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Giulio Boccaletti: "Las inundaciones dependen de cómo se gestionan los bosques y los campos"

Este físico italiano afincado en Londres empezó investigando clima en la Universidad de Princeton y en la NASA y ha acabado ocupándose de política y empresa en organizaciones como la consultora McKinsey y la fundación The Nature Conservancy. El agua es algo natural y político a la vez, afirma en su último libro.

El escritor Giulio Bocaletti

El escritor Giulio Bocaletti / Ático

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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¿Por qué el agua es política?

El corazón de la cuestión hídrica es político más que técnico. La conversación sobre el agua va de nuestra identidad y de nuestro futuro económico y social. Hablar del agua es una manera de hablar del clima. El cambio climático está ocurriendo y el futuro no será como el pasado. El riesgo es que la gente piense que esa es una cuestión técnica. En realidad, las decisiones fundamentales con las cuales nos enfrentamos son políticas, institucionales, de identidad. 

¿Tiene un ejemplo de ello?

El conflicto de Ucrania. Para la mayoría de las personas del mundo, su efecto principal será en la producción de trigo. Ese cultivo depende de tecnologías de riego sofisticadas. Hace unos meses, una conversación sobre este tema se hubiera centrado en esas tecnologías. Pero la cuestión política profunda es quién controla el territorio.

"La ilusión del control del agua es un artificio que está a punto de romperse."

Giulio Boccaletti, autor de "Agua: una biografía" (Ático de los libros, 2022)

¿Y un ejemplo español? 

La sequía en el norte del Mediterráneo. Se podría pensar que es una cuestión de capacidad de almacenamiento o de eficiencia del riego. Hay algo de eso. Pero la variable fundamental es qué se cultiva. Problemas como: si un agricultor que cultiva arroz tiene que pasar a cultivos de secano ¿quién paga por ello? Rápidamente, eso se convierte en una cuestión política.

Embalses y trasvases marcan la historia reciente de España.

Durante la primera mitad del siglo XX, los gobiernos de los países desarrollados actuaron de fontaneros para convertir un sistema hídrico muy variable en uno donde todo el mundo tiene agua por un grifo. Los pioneros fueron los EEUU en California y Arizona. Eso ocurrió en consecuencia de la expansión del sistema hidroeléctrico, que impulsó la segunda industrialización. También concurrió la gran capacidad de gasto del Estado, que creció de forma enorme hasta la crisis energética de los años 60.  

En Catalunya se debatió hace años el trasvase del Ródano.

Hoy valoramos esas infraestructuras de forma distinta, por su impacto medioambiental. Hacer una gran transferencia de cuencas se valora de forma distinta en el siglo XXI.

"Las decisiones a tomar no son técnicas, tienen que ver con nuestro futuro."

Giulio Boccaletti, autor de "Agua: una biografía" (Ático de los libros, 2022)

¿Qué opina de la municipalización del agua?

La cuestión no es la propiedad del agua, que sigue siendo del Estado, sino quién gestiona las infraestructura que la transporta, si es un actor público o uno privado. Por una parte, el privado extrae un ganancia de esta operación, que es un coste adicional. Por otra parte, hoy el sector público no tiene mucha capacidad financiera para pagar infraestructuras, que requieren grandes capitales. En París, el sector privado modernizó la infraestructura y, cuando caducó el contrato, el sector público la recuperó. Sin embargo, la cuestión municipal es una parte pequeña de toda la gestión del agua. 

¿Qué hay más allá de eso? 

El uso del territorio. La variable principal para saber cuánta agua hay en una cuenca es el tipo de plantas que crecen en ella. La gestión de las inundaciones depende de cómo se gestionan los bosques y los campos. En Catalunya, hay que hablar de cómo se gestiona el territorio y el agua y quién tiene derecho de decidirlo. Una vez que se haya decidido eso, que el agua la entregue una entidad pública o una privada dependerá de las condiciones que pongan.

"Hay que imaginar qué territorio queremos y gastar en infraestructura verde."

Giulio Boccaletti, autor de "Agua: una biografía" (Ático de los libros, 2022)

Dice que pensamos poco en el agua: ¿por qué?

Vivimos en una ilusión de control del agua. Es un artificio que está a punto de romperse. El cambio climático volverá a enfrentarnos con los problemas del agua. Vivimos en un mundo aparentemente estable. Llueva lo que llueva, puedo seguir duchándome, aunque haya sequía. Lo mismo ocurre con las inundaciones. Hay embalses y márgenes que nos protegen. Hemos uniformado el territorio para vivir a un ritmo distinto al de la naturaleza. Pero estas infraestructura están dimensionadas sobre el clima del pasado. Ahora va a ser mucho más variable e irregular. Estas infraestructuras se verán superadas. Habrá sequías. Primero sufrirán los agricultores. Luego, la población general. También habrá problemas relacionados, como inundaciones e incendios. Esta es la normalidad para la mayoría del planeta. Ahora vamos a redescubrirlo nosotros también. 

¿Es pesimista u optimista?

Optimista. No nos enfrentamos a una distopia. Parte de la adaptación será una aceptación de la nueva variabilidad. Pero también tenemos una enorme capacidad de actuar. Las soluciones requieren legitimidad y recursos. En el pasado, transformamos es paisaje cuando expresamos una visión colectiva sobre lo que queríamos y movilizamos recursos financieros y trabajo. La legitimidad es el resultado de una decisión política. La alternativa es el despotismo. No hay que delegar las decisiones a una oficinas. Necesitamos mucha más discusión pública sobre el agua.

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¿A qué soluciones se refiere? 

Necesitamos gastar más en el territorio, más dinero para infraestructuras naturales y verdes. Una banca verde. Instituciones que movilicen capital. También necesitamos una gestión integrada de los recursos hídricos y de las cuencas. Sobre todo, los partidos tienen que reflexionar y hacer propuestas sobre como imaginan que sea el territorio.