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Las mujeres microscópicas de la ciencia | + Historia

Cosmocaixa ha inaugurado Micràrium, un espacio para difundir el mundo microscópico; una parte del universo que no veríamos si no fuera por los microscopios, las placas de Petri, el agaragar y una mujer desconocida.

Fanny Eilshemius Hesse.

Fanny Eilshemius Hesse.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Desde que el covid-19 irrumpió en nuestras vidas, el vocabulario cotidiano se ha llenado de términos científicos. Es verdad que antes ya sabíamos que los virus existen y que se pueden combatir con vacunas, pero ahora -después de estos dos años largos desde que nos llegaron las primeras informaciones de China sobre esta enfermedad- hemos intentado aprender cómo funciona esta parte del mundo que no vemos porque a simple vista es invisible. Por suerte tenemos los microscopios, unos aparatos que empezaron a desarrollarse en el siglo XVII, entre otros gracias al ingenio de Galileo Galilei (que aunque se haya llevado la fama, no fue ni el único ni el primero en utilizarlos).

Con el paso de las centurias, no solo se mejoraron las prestaciones de estos aparatos sino que también lo hicieron las técnicas de laboratorio. Fruto de ello, en el siglo XIX, se realizaron descubrimientos de vital trascendencia. Por ejemplo, el alemán Robert Koch identificó el bacilo de la tuberculosis, el del ántrax y el causante del cólera; lo que abrió la puerta a mejorar el tratamiento para combatir estas enfermedades.

Aunque el imaginario popular suele representar al científico solo en el laboratorio, la realidad es que la investigación es un trabajo de equipo y si avanza es gracias a la colaboración de sus miembros. De hecho, Koch se benefició del ingenio de sus ayudantes para hacer mejor los cultivos de bacterias, aunque de entrada no reconoció sus contribuciones.

Hay uno que sí ha pasado a la historia porque es recordado por los científicos cada vez que analizan una muestra utilizando las placas de Petri. Son esos pequeños platos donde se hacen cultivos para después observarlos con el microscopio. Su diseño es una creación del doctor en medicina Julius Richard Petri, cuando estaba en el equipo de Koch.

Para mantener las colonias de microorganismos estables en las placas de Petri se utilizaba gelatina. El problema era que cuando llegaba el verano, con el calor, la gelatina perdía consistencia y las muestras se estropeaban. Cabe recordar que todo aquello ocurría a finales del siglo XIX, cuando no existían sistemas de refrigeración ni apenas ventiladores.

Otro de los ayudantes de Koch, el microbiólogo Walther Hesse, lo comentó a su mujer, que le propuso sustituir la gelatina por agaragar, un producto hecho con algas y que pese a tener propiedades gelatinosas, en cambio, resiste mucho mejor las altas temperaturas. Ella lo conocía porque lo utilizaba para cocinar, precisamente porque le ofrecía mejores prestaciones que la gelatina convencional a la hora de preparar mermeladas y otras recetas. Explicado así puede parecer que todo aquello fue fruto de una conversación informal entre un matrimonio, donde la mujer era ama de casa y devota esposa de un marido científico. Sin embargo, la realidad es algo diferente. Fanny Hesse es uno de los nombres olvidados de la historia de la ciencia.

Nacida en 1850, a los 23 años se casó con su esposo con quien enseguida empezó a colaborar en el ámbito académico. Le ayudaba a preparar (y limpiar) los utensilios y muestras, y era la encargada de dibujar las acuarelas que reproducían las observaciones microscópicas de Walther Hesse (entonces aún no se podían hacer fotos de las muestras). Es decir, marido y esposa formaban equipo y Koch se aprovechó de ello. Enseguida empezó a utilizar las placas de Petri con agaragar. En el artículo de 1882, donde explicaba sus revolucionarios descubrimientos sobre la tuberculosis, dejó constancia de que había usado ese producto para estabilizar las muestras biológicas. Ahora bien, se olvidó de un pequeño detalle: mencionar que aquella innovación no era cosa suya sino del matrimonio Hesse.

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Walther murió en 1911 y Fanny en 1934, pero no fue hasta mucho más tarde que se reconoció su papel en el progreso científico. Su caso es uno de los muchos que esconde la historia, porque era habitual que las esposas también realizaran tareas en el campo de la investigación, pero han sido sistemáticamente dejadas de lado. Como si ellas también fueran microscópicas.


Agaragar

Fanny Hesse tenía familia en las colonias asiáticas y por eso conocía el agaragar. Actualmente sigue siendo un producto básico en la cocina a la hora de preparar algunas recetas. Y en el ámbito científico también. Si bien, en este caso, ahora se fabrica con determinadas propiedades específicas para que su uso en los cultivos de laboratorio sea más eficiente.

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