Artículo de Jordi Puntí Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Domingos de agosto

El peso de la memoria se convierte en un estado de ánimo que se proyecta a menudo desde el vacío del pasado

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Siete libros perfectos para desconectar en tus vacaciones de verano

Siete libros perfectos para desconectar en tus vacaciones de verano / Feed

Cada año, en agosto, leo una novela de Patrick Modiano. Este verano ha sido el turno de 'Tinta simpática', su último título traducido (en Anagrama, en catalán en Proa). Quien conozca su obra, dirá que Modiano no es un autor muy veraniego, pero esta vez mi lectura ha coincidido con los dos días de lluvia y la tregua del calor, y me he dado cuenta de que quizás en verano encuentro en sus páginas una premonición del otoño. De su clima, del regreso a los ritmos de la ciudad. Porque a menudo la prosa de Modiano se tiñe de una melancolía particular, la que desprenden los atardeceres silenciosos en los barrios perdidos, los jardines abandonados, los domingos de agosto en la ciudad, la soledad de un vigilante en un garaje, la extrañeza de un abrigo viejo...

En 'Tinta simpática', un hombre busca a una chica que desapareció de un día para otro, sin dejar rastro, partiendo de unos pocos indicios. No es una búsqueda continuada, sino que la investigación avanza a lo largo de los años, como una deuda que no se puede quitar de la cabeza y se impone según le dictan los juegos de la memoria y el olvido. No es lo mejor de libro de Modiano, pero su voz es del todo reconocible. La intriga del hombre que sigue la pista de una mujer es uno de sus temas recurrentes —en 'La hierba de las noches', en 'Dora Brüder'— y a ratos puede parecer un autor que escribe siempre la misma novela. En parte es así, pero yo prefiero ver sus libros como diferentes piezas de un gran puzle tridimensional, cuyo conjunto dibuja un espacio —un mapa de París— pero también el paso del tiempo.

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Este aire de familia de todos sus libros crea adicción, ya sea por el estilo o por los ambientes, y cuando acabas uno quieres encadenar lecturas y quedarte en ese mundo. 'Calle de las tiendas oscuras', 'En el café de la juventud perdida', 'La pequeña joya', 'Villa Triste', 'Un pedigrí'… Los títulos ya son un aviso. Si quisiéramos condensar todo el universo literario de Modiano en dos palabras, quizá deberíamos decir: nombres y lugares. París es el lugar donde se mezclan la mayoría de los nombres y direcciones, pero enseguida habría que añadir calles y cafés, canales y muelles, metro y garajes, peluquerías, tiendas, las casas. de la niñez. Lugares a los que los protagonistas regresan para entender algo.

'Tinta simpática' se abre con una cita de Maurice Blanchot: “Quien quiera recordar debe ponerse en manos del olvido, de ese riesgo que es el olvido absoluto y de esa hermosa casualidad en que se convierte entonces el recuerdo”. El peso de la memoria se convierte en un estado de ánimo que se proyecta a menudo desde el vacío del pasado. Al fin y al cabo, el aire detectivesco que toman algunas de sus historias es tan solo la excusa para fondear en un tiempo que guarda alguna información decisiva. Sí, la prosa de Modiano tiene esa “posición notarial” que Josep Pla elogiaba en Simenon, pero a su vez se aleja de ella para fijarse en lo que queda inexplicado, invisible y etéreo como la tinta simpática, y que nos da a entender que los recuerdos pueden ser una trampa.