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La reina de España (no) tiene piernas

Siendo aún princesa, corría el rumor de que la monarca confesaba en 'petit comité' cómo había descubierto que con solo alargar o acortar el largo de su falda conseguía eclipsar cualquier titular que pudiera afectar a la monarquía

La reina Letizia, por la calle Jaime II de Palma de Mallorca, en el marco de su estancia en la isla balear.

La reina Letizia, por la calle Jaime II de Palma de Mallorca, en el marco de su estancia en la isla balear. / EFE/ Ballesteros

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Patrycia Centeno
Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

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Corría el siglo XVII cuando un comerciante se acercó al carruaje de la reina para obsequiarla con uno de los productos más lujosos por aquel entonces: unas medias de seda. Uno de los mayordomos de Su Majestad rechazó airado el regalo con una frase lapidaria: "La reina de España no tiene piernas". La anécdota, olvidada prácticamente en nuestro país pero que en numerosos libros internacionales referidos al puritanismo del cuerpo se utiliza repetidamente para dar cuenta del tabú que representaban las extremidades inferiores en una mujer, vino esta semana a mi memoria al comprobar cómo más de un carca en la corte aún hiperventilaba (¡cuatro siglos después!) al ver a Letizia con minifalda (y luego, para rematar, 'shorts'). La actual soberana nos tiene acostumbrados al largo 'midi' y como la mayoría de féminas pertenecientes a la monarquía europea (a excepción de cuando practican deporte) no suelen mostrar más de dos dedos por encima de la rodilla. Ir más allá, enseñar ya muslo, se considera poco "apropiado" en un acto institucional. Obviamente, es cuestión de gustos (es decir, que nos genere a la vista armonía visual) y cultura; pero que la diosa Coco Chanel detestara la minifalda de Mary Quant a la que tildó de "sencillamente horrenda" ha acabado influyendo también en la visión negativa de la prenda. 

En 2009, Michelle Obama (no es reina de España, pero sí de mi corazón) también impactó a la retrógrada sociedad estadounidense al bajar del Air Force One en 'shorts', tras acabar sus vacaciones y regresar a la Casa Blanca. El pueblo americano acababa de descubrir que la primera dama era bípeda y se hacían encuestas de lo más surrealistas sobre si tenía derecho a tener piernas o no... Antes que Letizia, la 'first lady' también tuvo que hacer pedagogía (visualizar para normalizar) con el hecho de que una fémina pueda mostrar su fortaleza física enseñando unos brazos musculosos. Cuanto más la atacaban, más presumía ella de bíceps, apostando por modelos sin mangas que destacaran sus contundentes brazos. Por aquel entonces, una de las justificaciones que se empleaban para tratar de buscar sentido a tanta absurda crítica es que la constitución ancha de Michelle Obama hacía que se viera muy grandona y podía llegar a intimidar... Pero fíjense que en Letizia, que es la mitad de la mitad de un brazo o pierna de Michelle, asusta igual. Porque lo que molesta no es el tamaño sino la idea de que una mujer pueda tener, además de mayor fortaleza mental y emocional, igual o más fuerza física que muchos hombres. 

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Tan ridículo es atacar a Letizia por enseñar sus brazos y piernas (por cierto, envidiablemente tonificadas y morenas) como tratar de defender a la reina interpretando el gesto como una demostración de feminismo. Ser feminista y formar parte voluntariamente de una institución de herencia seminal donde tiene preferencia el varón da para unas cuantas sesiones de diván... Pero lo que sí es digno de aplaudir de la reina es cómo sabe hacer para que los medios de comunicación y la opinión pública bailen al son que ella desea. Siendo aún princesa, corría el rumor de que Letizia confesaba en 'petit comité' cómo había descubierto que con solo alargar o acortar el largo de su falda conseguía eclipsar cualquier titular que pudiera afectar a la monarquía. Quien haya seguido la evolución indumentaria de la reina desde su llegada a la Casa Real (y todos los escándalos que han acabado haciéndose públicos de los Borbones), puede darse cuenta de cómo Letizia ha llegado a convertirse en una gran estratega estilística. Por lo tanto, mientras todos quedaban impactados por el mini vestido rosa de Zara (29,95€), nadie se detendría a analizar el penoso paripé que montaron una vez más nuera, suegra y niñas para demostrar que (en ausencia de Felipe VI) las reinas mantienen también muy buena relación. Todas muy sonrientes y la emérita colgada del brazo de Letizia, como otro accesorio más. Como aquellas tristes escenas que se ven en las residencias de ancianos cuando detectas a la familia del interno o interna que acude una vez cada año y medio a ver a su pariente para limpiar su conciencia, quedar bien con el qué dirán o evitar ser expulsados definitivamente del testamento.

Dos días después, de paseo por el centro de Palma con el rey y sus hijas, Letizia volvió a mostrar pierna con unos mini 'shorts' (ciertamente, le favorecía mucho más el look de Zara, también porque llevar la mano en el bolsillo del pantalón todo el rato no ayudaba a lucirse). Nuevamente, todo el mundo obnubilado con la exhibición de piernas de la monarca. Algunos consideraron que se trató de una respuesta no hablada a quienes habían criticado horas antes el atrevimiento con su vestido mini. Tal vez, pero mientras se comentaba el estilismo de Letizia (por cierto, con alpargata plana de Hugo Boss… ¿Estando en el Mediterráneo, no es un crimen calzar alpargatas de una firma alemana?), la polémica sobre si el rey debía haberse levantado al paso de la espada de Simón Bolívar en la toma de posesión de Gustavo Petro en Colombia el pasado domingo perdió protagonismo porque sencillamente Letizia sí sabe que “la reina de España (no) tiene piernas”.