Entender + el agua

El agua, un recurso vital a salvaguardar

Con el objetivo de promover la importancia del agua dulce en el planeta y la necesidad de proteger este preciado recurso, Naciones Unidas estableció el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua. Este año, bajo el lema ‘Haciendo visible lo invisible’, se centra en reivindicar el valor de las aguas subterráneas. Miquel Rovira y Xavier Martínez, de Eurecat, y Josep Maria Carmona, de la UB, plantean algunos de los retos actuales.

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Miquel Rovira, Xavier Martínez y Josep Maria Carmona

A pesar de que el 70% del planeta esté compuesto de agua, menos del 3% es agua dulce. Sin embargo, de esta cantidad, tan solo el 0,007% está disponible para consumo humano. Esto se debe a que el 69% está congelada en los polos, el 30% es agua subterránea en los acuíferos y el 0,3% está en los ríos y arroyos.

Estos datos evidencian la importancia del agua dulce, fundamento de la vida de todos los seres vivos, pero también su escasa disponibilidad en el planeta y la clara necesidad de proteger este valioso recurso. Según datos de la ONU, el 97% del agua dulce líquida se encuentra bajo nuestros pies. El agua subterránea, además, da sustento al suministro de agua potable, el saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas.

El reto, y más ante los efectos del cambio climático, es garantizar el suministro de agua en cantidad y calidad suficientes, como persigue la meta número 6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU.

La tecnología, clave para la seguridad hídrica

Miquel Rovira, director del Área de Sostenibilidad del centro tecnológico Eurecat, y Xavier Martínez, director de la Unidad Tecnológica de Agua, Aire y Suelos de Eurecat

Trasladémonos hacia el futuro por un momento, ocho años adelante, e imaginemos que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en 2015 por la ONU en el marco de la Agenda 2030 para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible, se han alcanzado plenamente. El ODS 6 -agua limpia y saneamiento-, junto con otros objetivos, garantiza el suministro de agua en cantidad y calidad suficientes. Es fundamental para el avance de la sociedad, la lucha contra la pobreza y las enfermedades, así como para un desarrollo sostenible a nivel económico, social y ambiental, imprescindible también para el mantenimiento de los ecosistemas.

Pero regresemos al presente, estamos en 2022 y la realidad es que el ODS 6 probablemente no se alcanzará en 2030 a nivel global, lo que se verá agravado por la dificultad de cumplimiento de otros ODS, como por ejemplo el 13 -Acción por el clima-, que persigue adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos

El cambio climático afecta de modo muy significativo al ciclo hidrológico, lo que es especialmente relevante en la región mediterránea

Efectivamente, el cambio climático afecta de modo muy significativo al ciclo hidrológico, lo que es especialmente relevante en la región mediterránea. Es inquietante que los países que menos contribuyen al cambio climático son los que más lejos están de ver garantizado el acceso al agua; esto afecta especialmente a los países menos desarrollados socio-económicamente, muchos de ellos en el continente africano.  


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Estamos frente al desafío urgente de lograr la seguridad hídrica, que implica una disponibilidad de agua adecuada, en cantidad y calidad, el aprovechamiento de los recursos de forma sostenible y la gestión de las interrelaciones entre los diferentes usos del agua y sectores de manera coherente, sin olvidar un nivel aceptable de riesgos para la población, el medio ambiente y la economía.

¿Cómo podemos acelerar el proceso hacia la seguridad hídrica? Es esencial una nueva gobernanza del agua, la creación de alianzas estratégicas, la educación y sensibilización, aumentar la cantidad y la eficiencia de los recursos financieros y, por supuesto, potenciar el rol de la tecnología. En este sentido, las oportunidades son enormes y el ecosistema catalán dedicado al agua en Catalunya puede hacer aportaciones de gran impacto.

Nos enfrentamos a dos grandes retos para garantizar la resiliencia del ciclo del agua en un escenario de cambio climático

Actualmente, nos enfrentamos a dos grandes retos para garantizar la resiliencia del ciclo del agua en un escenario de cambio climático: asegurar la cantidad y la calidad de los recursos hídricos. En el primero de los casos, las soluciones pasan por un uso eficiente del agua disponible y, sobre todo, por obtener fuentes alternativas tales como la desalación o la reutilización. Por otra parte, es necesario aplicar estrategias que permitan asegurar la calidad química y microbiológica del agua, tanto en el propio medio natural como en el momento de su consumo. 

Por ejemplo, hoy en día es posible, gracias a los últimos avances en tecnología de materiales, obtener agua de elevada pureza a partir del agua de mar o de las aguas residuales con un consumo energético próximo al límite teórico, es decir con una gran eficiencia. Gracias a técnicas de análisis de datos, inteligencia artificial combinadas con tecnologías fotónicas o de biología molecular somos también capaces de predecir y analizar la presencia en tiempo real de contaminantes en el agua a concentraciones ínfimas y reducir significativamente el consumo energético de los procesos de depuración.


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La tecnología ya permite recuperar el nitrógeno y el fósforo del agua residual y transformar materia orgánica en energía

Precisamente, la obtención y recuperación de recursos del ciclo del agua es otro de los grandes retos a los que se enfrenta el sector. Es en el agua donde desechamos buena parte de los nutrientes necesarios para la agricultura, perpetuando el actual modelo económico lineal que debemos convertir en circular. La tecnología actual permite recuperar nutrientes como el nitrógeno y el fósforo del agua residual, cerrando el círculo y evitando la utilización de recursos no renovables. Pero también permite transformar la materia orgánica presente en el agua residual en energía en forma de biogás e incluso hidrógeno o en plásticos altamente biodegradables no provenientes del petróleo. En un futuro no muy lejano, será posible obtener elementos químicos críticos imprescindibles para el desarrollo tecnológico tales como el litio o el magnesio en las propias desalinizadoras de agua de mar, en un paso más hacia el cambio de paradigma hacia un ciclo del agua productor de recursos.

Debemos catalizar las actuaciones para converger hacia la seguridad hídrica y el cumplimiento de los ODS. Los tecnólogos estamos preparados, ¿nos acompañan?

Las aguas subterráneas ante el reto del cambio climático

Josep Maria Carmona es profesor de Hidrogeología de la UB, Facultat de Ciències de la Terra, y miembro del Consejo de Dirección del Institut de Recerca de l’Aigua de la UB (IdRA)

Desde 1993, cada 22 de marzo la ONU celebra el Día Mundial del Agua para sensibilizar sobre la importancia que tiene el agua dulce para la sociedad y para hacer frente a la crisis mundial del agua (2.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable). Esta celebración se realiza para apoyar el Objetivo 6 de Desarrollo Sostenible de la ONU (agua y saneamiento para todos en 2030). Este año, la celebración se focaliza en las aguas subterráneas, un recurso renovable que, aunque se manifiesta por todas partes, no es directamente visible porque se halla oculto bajo nuestros pies.

Las aguas subterráneas se desplazan a lo largo de unas formaciones geológicas del subsuelo denominadas acuíferos. Estos acuíferos se recargan sobre todo por la infiltración de parte del agua de lluvia a través de la superficie del terreno. Una vez en los acuíferos, estas aguas se dirigen lentamente hacia los mares y océanos, en donde descargan subacuáticamente, cerrando así el ciclo del agua. Como parte de este ciclo, las aguas subterráneas alimentan manantiales, ríos, lagos y humedales, preservando así los hábitats y la biodiversidad de sus ecosistemas acuáticos. La vida, por tanto, no sería posible sin las aguas subterráneas. En la mayor parte de las zonas áridas del mundo la dependencia de las aguas subterráneas es total.

El 60% del consumo mundial de aguas subterráneas se destina a la agricultura para la alimentación de personas y animales

Únicamente el 3% del total de las aguas del planeta son dulces, y de estas las subterráneas representan el 22%, mientras que las superficiales de ríos y lagos son el 1%. Las aguas subterráneas se extraen a la superficie principalmente mediante pozos dotados de bombas o a través de galerías. Los usos de las aguas subterráneas varían ampliamente entre las diferentes regiones del mundo y dependen en buena medida del clima. Aproximadamente el 60% del consumo mundial de aguas subterráneas se destina a la agricultura para la alimentación de personas y animales. Del resto, la mayoría se destina a abastecimiento urbano y a la industria.


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Hay que evitar la sobreexplotación del recurso y protegerlo de la contaminación

Las aguas subterráneas se hallan disponibles a lo largo del año en todas las partes del mundo, incluso durante los períodos de lluvias escasas. Pero es un recurso que hay que gestionar y proteger de manera adecuada, asegurando su sostenibilidad tanto en cantidad como en calidad. Para ello, hay que evitar la extracción de más agua subterránea de la que se recarga (lo que se conoce como sobreexplotación), que es causa del agotamiento de este recurso, y protegerlo de la contaminación, que impide que pueda ser destinado a los usos a los cuales se estaba destinando.

Tanto la sobrexplotación de las aguas subterráneas como su contaminación son una manifestación del denominado cambio global. Este concepto se refiere a los cambios y modificaciones que se están produciendo a gran escala como resultado de la intensificación del conjunto de actividades antropogénicas como consecuencia del crecimiento de la población humana y su necesidad de recursos. Estas actividades se vienen realizando desde muchas décadas atrás, a lo largo del pasado siglo y en la actualidad, y han derivado en la alteración de los diferentes componentes biofísicos del planeta. Entre estos, los recursos hídricos, pero también la atmósfera, océanos, suelos, biodiversidad, y otros.

Una de las manifestaciones más importantes del cambio global es el calentamiento global como resultado de la emisión de gases de efecto invernadero. Esta emisión está generando uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la humanidad, el cambio climático, que es la mayor amenaza ambiental, social y económica de nuestro tiempo y que afecta a todas las formas de vida en la Tierra. El cambio climático disminuirá la recarga de las aguas subterráneas, lo que reducirá a su vez el agua que alimenta los ríos. Además, se espera que, con esta disminución de recursos hídricos, y con el incremento de la población y su demanda de agua, la cantidad y calidad del agua subterránea y superficial disminuyan sustancialmente a lo largo del presente siglo.

La subida del nivel del mar hará que el agua salada penetre muchos kilómetros tierra adentro

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Otro de los efectos del calentamiento global es la subida del nivel del mar. En las grandes llanuras costeras del planeta, en donde habitan más de mil millones de personas, disponen de las aguas subterráneas como fuente de recursos hídricos. En estas zonas, la subida del nivel del mar hará que el agua salada penetre muchos kilómetros tierra adentro, sustituyendo las aguas subterráneas dulces por agua salada marina. 

Para acabar, como sucede con el resto de los efectos del cambio climático, las políticas de mitigación y adaptación al mismo son las que se proponen para afrontar los efectos sobre las aguas subterráneas, un bien común de toda la humanidad.

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