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¿Por qué el día de la danza es hoy? | + Historia
Hoy es el Día Internacional de la Danza, uno de los pocos momentos que prestamos atención a esta forma de expresión artística. Se celebra el 29 de abril porque es el aniversario del nacimiento de uno de los grandes coreógrafos de todos los tiempos.
Una escena de danza moderna.
La danza es una de las artes más olvidadas de nuestro tiempo. Aunque bailar forma parte de todas las culturas, esta expresión artística siempre queda en segundo plano, superada por otras más populares como el cine, el teatro, la música e incluso la ópera. Rara vez aparecen noticias sobre esta disciplina, y seguramente hoy es uno de los pocos días en que se habla de ella porque se celebra el Día Internacional de la Danza. Además, la jornada está de aniversario ya que la Unesco la instauró en 1982, hace ahora 40 años. No es una fecha elegida al azar: tiene una razón de ser que la mayoría ignoramos, lo que acaba de demostrar el desconocimiento general que tenemos sobre este mundo.
Entretodos
Tal día como hoy de 1727 nació, en París, Jean-Georges Noverre. A pesar de haber debutado ante el rey Luis XV y ser uno de los grandes coreógrafos de todos los tiempos, los propios franceses admiten que es un célebre desconocido, y eso que es considerado el padre de la danza moderna. Antes de él, esta actividad artística no estaba muy bien considerada y sus practicantes eran menospreciados por la gente de la cultura, hasta el punto de que en francés era habitual utilizar la expresión “être bête comme un danseur” (ser burro como un bailarín).
Noverre quiso acabar con esta imagen de la profesión y darle prestigio a través de un libro, publicado en 1760 y titulado ‘Lettres sur la danse et sur les ballets’. En aquellos momentos, la letra impresa tenía un enorme prestigio y era inusual que un bailarín escribiera. Noverre quería demostrar que detrás de su arte había reflexión e intención, al igual que ocurría en la pintura o la literatura, disciplinas consideradas superiores. Además, defendía lo que se conocía como ‘ballet-pantomima’. Entonces, ‘pantomima’ no tenía la connotación peyorativa que tiene ahora y se utilizaba para definir un tipo de danza en la que no se recurría a la palabra en ningún momento: el artista debía ser capaz de contar la historia solo con el movimiento de su cuerpo y la expresión facial. Los estudiosos lo consideran el paso previo al ballet que conocemos ahora, que surgió en el siglo XIX.
En cuanto se publicó, el texto de Noverre generó un enorme debate y se tradujo al inglés, al español y al alemán. Entonces ya era un bailarín reputado, que había actuado en las principales cortes europeas, pero no todo el mundo estaba de acuerdo con sus planteamientos y algunos intelectuales le consideraban un pretencioso que intentaba elevar la danza a una categoría a la que nunca llegaría.
Claro que él tampoco necesitaba abuela. A lo largo de las páginas de aquellas ‘Lettres’ se presentaba como un innovador incomprendido y transgresor, por encima del resto de colegas de profesión, a quienes no escatimaba críticas cargadas de palabras humillantes. Según él, eran un grupo de ignorantes que se habían quedado desfasados y seguían repitiendo viejas fórmulas de épocas pretéritas. También es cierto que había muchos que no podían ni verlo. No vamos a descubrir ahora que la envidia es uno de los males universales de la humanidad desde que el mundo es mundo.
Juan Ignacio Vallejos es uno de los máximos especialistas en historia de la danza y ha investigado la figura de Noverre. Una de las cosas que pone de manifiesto con su trabajo es que el coreógrafo francés no era una ‘rara avis’ en medio de la nada, sino que se supo beneficiar del trabajo de otros compañeros de profesión que también lucharon por modernizar la disciplina. El problema es que estos todavía son menos conocidos. Salvo los más versados en este mundo, el resto no tenemos ni idea de quiénes fueron el austriaco Franz Hilverding, el florentino Gasparo Angiolini ni Maria Sallé, bailarina francesa de una generación anterior a Noverre de la que este aprovechó las innovaciones que introdujo a lo largo de su carrera.
La historia no son compartimentos estancos. Es un largo hilo que conecta la gente y los hechos de todos los ámbitos. También en la danza, por mucho que Noverre aspirara a ser la única estrella del espectáculo.
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Un maestro precoz
Jean-Georges Noverre empezó a bailar en 1742, cuando tenía 15 años, y ya no paró hasta su muerte, en 1810. Durante su vida actuó ante la flor y nata de Europa, haciendo estancias en Lyon, Estrasburgo, Londres, Stuttgart, Viena... Fue el bailarín preferido de la reina María Antonieta y gracias a ello fue Maître des Ballets de la Ópera de París.
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