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Adiós a los bajos tipos de interés

La subida de los tipos de interés está a la vuelta de la esquina. Después de seis años al 0%, el Banco Central Europeo los subirá en las próximas semanas. Será, según los expertos, el primero de varios incrementos a lo largo de este año. El cambio de rumbo en la política monetaria, cuyo objetivo es controlar la desbocada inflación, tendrá un impacto directo en los bolsillos de los ciudadanos. Pedro Aznar, de Esade, y Jaume Bonet, de EADA, dan cuenta de ello.

Subida tipos de interés

Subida tipos de interés / 123RF/ Andrey Popov

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Pedro Aznar y Jaume Bonet

El Banco Central Europeo (BCE) se encarga, desde el año 1999, de la política monetaria de la zona euro. Una de las tareas más importantes del BCE es la vigilancia de la estabilidad de los precios y para ello, el BCE se ha fijado como objetivo mantener la inflación (depreciación de la moneda) por debajo del 2%, del que ahora estamos lejísimos. Por eso, para domar la inflación, se da por descontado una primera subida de tipos. El BCE ya ha comenzado a preparar el terreno para este incremento con la aceleración de la rebaja en las compras de deuda. 

El Consejo de Gobierno del BCE tiene previsto reunirse para discutir su política monetaria el próximo 9 de junio, cuando también hará públicas sus nuevas proyecciones macroeconómicas, y se volverá a reunir una vez más antes de las vacaciones estivales, el 21 de julio. Fechas importantes para conocer cuál será el ritmo de la subida de tipos de interés.

Regreso al futuro

Pedro Aznar. Profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade

En 1985 un ahorrador que tenía una cuenta de ahorro en una institución financiera podía obtener una rentabilidad del 9% anual, mientras que el coste medio de un préstamo bancario era del 15%. Eran tiempos en los que la inflación anual registraba tasas superiores al 8%, y en las que el ahorrador acababa obteniendo un cierto rendimiento de sus ahorros, pues el tipo de interés superaba a la tasa de inflación, un entorno muy diferente al que hemos vivido desde que España es miembro de la eurozona. Ese mismo año se estrenó la película 'Regreso al futuro', que se convirtió en la película del año que más dinero recaudó en taquilla, le siguieron varias secuelas, y aparece en varias listas como película imprescindible en la lista de cinéfilos con interés en la ciencia ficción. La actual coyuntura macroeconómica no deja de recordarme el argumento de la película, en la que, en realidad, el protagonista viajaba al pasado.

La inflación ha venido para quedarse y una consecuencia indiscutible es la subida de tipos de interés

Hay que remontarse varias décadas para encontrar tasas de inflación como las que están experimentando los países europeos. Aunque en un primer momento se habló de inflación temporal, ya nadie duda de que la inflación no volverá a entornos en los que no superaba el límite del 2%, establecido como señal de alerta por parte de los Bancos Centrales. La inflación ha venido para quedarse, al menos durante un cierto periodo que puede abarcar más de un año, y una consecuencia indiscutible es la subida de tipos de interés, política que ya ha iniciado con firmeza la Reserva Federal de EEUU y a la que se unirá, sin duda el Banco Central Europeo. 

La primera pregunta que uno puede hacerse es por qué es imprescindible que suban los tipos de interés. Desde 2008, el tipo de interés del Banco Central Europeo ha estado por debajo del 2%, y en los últimos años, prácticamente desde 2016, ha sido 0%. ¿Cuántos bienes o servicios conocemos qué se puedan adquirir sin pagar directa o indirectamente por ellos? El tipo de interés es en esencia el precio del dinero, el coste a pagar para obtener liquidez ahora. Este tipo de interés se ha mantenido artificialmente bajo para responder, primero, a la crisis 2008, y más tarde a la pandemia.


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Los bancos centrales son responsables de la estabilidad de precios, por lo que con una inflación que supera el 9% y una inflación subyacente, la que no considera energía ni alimentos no elaborados, del 3,4%, es indiscutible la necesidad de subir el tipo de interés para de esa forma rebajar la inflación, pues un mayor coste de financiación frena la demanda agregada, y si al hacer la moneda más atractiva sube su valor, permite reducir el coste de las importaciones, ambos factores moderan la inflación.

El aumento de tipos beneficia a los ahorradores y perjudica a los más endeudados

Todas las políticas económicas tienen costes, que además tienden a repartirse de forma asimétrica. El aumento de tipo de interés beneficia a los ahorradores, al permitirles una mayor rentabilidad con riesgo bajo, y perjudica a aquellos agentes económicos más endeudados

El ahorro en una cuenta bancaria sigue implicando aún hoy perder poder adquisitivo

Para los ahorradores no es todavía una excelente noticia, porque si bien el tipo de interés está subiendo no iguala la tasa de inflación, lo que significa que a día de hoy el ahorro en una cuenta bancaria sigue implicando perder poder adquisitivo. El aumento del tipo de interés supone un aumento de los costes, y pagos financieros, de los agentes económicos más endeudados. Las familias con hipotecas a tipo variable y las empresas con mayores niveles de endeudamiento verán como han de destinar más dinero al pago de intereses, reduciendo la renta disponible para otros bienes y servicios, o los beneficios netos de las empresas.

No existe un tipo de interés único, el interés que aplican los bancos centrales está más relacionado con el euribor que con el tipo de interés de la deuda pública a largo plazo, así que conviene diferenciar el ritmo al que los diferentes tipos de interés se mueven. 

Ahora bien, es razonable asumir que conforme el Banco Central Europeo reduzca sus compras de deuda pública, cuando los países con déficit emitan deuda se verán obligados a ofrecer un mayor tipo de interés, de nuevo, con efectos asimétricos, pues el nivel de deuda pública sobre PIB de España se acerca al 120% y en Alemania no llega al 70%. Los países con mayor deuda verán cómo su tipo de interés aumenta en mayor medida, volveremos a hablar de prima de riesgo, y ello supondrá un freno para la aplicación de políticas de aumento del gasto público.

Estamos ante un cambio de entorno económico, en el que la toma de decisiones de gobiernos, empresas y familias deben considerar estos nuevos condicionantes. Esperemos, como en la película, que la vuelta al pasado venga acompañada de buenas decisiones de política económica en aras de un mejor futuro.  

¿Dónde invertir para protegerse de la inflación?

Jaume Bonet. Profesor de finanzas de EADA Business School

Después de la lenta recuperación, tras la crisis financiera global de los años 2007 y 2008, nos estábamos malacostumbrando a un escenario relativamente estable con una inflación moderada y unos tipos de interés bajos. Hace cuatro meses nos despertamos de este sueño de forma abrupta y nos enfrentamos a un nuevo escenario inflacionista en España (8,3% interanual) pero también en EEUU, Unión Europea o Reino Unido, algo que no veíamos desde hace unos 40 años. 

En general, siempre la inflación estaba provocada por un aumento de la demanda de los consumidores. La actual se debe a los precios de la energía y las materias primas. En ocasiones anteriores se podía regular la tensión inflacionaria incrementando los tipos de interés para reducir la disponibilidad de dinero de los ciudadanos y su capacidad de consumo. Hoy, a pesar de que suban los tipos de interés, seguiremos consumiendo energía y no será tan rápido su efecto sobre el control de la inflación. Es mucho más efectivo lo que decidió la semana pasada el Consejo de Ministros: limitar el precio del gas que se utiliza como referente en el cálculo del precio de la electricidad. Quizás sería aconsejable revisar la fórmula que utilizan las eléctricas en dicho cálculo ya que, si bien antes la mayoría de la producción eléctrica era mediante centrales térmicas, actualmente se utilizan también energías renovables en este proceso, lo que debería reducir el efecto del gas en el precio del kilovatio.

El BCE no tardará en reaccionar. Y esto sería el principio de dos o tres subidas de tipos antes de final de año

La Reserva Federal de EEUU fue la primera en reaccionar el pasado mes de marzo con una subida de un 0,25% del tipo de interés. El pasado 5 de mayo volvió a subir 0,5 puntos quedando en un 0,75%, el mayor en los últimos 22 años. El Banco Central Europeo (BCE) no tardará en reaccionar, se dice que en junio. Y esto sería el principio de dos o tres incrementos antes de final de año.

Como efecto inmediato, las bolsas han caído, especialmente en EEUU, y se han producido grandes bajadas de precio en las criptomonedas. Si bien este último efecto es impactante, no es excepcional, debido a la elevada volatilidad de sus precios y riesgo en este tipo de inversión.

La inflación tendrá un efecto muy negativo en el poder de compra del ciudadano

De todos modos, la inflación va a tener un efecto muy negativo en el poder de compra del ciudadano. Establecer las cláusulas de revisión salarial en base a la inflación podría ser pernicioso y contribuir a mantener el porcentaje de inflación alto. Creo en un acuerdo entre sindicatos y empresarios donde se modere el incremento salarial propuesto y se reduzcan en parte los beneficios empresariales. 

Ante esta situación, ¿cómo nos podemos proteger del efecto negativo de la inflación? Si bien parece incongruente, el diferencial entre los tipos de interés que aplican (por el momento) los bancos a los préstamos y el porcentaje de inflación podría inducir al inversor privado a endeudarse para invertir, ya que el tipo de interés neto del dinero sería negativo. Pero la pregunta que se plantea dicho inversor es dónde invertir actualmente para protegerse del efecto inflación.


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La recomendación es complicada y depende del riesgo que se quiera asumir. Una primera idea sería colocar el dinero en inversiones que sigan la evolución de la inflación. Tendríamos las empresas eléctricas o petroleras. Otra posibilidad sería invertir en empresas productoras o comercializadoras de materias primas, superficies comerciales y empresas relacionadas con el turismo (su actividad repuntará tras eliminarse las restricciones de movilidad, debidas a la pandemia del covid).

La recomendación sería contratar una hipoteca a tipo fijo, aunque quizás ya es tarde

Adicionalmente está la inversión en activos inmobiliarios. La compra de un inmueble para su posterior alquiler puede cubrir al inversor por la indexación a la inflación de los contratos de alquiler. Tanto si el inmueble es como inversión o para uso propio, la recomendación sería contratar una hipoteca a tipo fijo, aunque quizás ya es un poco tarde. Desde la subida del Euribor este mes de mayo, los bancos han empezado a aumentar los tipos de interés fijos de las hipotecas. 

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Como inversión más segura, aunque su rentabilidad sea mucho menor, están los bonos emitidos por el Estado. La Reserva Federal está ofreciendo el bono a 10 años con una rentabilidad aproximada del 3% anual. También existen bonos indexados a la inflación cuya inversión se realiza a través de fondos de inversión gestionados por las entidades financieras. En el caso de inversores expertos, se puede considerar la contratación de instrumentos de cobertura (derivados) que compensen el efecto de la inflación en la rentabilidad de las inversiones.

Es importante diversificar las inversiones, no poner todos los huevos en la misma cesta. El objetivo es reducir el riesgo y la volatilidad, aunque, en ocasiones, sea en detrimento de su rentabilidad.