto de su yuan digital en los Juegos Olímpicos de Invierno del pasado año. En Europa, el BCE plantea que el euro digital conviva con el euro en efectivo, sin llegar a sustituirlo.

Todas estas nuevas monedas digitales, sean CBDC o bien criptoactivos como bitcoin o 'stablecoins', formarán parte de nuestras billeteras digitales que tendremos a disposición como una aplicación más de nuestro móvil. El debate que se abre aquí es en términos de control y privacidad. El uso exclusivo de medios de pagos digitales sumado a la posesión de un dinero también expresado únicamente en formato digital suscita dudas sobre el control que pueden llegar a ejercer las autoridades y la posible desaparición de la privacidad que el uso del dinero en metálico nos permite. 

Aunque vayan perdiendo protagonismo, los billetes y monedas seguirán con nosotros

Es por ello que, aunque vayan perdiendo protagonismo, los billetes y monedas seguirán con nosotros y la crónica de su muerte posiblemente tarde muchos años en verse publicada.  

La banca es también víctima del edadismo

Manel Domínguez. Profesor emérito de Comunicación de la Universitat Abat Oliba CEU. Autor de ‘Sénior, la vida que no cesa’ (Diëresis)

La ciencia se ha dado cuenta de que el envejecimiento es sujeto científico. Lo realmente nuevo en la investigación, el motivo por el que existe una nueva pasión sobre los séniors, es que hasta 2010 la investigación sobre el envejecimiento no aportaba prestigio a la ciencia. En la élite científica, nadie estudiaba el envejecimiento, no existían programas sobre esta materia. Los esfuerzos se centraban en el cáncer o en enfermedades degenerativas.

La banca es otra víctima de la desinformación edadista sobre las necesidades de su cliente sénior

Bajo esta realidad vivía el envejecimiento de las personas, el edadismo bancario y la tecnología emergente en la sociedad digital. La banca es otra víctima de la desinformación edadista sobre las necesidades de su cliente sénior. Lo que sucede con la banca es una proyección de la sociedad actual, ya que esta se encuentra en la primera trinchera. Aunque el 'Soy mayor, no idiota' de Carlos San Juan dejó noqueado al edadismo bancario. Mientras casi un 80% de la población mayor de 55 años utiliza tecnologías de uso personal, el resto permanece desconectado.

El edadismo tiene consecuencias graves entre las personas mayores, se asocia con un mayor aislamiento social, tecnológico y de soledad

El edadismo tiene consecuencias graves entre las personas mayores, se asocia con un mayor aislamiento social, tecnológico y de soledad, una mayor inseguridad financiera y una menor calidad de vida, entre otras situaciones. El envejecimiento se encuentra huérfano y aislado por un concepto sobrevalorado de la juventud, que también es víctima de un edadismo prematuro.

El combate se libra en un ring miope de cómo los cerebros de actuación rápida de los jóvenes se enfrentan a los cerebros más experimentados de los séniors. No se busca el equilibrio intergeneracional del conocimiento como un éxito de la inteligencia humana, se acepta un edadismo social de clichés y estereotipos que relega a millones de personas en un bando y en el otro.

Bajo este prisma, no envejecen las personas, sino las organizaciones empresariales, al igual que las instituciones con sus áreas edadistas de selección de personal, aliadas con algoritmos insensibles de alguna plataforma social orientada al mundo de los negocios y el empleo, que eliminan del campo de juego a los séniors y los envían al vestuario de la jubilación por tener apenas 55 años.

En España se consideró que con la política del ocio turístico mediante el Imserso se había cumplido. Para entender actuaciones de la banca como un modelo de referencia, hay que visualizar el marco en el que se ha desarrollado la sociedad y en la que esta ha operado, no es un 'alien'. Viene de donde todos venimos: de la Revolución industrial del XVIII, el fordismo, el sistema de producción implantado a principios del siglo XX por Henry Ford, y los ejercicios del Taylorismo, donde quizás las opciones eran producir o morir.


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La banca suele ser lista para no caer de pleno en el edadismo histórico y desde el márketing reputacional está actuando, y firma convenios y medidas con administraciones. Con horarios de ventanilla y atención de caja preferente, forma a su personal para atender con sensibilidad al colectivo sénior, la palabra clave se centra en el adjetivo -preferente- con el que pretende comunicar una solución de contingencia, de acceso e inclusión de las personas mayores.

La banca debería saber que, en menos de 20 años, las personas menores de 30 años no serán suficientes para responder a los nuevos retos que se generarán

La demografía se alía con los séniors, esta nos anuncia que el número de personas de 60 años o más ya supera al de niños menores de cinco años. Y que, posiblemente, en el año 2050 el número de séniors será superior al de adolescentes de 15 a 24 años. La banca debería saber que, en menos de 20 años, las personas menores de 30 años no serán suficientes para responder a los nuevos retos que se generarán. Es decir, los nuevos clientes serán séniors muy eficientes, igual que ahora, pero con más contundencia en su relación de negocio y contra las acciones edadistas.

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El edadismo es una desinformación, una mentira que pretende borrar la verdad de las edades. Una referencia, al cumplir los 70 años el DNI de un sénior español caduca el 1 de enero de 9999, es decir, dentro de 7.976 años. Muchas plataformas y compañías aéreas no aceptan esta fecha de caducidad; lógico, ¿no? Edadismo administrativo del Estado, que con 70 años cronológicos te exime de cumplimientos, sin validar el talento biológico activo. Es un ejemplo que no se adecua a una sociedad de las edades. La vejez se segmenta en bloques, de 50 años a cien o más, no se existe como grupo social sénior, cuando las diferencias humanas son superiores a las existentes entre 0 y 35 años.

La banca puede desterrar estereotipos de prevalencia establecidos por la edad de las personas

El edadismo tiene muchas caras. Se filtran en la epidermis de las personas mayores sin protección y también alcanza a los jóvenes. La edad se categoriza, se utiliza para dividir y generar injusticia social. La banca puede desterrar estereotipos de prevalencia establecidos por la edad de las personas. El 80% de los séniors ya combaten el edadismo en su ring tecnológico y en redes, y serán más fuertes.  

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