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Dios salve las bermudas | + Historia

Una de las claves de la supervivencia es la adaptación. Y ahora, con la temperatura por las nubes y el precio de la energía carísimo, hay que buscar maneras para hacer frente al calor sin arruinarse. Se puede empezar por el vestuario.

El gobernador militar de Bermudas y sus oficiales durante la Segunda Guerra Mundial.

El gobernador militar de Bermudas y sus oficiales durante la Segunda Guerra Mundial. / British Army

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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No descubriremos ahora que las altas esferas políticas y económicas viven a años luz de la realidad cotidiana de mucha gente. Recientemente hemos asistido a un enternecedor ejemplo que lo ilustra a la perfección: el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, pidió a sus ministros que no se pusieran corbata para ahorrar energía y, además, animó a las empresas del sector privado a hacer lo mismo. La idea es que sin corbata no será necesario tanto aire acondicionado. Eso ellos, que pasan el día bien fresquitos encerrados en los despachos y moviéndose en coche oficial. Pero en las calles por las que circulamos la mayoría de mortales hace ya tiempo que se ven pocas corbatas. No negaremos aquí la elegancia de este complemento de origen balcánico, al contrario. La distinción y el buen gusto, que por cierto no deberían tener nada que ver con la ideología ni el poder adquisitivo, hacen el mundo más agradable a la vista. Pero también hay que tener sentido común y con los termómetros subiendo al mismo ritmo que los precios, no tiene lógica ponerse un nudo en el cuello ahora que empezamos a notar la soga de la inflación.

De hecho, este debate hace ya tiempo que está superado y en muchas instituciones y empresas se está librando otro: si es apropiado que los hombres lleven pantalones cortos o no. Porque bien que las mujeres pueden ir con falda sin ningún problema, ¿verdad? Si ustedes son de los que quieren llevar pantalón corto pero les responden que no es adecuado, siempre tienen la opción de recurrir a un episodio histórico. El escenario donde tuvo lugar ya lo imaginan: las islas Bermudas.

Aunque ese pequeño archipiélago en medio del Atlántico está más cerca de América del Norte que de Europa, es un territorio que forma parte de la corona británica. A principios del siglo XX sus habitantes tenían una vida bastante tranquila, pero todo cambió al estallar la Primera Guerra Mundial. Entonces, la isla principal se convirtió en base naval de la Armada del Reino Unido, que operaba en esa área del océano.

Esto fue muy bien a ciertos empresarios locales, como Nathaniel Coxon, que regentaba el único salón de té que había en Bermudas. Los oficiales británicos, que podían estar en medio de la nada pero no perdían las buenas costumbres, lo convirtieron en un punto de encuentro habitual durante sus ratos de descanso. Coxon estaba encantado porque iba llenando la caja mientras las teteras no paran de humear... pero sus trabajadores no paraban de sudar. Entre el calor propio del clima y la altísima temperatura del local con tanta agua hirviendo, aquello era un suplicio. Tanto, que los camareros le pidieron al dueño si podían llevar un uniforme más liviano que no fuera la chaqueta azul y el pantalón caquis. No sabemos si fue Coxon en persona quien tuvo la idea, pero en vez de buscarles ropa nueva recortó la pernera del pantalón. ¡Y a servir té, que la caja no se llena sola!

Se dice que aquello no pasó desapercibido al contraalmirante británico Mason Berridge, quien decidió que si los autóctonos utilizaban pantalones cortos, sus tropas harían lo mismo. Y así fue como la oficialidad de Su Majestad que operaba en las zonas tropicales incorporó esta prenda en su uniforme. Eso sí, con zapato cerrado y calcetines hasta las rodillas. Mal no les fueron las cosas, porque acabaron ganando la guerra y conservaron sus territorios coloniales.

Mientras tanto, en la isla cada vez más gente empezó a vestir pantalón corto de forma habitual y durante la década de 1920 los empleados de la banca los acabaron poniendo de moda. Aquello ocurría al mismo tiempo que llegaban los primeros turistas británicos y americanos, que imitaron a los autóctonos y lo importaron a sus países. Poco después llegó la alta costura, que subió aquella prenda de vestir a las pasarelas. En 1948, la revista 'Vogue' habló por primera vez de las “Bermuda shorts” en sus páginas.

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En definitiva, que si ahora pasamos más calor que en Bermudas quizá deberíamos ser listos como los británicos e imitando a Mason Berridge, llevar un pantalón corto muy elegante, porque se puede ir fresco con clase.


Descubiertas por Bermúdez

Las Bermudas reciben ese nombre porque fueron descubiertas por el navegante José de Bermúdez alrededor de 1505 (se desconoce el año exacto). Sin embargo, los 181 islotes que forman el archipiélago continuaron deshabitados hasta 1612, cuando llegaron los británicos; que todavía conservan la soberanía de ese enclave del Atlántico, ahora poblado por unas 60.000 personas.

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