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Duelo audiovisual entre Shakira y Piqué

Me consta que muchos se han emocionado con la obra del futbolista, pero para empatizar con la 'Monotonía' de su ex solo hace falta que alguna vez en tu vida te hayan roto el corazón

Shakira Piqué

Shakira Piqué

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Patrycia Centeno
Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

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Una de las empresas que posee se dedica al contenido audiovisual. Por lo tanto, la despedida (y presentación de candidatura a la presidencia del Barça) de Gerard Piqué no iba a ser anodina y estar vacía de simbolismo, alegorías y significado (más o menos evidentes). Sin embargo, quien haya estudiado el último y comentadísimo videoclip de Shakira sabrá que la cantante le da unas diez mil vueltas en esto de lanzar sutiles mensajitos o claras indirectas. Me consta que muchos se han emocionado con la obra de Piqué, pero para ello era necesario ser culé o aficionado al fútbol; en cambio, para empatizar con la 'Monotonía' de su ex solo hace falta que alguna vez en tu vida te hayan roto el corazón y te hayas hinchado a ganchitos y chuches para intentar llenar la horrible sensación de vacío (¿quién no pasó por eso?). 

Ya en la primera escena, contemplamos al defensa del Barça en una azotea (la altura la asociamos al éxito, dominio, poder…) contemplando la ciudad de Barcelona (lo que nos conduce a la reflexión, a tomar perspectiva) con los brazos cruzados y de espaldas a los comentarios, rumores y especulaciones que se escuchan por lo bajo sobre su rendimiento en el terreno de juego. Al presentarse ("Soy Gerard"), el plano general pasa a uno de perfil para identificarlo. En 'Monotonía', en cambio, basta fijarse en su 'look' (sudadera blanca y un pantalón gris de deporte) para reconocerlo porque es idéntico al que vestía en el videoclip de 'Me enamoré' en el que el futbolista participó en 2017). Bueno, por el 'outfit' y porque con un bazuca le atraviesa el pecho a Shakira. Pero volvamos a la azotea y a la cara de Piqué donde, no por casualidad (porque se podía haber cambiado la orientación o eliminado a través de mínimos recursos de iluminación), aparecen reflejos de la luz del sol para concederle un halo casi divino... "De repente ya no eras el mismo, me dejaste por tu narcisismo", que diría la bachata de la de Barranquilla. 

Es ya en el segundo 21 cuando se inicia el diálogo entre el Gerard adulto y el Gerard niño. Esta narración temporal que enlaza pasado, presente y futuro (al final del vídeo) está perfectamente compuesta. De los 2.17 que dura el vídeo, más de un minuto y medio está dedicado a imágenes de cuando era un crío (la mayoría pertenecen a 1992, tenía 5 años y su sueño era ser jugador del Barça). Y ya se ve a un niño atado a una pelota, muy culé, travieso y provocador. Quizá este aparente exceso de su etapa infantil busca también representar a "ese niño grande" que describen los que lo conocen (y a ese hombre "inmaduro" al que se acogería quien lo ha sufrido como pareja). Ante el Gerard niño, el Gerard adulto se emociona. Los ojos llenos de lágrimas (mira, exactamente igual que los de Shakira cuando se tropieza con quien lo interpreta en el supermercado donde se grabó 'Monotonía'), una mano en la boca para reprimir la emoción y no llegar al llanto y alguna sonrisa cómplice con su mini yo (sigo siendo el mismo). Incluso, la sombra del adulto se proyecta sobre el pequeño.

La transición a la actualidad se percibe porque vemos a Piqué conduciendo. Llega al Camp Nou y el Gerard pequeño y el grande entran al estadio. El adulto camina con las manos en los bolsillos (inactivo) y de espaldas a la cámara (espectador) dando la sensación de que se aleja, se marcha. Se coloca en el centro del campo donde se acostumbra a rendir homenajes y donde se inician los partidos (etapas). Entonces eleva la cabeza y mira al palco presidencial. Y aunque no lo hubiera verbalizado (dice Piqué: "Ya me conocéis, volveré"), visualmente queda clarísimo cuál es su siguiente objetivo (te felicito, que bien actúas…). Casi tan evidente como cuando vemos a Shakira recoger su corazón tras ser chafado y guardarlo en una caja con candado para que nadie más lo dañe. 

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El vídeo acaba con una imagen del pequeño Gerard con la camiseta blaugrana quien penetra la cámara con la característica mirada Piqué. Aquella en la que se intuye que el de los ojos azules ya está tramando la próxima jugada. Por su parte, en el desenlace de 'Monotonía', Shakira sonríe aliviada con ojos aún tristones al poseer de nuevo la llave que abre su corazón. 

En ambos vídeos eché de menos un guiño final: 'un adéu amb la maneta'.  

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