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Un muro de la discordia en los jardines de Julio Muñoz Ramonet

  • Un grupo de vecinos protesta por la restauración de un muro de dos metros que les separa de los jardines de Julio Muñoz Ramonet.

  • Fundación y Ayuntamiento descartaron sustituir la tapia por una reja "por razones de conservación patrimonial y arquitectónica".

Moreno observa las actuaciones para reparar el muro de los jardines históricos de la Fundació Julio Muñoz Ramonet que da a la calle Marià Cubí.

Moreno observa las actuaciones para reparar el muro de los jardines históricos de la Fundació Julio Muñoz Ramonet que da a la calle Marià Cubí. / JORDI OTIX

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Luis Benavides
Luis Benavides

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Un muro de dos metros de altura separa la calle de Marià Cubí de los jardines de la Fundació Julio Muñoz Ramonet. Algunos vecinos llevan años sugiriendo la sustitución de la tapia por una reja que permita contemplar el verde desde el exterior, una posibilidad descartada por el Ayuntamiento de Barcelona -propietarios de la finca desde 2013- principalmente "por razones de conservación patrimonial y arquitectónica".  

"El muro no tiene ningún valor arquitectónico y la reja nos parece una buena sugerencia para un barrio viejo que permite pocos malabarismos (urbanísticos). Queremos hacerlo más humano, amable, mejorar el entorno", explican unos vecinos en una carta enviada a la sección Entre Todos, molestos porque el muro ha sido recientemente reformado haciendo caso omiso a su idea. 

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María Moreno impulsó esta reivindicación en 2016 y con el tiempo otros residentes se sumaron a la causa. “Tendremos en cuenta su sugerencia” era la respuesta repetida una y otra vez al otro lado del muro, asegura. En mayo del pasado año, cuando el mal estado de la tapia requería una intervención urgente, el enrejado parecía estar más cerca que nunca, explica esta vecina de 64 años junto a la remozada pared. 

Este diario se ha puesto en contacto con la fundación para conocer su versión, para saber los motivos por los que se descartó rebajar el muro (si es que alguna vez tuvieron esa opción encima de la mesa). Responde la directora, Alba Alarcón: "El interior contiene piezas catalogadas, como un almez único en Barcelona, y otras especies singulares. Ahora lo que se pretende es catalogar este jardín histórico en su conjunto y el muro persigue precisamente preservarlo al máximo porque así lo sugirieron en su momento los expertos consultados", explica Alarcón, en el cargo desde julio de 2022, cuando las obras de rehabilitación del muro ya estaban adjudicadas a la empresa BIMSA. 

Interior de los jardines de la Fundació Julio Muñoz Ramonet, en el barrio de Galvany de Barcelona.

/ JORDI OTIX

"Un alto nivel de fragilidad"

Estos jardines, diseñados por Jean-Claude-Nicolas Forestier a principios del siglo XX y reformado años más tarde por Joan Mirambell i Ferran, ocupan una extensión superior a los 3.500 metros cuadrados. Los expertos entendían, prosigue la directora, que eliminar el muro y abrirlo más al barrio "podría afectar a la vegetación y alterar el ecosistema". En esa misma línea, un cartel en la entrada reza lo siguiente: "Concebido para ser de uso privado, tiene un conjunto de características que hacen que mantenga un alto nivel de fragilidad y que impiden que su uso sea como el de otros jardines diseñados para ser de uso público". 

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Asimismo, no solo se trata de una conservación patrimonial, continúa, sino también del ambiente en su interior. "En el barrio de Galvany no hay muy pocos espacios verdes, por eso este jardín es tan valorado por los vecinos. Aquí encuentran un rincón de paz. Si se retiran los 20 metros de muro, con todo el tráfico que rodea el recinto, perderá todo su encanto", sostiene la directora de la fundación.

Los vecinos de este espacio singular abierto de 10 de la mañana a 20 de la noche, por su parte, no están del todo conformes con esta respuesta. En la calle de Muntaner el tráfico es mucho más intenso y el muro es mucho más bajo, replica la lectora. "El Ayuntamiento ha afrontado un objetivo impensable: cambiar el plan Cerdà implantando las supermanzanas para hacer una Barcelona más verde y amable. ¿Ese mismo ayuntamiento pierde la oportunidad de derribar un muro para compartir el verde de la fundación y crear un espacio más humano de manera natural, protegido del exterior por un muro vegetal?", se pregunta Moreno, quien sospecha que al final todo se reduce a una cuestión económica: se optó por la opción más barata.