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En zapatillas para huir de tanto machismo

Paseándose por las calles u ojeando tranquilamente una revista de moda, cualquiera advierte que desde hace ya unos años las féminas calzan deportivas sin problema alguno. De hecho, hasta se combinan con vestidos de alta costura y se han colado en numerosas alfombras rojas. Sin embargo, cuando las féminas pisan poder, las bambas parecen seguir vetadas.

La ministra española Reyes Maroto y la colombiana Irene Vélez.

La ministra española Reyes Maroto y la colombiana Irene Vélez.

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Patrycia Centeno
Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

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Supongo que la incongruencia de Pedro Sánchez haciendo una férrea defensa a deshacerse del nudo en verano pero con la corbata atada hizo que la otra polémica indumentaria, sucedida durante su visita oficial a Colombia, pasara inadvertida por los medios españoles. La ministra de Minas y Energía colombiana fue duramente criticada en su país por recibir a la responsable de la cartera de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, con unas deportivas blancas. Que sí, así de ridículo todo...

Basta hacer un rastreo rápido para darse cuenta que Irene Vélez no estaba modificando su estilo con intención de innovar en su mensaje no verbal, escandalizar a los sectores más conservadores, ni mucho menos (como se dio a entender en más de una crítica) molestar o ridiculizar a su invitada (quien llevaba unas sencillas alpargatas con cuña). Así que, seguramente, se puso unas bambas porque, después de la polémica por las fiestas de Sanna Marin y su test antidrogas, ¿quién iba a imaginar que a las pocas horas las líderes mujeres deberían enfrentarse al (ignorante y estereotipado) filtro indumentario de portero de discoteca? "Con zapas blancas no entras". Una vez más, compañeras y conciudadanas, empezaron a publicar fotografías en bambas como gesto de sororidad hacia la ministra. Mientras, entre los detractores, las críticas señalaban que se trataba de un calzado inapropiado protocolariamente para ese tipo de acto y que si buscaba confort podría haberse decantado por otras opciones como una bailarina o mocasín (considerando ellos, por lo que sea, que sus propuestas son más formales que unos 'sneakers'...).

Paseándose por las calles u ojeando tranquilamente una revista de moda, cualquiera advierte que desde hace ya unos años las féminas calzan deportivas sin problema alguno. De hecho, hasta se combinan con vestidos de alta costura y se han colado en numerosas alfombras rojas. Y no solo por comodidad, la ropa urbana se ha convertido en auténtico objeto de culto y deseo. Ciertamente ha llovido ya mucho desde que Melanie Griffith se descalzara las Reebok para cambiárselas por unos tacones al llegar a su despacho en 'Armas de mujer'; sin embargo, cuando las féminas pisan poder, las deportivas parecen seguir vetadas. En política fue hace nada (2019) cuando Margrethe Vestager (representando a la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa) y Ska Keller (por el Partido Verde Europeo) decidieron acabar juntas con una norma estilística no escrita que sumaba una desventaja más para las mujeres en un debate político. Aunque fueran candidatas (oponentes y adversarias) a presidir la Comisión Europea, defendieran posturas ideológicas alejadas, vinieran de países diferentes y pertenecieran a generaciones distintas; ambas combinaron sus vestidos con unas deportivas. Planteados normalmente en formato de pie (presentando el combate como un duelo de resistencia física, cuando en realidad debería ser intelectual y emocional); la mujer debía soportar, además del cansancio provocado por discurrir durante horas dialécticamente, el martirio que supone para las piernas y la columna tener el pie inclinado durante tanto tiempo. Poco a poco, empezamos a ver cómo distintas líderes y en diferentes ámbitos se liberaron del tacón, como sinónimo exclusivo de formalidad y profesionalidad femenina. Siguiendo el ejemplo, en las elecciones del pasado año, la candidata ecologista Annamie Paul presumió del calzado que había escogido para el debate a cinco: "Señoras, entenderán por qué no me muevo con tacones altos durante dos horas seguidas. Siendo la única mujer en el escenario esta noche, pensé en algo diferente. Llevo mi traje con zapatillas Stan Smith, hechas con plástico marino". Estonia estrenó 2021 convirtiéndose en el primer país que tenía dos mujeres electas en los cargos máximos: presidenta y primera ministra. Y precisamente, Kersti Kaljulaid y Kaja Kallas quisieron celebrarlo con un posado conjunto luciendo delicados vestidos con falda de vuelo que combinaron con deportivas en sus pies. La declaración, en todas, quedaba clara: podemos movernos libremente, sin hacer ruido y sin tener que advertir a cada momento al hombre de nuestros pasos (a finales del siglo XIX, en EEUU, los tenis se empezaron a apodar 'sneakers', el nombre derivaba de la expresión inglesa 'sneak up' que alude a caminar sigilosamente, sin ser escuchado.)

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Aunque, finalmente, para el cargo haya acabado uniformándose con aburridos trajes chaqueta pantalón de Altuzarra y tacones discretos de Manolo Blahnik, Kamala Harris hizo toda su campaña electoral en zapatillas Converse. “Tengo toda una colección: unas negras de piel, unas blancas, tengo las que se abrochan, las que me pongo cuando hace calor, las que me pongo cuando hace frío y unas de plataforma para cuando llevo traje pantalón”, confesó. Pero cuando 'Vogue' publicó la portada de su revista en papel con un posado de Harris en el que calzaba sus características All Stars y sonreía relajada, el público prefirió la rigidez del liderazgo patriarcal con el que se la capturó para la versión online de la revista. Tristemente, Harris decidió entonces chutar para siempre a sus queridas zapas (y con ellas, mucho de su carisma).

A sabiendas de que hasta a la más gran defensora de los 'stilettos' le apetecerá calzarse unas zapatillas en el evento más distinguido. Simplemente, para huir o patear a tanto machismo recalcitrante.