Política y moda

La mala reputación (contracrónica del 12-O)

Al no haber pasado ni un mes del funeral de la reina de Inglaterra, aún recordaba los desfiles, coreografías y puestas en escena de los británicos y, al compararlo con lo de aquí, lo nuestro me pareció una auténtica mamarrachada

Felipe VI, la reina Letizia y Pedro Sánchez, entre otros, durante el desfile militar del 12 de octubre.

Felipe VI, la reina Letizia y Pedro Sánchez, entre otros, durante el desfile militar del 12 de octubre. / OSCAR DEL POZO CANAS\AFP

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Patrycia Centeno
Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

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No sé cuántas veces el comentarista de RTVE nos recordó lo complicado de todo aquel espectáculo visual. "Todo un año ensayando", insistía. Y yo quería encontrar valor a la hazaña, pero al no haber pasado ni un mes del funeral de la reina de Inglaterra, aún recordaba los desfiles, coreografías y puestas en escena de los británicos y, al compararlo con lo de aquí, lo nuestro me parecía una auténtica mamarrachada. Imaginarán que una no es una gran aficionada a este tipo de actos castrenses, pero aprecio el esfuerzo, la elegancia, el orden y el detalle (y aquí, lo siento, pero no hay ni una pizca de esos ingredientes). Por ejemplo, para el 14 de Julio francés de 2017, me pareció novedoso, original y divertido que la banda militar acabara el desfile interpretando a Daft Punk (incluso bailando con el peso de los instrumentos) ante un Macron (sorprendido) y un Trump (impertérrito). Aquí, en cambio, lo más emocionante es la cabra (que en realidad es un cabrón) y si el paracaidista que porta la bandera se la pega o no con una farola. Porque pese a "estar ensayando todo el año", al paracaidista siempre le pasa alguna. Este año no fue la excepción: se le enredó la rojigualda a la pierna. Aunque consiguió desenrollarla a tiempo y se ganó el aplauso del público por tal proeza (aterrizar con la bandera a salvo), siempre me pregunto por qué arriesgar/jugar de esa manera con un trozo de tela que se supone es para ti lo más sagrado del mundo...

Pero la anécdota de este año ha venido porque los Reyes tuvieron que aguardar encerrados en su Rolls-Royce durante un eterno minuto –aseguran los monárquicos que a sus majestades no se les debe hacer esperar ni un nanosegundo en el metaverso– a que llegara Pedro Sánchez. Por protocolo, el presidente del Gobierno y el resto de autoridades deben recibir al jefe del Estado. A los 60 segundos, Sánchez descendió de su coche y fue recibido, como parte de la liturgia que acompaña a este día, con improperios varios. Aunque el socialista aseguró que había salido a las 10.45 horas de Moncloa tal y como había indicado Zarzuela, llegar tan justo (o tarde) acortó la recepción de insultos y pitidos y le evitó tener que saludar a Ayuso y Almeida.

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Otros, incluso, ni llegaron. Los hay a los que no se les espera, como el ‘president’ de la Generalitat o el lendakari. Otras, como las ministras Calviño y Ribera, no pudieron asistir por problemas de agenda. Ione Belarra está a punto de dar a luz y Joan Subirats alegó motivos personales (entiendo que ahí se incluyen los ideológicos). La princesa Leonor también pasó del desfile (total, siempre es lo mismo) y miembros del poder judicial no acudieron porque no les llegaron las invitaciones a tiempo (algo que Moncloa desmiente). Pero para invitaciones desfasadas las de Casa Real... Una pareja homosexual formada por dos hombres fue invitada a la recepción de los Reyes en el Palacio Real y les llamó la atención que el acompañante recibiera trato de "señora/doña". Al ponerse en contacto con Zarzuela para aclarar el error, Casa Real señaló que la torpeza se debía a un "’software’ obsoleto que entiende que si un varón va acompañado será por una fémina". Al preguntar cuándo actualizarían "el ‘software’" aparecieron unos grillos. Santa inocencia albergar semejante milagro en una institución anacrónica.

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Durante el besamanos, los medios aprovecharon para hacer el tradicional repaso banal a los atavíos de las invitadas. Ellos debían ir desnudos o ser invisibles. Porque vale que el vestuario femenino es más atractivo, por plural y rico, que la sobriedad que impera en el atavío masculino; ¿pero ni un triste comentario merece el tipo de uniforme (este año de la Armada) que vestía Felipe VI y que luego sustituyó en Palacio por un traje de civil? Tampoco nada sobre las corbatas mal anudadas; ni sobre el color VERDE del lazo (acrónimo de Viva el Rey de España) de Lesmes, Suárez o Mañueco. ¿Ni siquiera un debate sobre por qué Sánchez considera que el 12-O merece corbata y otras celebraciones, recepciones o situaciones no? Tampoco un apunte sobre los distintos modelos militares lucidos en el desfile.

En fin, menos mal que vamos a incrementar el gasto en defensa y el año que viene esto sí que será una fiesta…