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¿Quién es Joana Valls? | + Historia

Un estreno cinematográfico y una exposición hacen que la alta costura sea noticia en la sección de cultura. Hoy, aprovechando el presente, nos preguntamos por el pasado, porque la historia de la moda es una de las grandes olvidadas.

Burgesas en el hipódromo de Can Tunis, en 1915.

Burgesas en el hipódromo de Can Tunis, en 1915. / Ballell Maymí, AFB

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Este viernes se estrena la película ‘Alta costura’ que, como su nombre indica, está dedicada al mundo de la moda. El filme llega a la gran pantalla cuando hace 10 días que en el CaixaFòrum de Barcelona se ha inaugurado la exposición ‘Cine y moda por Jean Paul Gaultier’, donde el modisto busca los puntos de contacto entre estos dos ámbitos de la creación artística.

Tanto la película como la muestra tienen como marco referencial París, que pese a la competencia de otros lugares como Milán o Nueva York, siempre se ha mantenido impertérrita como el gran referente de la moda. Hubo un momento en que en Barcelona proliferaron una serie de profesionales que situaron a la capital catalana en la liga de las ciudades de la elegancia, y ahí tuvo un papel destacadísimo una modista conocida como Joana Valls, aunque en realidad su nombre era Joana Giralt Miró.

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Lo más probable es que el nombre no les diga nada. Es normal. Como tantas y tantas mujeres de nuestra historia, es una completa desconocida. Menos mal que la doctora en historia de la moda Laura Casal-Valls dedicó su tesis a las modistas de alta costura que trabajaron en Barcelona entre los siglos XIX y XX. Gracias a su investigación sabemos que Joana Giralt nació en 1855 y que sus padres tenían un taller de modistería en la calle de Avinyó, especializado, sobre todo, en la confección de sombreros. Joana creció aprendiendo el oficio, y gracias a su talento y empuje lo pudo ampliar hasta convertirse en empresaria con el nombre comercial Joana Valls, que era el apellido de su marido. Con quien, por cierto, tuvieron nueve hijos.

En 1885 ya tenía dos establecimientos, uno en la misma calle de Avinyó y el otro en el número 34 de la calle de Ferran, donde entonces estaba el meollo de la vida barcelonesa. Enseguida empezó a despuntar y en 1888 fue la única modista que participó en la Exposición Universal.

A finales del siglo XIX la burguesía era la reina de las ciudades y la sociedad de consumo empezaba a dar sus primeros pasos con la aparición de los grandes almacenes. En Barcelona, por ejemplo, en 1881 se habían inaugurado los míticos El Siglo, que marcaron una época. Esto hizo que, cada vez más, la confección de vestidos a medida fuera vista como un lujo exclusivo, y en eso Joana Valls sobresalió. Tanto ella como sus colegas de profesión viajaban a París para conocer las tendencias del momento y después las presentaban a las burguesas barcelonesas. La fama de Valls era tal que su nombre aparece en las crónicas de sociedad, en alguna de las comedias de Serafí Pitarra e incluso en ‘La febre d’or’, de Narcís Oller.

Y es que su establecimiento era un referente en la ciudad. Buena prueba de ello es que fue de los primeros en iluminarse con gas, lo que aprovechó la compañía proveedora El mechero de Venus (¡qué nombre tan sensacional para una empresa!) para publicitar sus servicios en la prensa.

Una de las habilidades de Valls fue saber crecer al ritmo que lo hacía la opulencia de la Barcelona modernista y burguesa. Por eso en 1915 trasladó su establecimiento al Passeig de Gràcia, donde se concentraba la actividad de la ciudad fuera de las murallas. A juzgar por la cantidad de anuncios de ofertas de trabajo que publicaba en la prensa, debemos imaginar un negocio próspero y en ebullición constante.

Joana Valls se retiró en 1919 y con el paso del tiempo se fue olvidando su importancia, a pesar de que por sus talleres pasaron muchas aprendizas que después ejercieron su profesión presumiendo de la maestría de Valls, al igual que ahora hacen los jóvenes cocineros que han aprendido los secretos de los fogones con los chefs ya consagrados.

Ahora bien, Joana Valls no fue la única. También estaban las hermanas Montagne, Maria de Mataró y Ana Renaud. Y aunque todas ellas brillaron en su época gracias a su trabajo, ahora nadie sabe quiénes fueron. Ya que se habla tanto de visibilizar a las mujeres de nuestra historia, el mundo de la modistería está lleno de nombres que hay que restituir y reivindicar para hacer justicia a unas profesionales que fueron un referente.

 


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Un museo para saber más

Quien quiera saber más de este mundo no tiene ni que moverse de casa. Basta con visitar la web del Museu Virtual de la Moda de Catalunya, donde se recogen tres siglos de historia del textil catalogados con todo detalle. La promotora del proyecto es precisamente la doctora Casal-Valls, que quiere difundir esta parte del pasado, porque la moda también es patrimonio cultural.

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