Club de Educación y Crianza de EL PERIÓDICO

Tener hijos vía Tinder: el último (y absurdo) grito de la maternidad

Existen plataformas para poner en contacto a hombres y mujeres que desean tener un hijo por fecundación in vitro y compartir su custodia (no su vida). Por más que vivamos en un mundo capitalista, tener un bebé no es un derecho. Es el trabajo más duro del mundo, por más rosa que nos lo pinten.

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Una madre sostiene a su bebé.

Una madre sostiene a su bebé. / José Luis Roca

Criar, educar, cuidar, tutelar y acompañar a tu hiijo es, posiblemente, el trabajo más duro del mundo. No está pagado. En ocasiones es ingrato. Y siempre complicado y agotador. No te jubilas nunca. Por momentos, es incompatible con tener vida laboral. O social. O sexual. Pero qué chulo es tener hijos, ¿verdad? Cómo presumes en redes sociales de lo enamorado que estás de tu bebé. 

La conciliación no existe, nos recuerda la periodista Diana Oliver, autora de 'Maternidades precarias', un ensayo fundamental sobre el privilegio y la incertidumbre que supone tener descendencia en el mundo actual. La maternidad y la paternidad no te roba tiempo, te roba la vida. De la adolescencia hablamos cuando queráis (y tengáis fuerzas). Y todo eso en el caso de que tus hijos e hijas estén sanos. Si hay un problema de neurodesarrollo, tu vida será más complicada todavía.

En un redoble de vida irreal, han desembarcado en España plataformas de coparentalidad, el Tinder para tener hijos por fecundación in vitro. Se promocionan como facilitadoras de un modelo de familia “diferente” y con ventajas. A saber: “Mujeres solteras que quieren ser madres pero prefieren no hacerlo en solitario y hombres, la mayoría homosexuales, que se ponen en contacto con el objetivo de compartir la vida de una criatura, que tendrán por fecundación in vitro. La custodia se regirá desde el nacimiento con un convenio como el que tendrían unos padres separados”.

Es decir, entras en la plataforma y buscas un posible padre o madre de tu futuro hijo. Quedas con él o ella, tomas algo, das una vuelta y hablas sobre cómo querrías criar a tu hijo y con qué valores. Si finalmente, decides que es el padre o la madre de tu hijo, llegáis a un acuerdo, vais a una clínica de fertilidad y, ta chán, bebé a bordo. Cada uno tiene su vida y su casa, se comparte la custodia y a disfrutar del pequeño. Así de fácil. Así de fresco. Así de revolucionario. Así de siglo XXI.

Si la vida en pareja y con hijos -cuando hay amor infinito de por medio- ya es harto complicada, complícatela un poco más y acude a este Tinder de la paternidad. Qué moderno todo. Qué guay. Siempre pensado en el presunto derecho de hombres y mujeres a tener hijos, un derecho que no existe. El único derecho que hay es el que gozan los niños y niñas. 

Un cliente de estas plataformas comenta: "Para ponerte de acuerdo con la madre tienes que tener en cuenta: ¿Yo me veo con esta persona dentro de muchos años?, ¿la veo no cómo una pareja pero sí cómo una cómplice, una compañera? Y es que compartiremos lo más importante que podemos compartir: un hijo o una hija”.

Es de suponer que esta persona todavía no ha sido padre. En el momento que lo sea, comprobará que existe el amor más puro e incondicional. Pero que al mismo tiempo, la tierra se te abre bajo tus pies. Que los hijos unen a las personas es una mentira más de la maternidad de color rosa que nos venden. Los hijos separan. Y mucho. Hay que ser un roble para mantenerse firme, para seguir queriéndose, para seguir caminando juntos, para no rendirse.

Si la vida es dura cuando tienes hijos, se eleva a la tercera potencia cuando lo haces en soledad. Las familias monomarentales tienen un mérito increíble. Son, de verdad, heroínas. Con estas plataformas, no serás madre o padre soltero sino que tendrás a otra persona para compartir ¿el qué? ¿los gastos que provoca un hijo?

Que nadie vea en este artículo una defensa de la familia tradicional. Nada más detestable que arrogarse el concepto de familia, como hicieron (y siguen haciendo) los partidos de derecha y ultraderecha cada vez que asoman a escena los derechos LGTBI. Una de las primeras enseñanzas que ofrecí a mi hijo es que la diversidad y la familia son sinónimos. Nosotros, de hecho, no somos ejemplo de familia tradicional. Pero de ahí a tener un hijo vía Tinder…

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Los promotores de estas plataformas explican que después de que los candidatos se hayan conocido y ambos acudan a varias entrevistas, “si la cosa va para adelante”, se firma un acuerdo previo a ir a la clínica en el que se especifican cuántos intentos (de fecundación in vitro) están dispuestos a asumir, así como las decisiones a lo largo del embarazo y los primeros meses de vida del bebé. Para otro artículo dejaremos el torbellino hormonal, económico, emocional y vital que supone entrar en una clínica de fertilidad. Porque de la depresión posparto ya hemos hablando (y lo seguiremos haciendo).

Tener un hijo es la decisión más importante que vas a tomar en tu vida. Tómatelo en serio.