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La responsabilidad anticonceptiva, ¿un asunto solo de mujeres?

Las mujeres fértiles lo son entre uno y tres días al mes, mientras que los hombres lo son cada día de su vida desde que eyaculan. Sin embargo, la mayoría de las veces ellas son las que compran o usan anticonceptivos. Es necesaria una reflexión crítica sobre qué nos dicen y qué no nos dicen sobre los distintos métodos a nuestro alcance.

Diferentes métodos anticonceptivos a la venta en una farmacia.

Diferentes métodos anticonceptivos a la venta en una farmacia. / Ferran Nadeu

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Elena Crespi Asensio
Elena Crespi Asensio

Psicóloga especializada en sexualidad.

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Escribo este texto el Día Mundial de la Anticoncepción. Y he dado un repaso mental de cómo he ido cambiando de parecer y cómo he ido aprendiendo sobre los métodos anticonceptivos a lo largo de los años. Y es que quien te ayude en el camino de los aprendizajes puede tener un gran poder de influencia en las cosas que piensas y en aquello donde pones tu atención.

Antes de empezar a explicarme mejor, déjame que te diga que algunas de las críticas que haré no están encaminadas a reprobar qué método has escogido tú o las personas de tu alrededor, en caso de necesitarlo, sino que pretenden ser una reflexión y un pensamiento crítico hacia lo que nos dicen y lo que no nos dicen sobre todo ello.

Yo soy de la generación que vimos la televisión inundada del famoso 'Póntelo, pónselo' en 1990. Hace mucho de esto, yo era pequeña pero me quedó claro que el preservativo era un método anticonceptivo que nos servía para protegernos de las infecciones de transmisión sexual y para evitar los embarazos no deseados. Pero no me explicaron mucho más.

Más adelante, algunas amigas mías me explicaron que habían empezado a tomar las pastillas anticonceptivas. Algunas porque el ginecólogo se los había recetado para “regular la regla” y otras para utilizarlas como método anticonceptivo. 

Cuando empecé a estudiar sexualidad humana me explicaron las virtudes de las pastillas, el parche y el anillo anticonceptivo. Alguien me habló del preservativo femenino (que ahora denominamos preservativo interno) y recuerdo cuando me explicaron que en Alemania triunfaba un implante subcutáneo que te daba cobertura anticonceptiva durante tres o cinco años. También me explicaron que había inyecciones anticonceptivas que sobre todo se utilizaban para personas que tenían diversidad funcional mental. Bueno, en aquel momento me dijeron que era para personas disminuidas. 

Me habían explicado algunos métodos que ya no se utilizaban tanto como el diafragma y los espermicidas. Y otros que llevaban algunas complicaciones como el DIU de cobre. Más adelante apareció el DIU hormonal que resolvía los inconvenientes del de cobre. 

Y también me explicaron los métodos más definitivos como la vasectomía o la ligadura de trompas. 

Hay otros pero no quiero que esto se convierta en una lista de métodos y basta. Lo que me gustaría es reflexionar sobre cómo nos explican los métodos: qué nos dicen y qué no nos dicen. 

Tiempo después, mientras voy aprendiendo más cosas sobre todo ello, le doy vueltas a lo que me dijeron sobre las inyecciones para las personas con diversidad funcional. Y recuerdo que hace un tiempo alguien me habló por primera vez de la esterilización involuntaria de las personas que tienen algún tipo de diversidad psíquica. Y también de la primera vez que en consulta, con las charlas y en conversaciones más informales se hizo evidente que, a menudo, quien se encargaba de comprar los preservativos eran las mujeres (mujeres cis que tenían una pareja hombre cis que no se acordaba de comprar condones, o que le hacía demasiada vergüenza, o no tenía tiempo, o no le daba importancia, etcétera). 

Y tengo muy presente el día que me preguntaron por qué éramos las mujeres fértiles sobre las cuales caía la mayor parte de la responsabilidad anticonceptiva (comprando preservativos, tomando pastillas, pegándonos parches, metiéndonos anillos o implantes subcutáneos, etcétera) cuando, realmente, somos fértiles entre uno y tres días al mes. En cambio, los hombres cis, desde su primera eyaculación, son fértiles cada día de su vida, hasta que se mueren. 

Cuando se inventó la pastilla anticonceptiva, fue un gran adelanto para muchas mujeres que no tenían otro remedio que tomarse una pastilla si no querían quedarse embarazadas cada año o tan a menudo como su fertilidad lo permitiera, por el simple hecho que su marido no quería ponerse un preservativo. Hoy, en 2022, me pregunto por qué la responsabilidad continúa recayendo sobre quien ovula una vez al mes y tiene una fertilidad cíclica. 

También me pregunto por qué no triunfan los adelantos en anticoncepción que se hacen para aquellos hombres cis y personas que tienen penes. Bien, sobre todo para los hombres cisgénero porque en ellos recae el peso de la masculinidad hegemónica que hace que no le den tanta importancia a los cuidados, a la anticoncepción y a la responsabilidad sexoafectiva. Sé que esto que digo puede ser bestia y quizá a tu alrededor tienes hombres que rompen con esta masculinidad hegemónica pero todavía tenemos un entorno muy machista que no quiere sacar al mercado un anticonceptivo que, como efectos secundarios, pueda hacer venir dolor de cabeza y bajar la líbido a los hombres. En cambio, si estos mismos efectos secundarios los sufre una mujer, parece que no sea importante.

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Evidentemente no todas las mujeres cis tienen los mismos efectos secundarios y a muchas otras no les importará nada encargarse de la responsabilidad anticonceptiva pero no está de más darle un par de vueltas a todo ello.

Y tú, en caso de necesitarlo, ¿has escogido el método anticonceptivo que te va mejor?