Entrevista

Johny Pitts: “Resulta crucial desactivar el ‘apartheid’ pasivo europeo”

El británico Johny Pitts ha volcado en ‘Afropeans’ (Capitán Swing) la crónica de su viaje de seis meses por Europa en busca de la conciencia negra del continente, y ha confeccionado así un libro necesario que ayuda a entender a esa comunidad, los afropeos, y su constante búsqueda de una identidad en un entorno que aplica sobre ellos un racismo sutil pero estructural.

El afropeo británico Johny Pitts.

El afropeo británico Johny Pitts. / Capitán Swing

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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-Dígame, ¿cuál es la definición de afropeo? ¿Qué hace a una persona negra afropea?

-Yo creo que el legado del colonialismo, esta interacción, es lo que está en el corazón del concepto de afropeísmo. Creo que los afropeos son personas que han crecido en medio de una mezcla de culturas, en muchas ocasiones culturas que han sido obligados a asumir por la fuerza. No sé, en Martinica hay personas que las primeras palabras que aprenden en el colegio son “je suis français”, por ejemplo. Creo que el afropeísmo es una forma de reconciliar todo eso, de no rechazar ninguna influencia sino, por el contrario, de juntarlas de una manera que resulten… Cuál es la palabra que estoy buscando: productivas.

-En esa misma línea, ¿cuál sería entonces la diferencia entre un afropeo y un africano que vive en Europa?

-Creo que un africano en Europa tiene una herencia cultural de referencia más específica. Tengo un amigo que es de Nigeria y es muy consciente de la historia de su país y de su legado, pero se siente afropeo por la manera como fue educado aquí, y no tiene en absoluto la intención de moverse de Europa. Pero también conozco ganeses que viven en Europa y que se sienten ganeses y sienten que sus raíces están en Ghana, y muchas veces su sueño es ganar algo de dinero aquí para volver a Ghana con sus familias. Diría que los afropeos son africanos o personas con raíces africanas que se sienten parte de la comunidad europea.

"El legado del colonialismo, esa interacción, es lo que está en el corazón de la noción de afropeísmo"

-En EEUU existe una identidad colectiva negra, lo que no ocurre en Europa. ¿Por qué?

-Bueno, supongo que de entrada lo más obvio es que es una cuestión de lengua. Y luego hay cosas heredadas del colonialismo, y de la forma como se desarrolló el colonialismo de algunos países. Pongamos por caso Francia. Cuando uno habla con alguien de Martinica se da cuenta de que se siente más aceptado en Francia que alguien de Senegal, o de Mali. Y está el hecho de que Europa es un continente muy dividido culturalmente, y eso se traslada inevitablemente a la comunidad negra.

-Bijlmer, Matongé, Clichy sous Bois, Cova da Moura… A veces tuve la impresión de que su viaje por la Europa afro era un viaje al gueto.

-Creo que más que ‘gueto’, la palabra es ‘periferia’. Mi viaje fue un viaje a la periferia europea en busca de la cultura negra. Por supuesto que hay historias de éxito entre la comunidad negra europea, y por supuesto que no todas las personas negras de Europa viven en la periferia, pero sí la gran mayoría, y para mí era obvio que había que contar las historias de esas personas que durante mucho tiempo han sido invisibles. Era interesante porque implicaba desafiar la idea preconcebida de Europa, era decir: esto también es Europa. Cuando la periferia se convierte en gueto, el gueto explota, como sucedió con los disturbios en la ‘banlieue’ de París, en 2005.

"Europa es un continente muy dividido culturalmente, y eso se traslada inevitablemente a la comunidad negra"

-En el libro menciona la palabra ‘apartheid’. ¿Hay un ‘apartheid’ pasivo?

-Sí, creo que hay una forma de ‘apartheid’ pasivo. Es algo que últimamente se puede ver con los procesos de gentrificación, cuando las comunidades de inmigrantes, extranjeras y multiculturales, son expulsadas de barrios que se transforman para acoger a las clases medias blancas. Sé que ‘apartheid’ es una palabra fuerte, pero definitivamente hay algo que separa a las clases blancas pudientes de Europa de los negros pobres. Una buena ciudad es un sitio de encuentro, un sitio de convivencia, porque cuando constantemente te cruzas con gente distinta de ti mismo es más difícil reducir a esas personas a estereotipos. Por eso resulta crucial desactivar este ‘apartheid’ pasivo en el que las comunidades viven separadas, los negros en la periferia y los blancos en sus propias comunidades privatizadas.

-Hablemos de esa paradoja que hay entre el racismo estructural europeo y el hecho de que la construcción mental del europeo medio le impide reconocerse como racista, aunque lo sea. Al menos en EEUU van de frente.

-Estoy de acuerdo, es más sutil en Europa. En EEUU hay algo muy evidente contra lo que luchar, en Europa no, y eso tiene que ver mucho con la asimilación. En Francia, por ejemplo, no se molestan en hacer estadísticas por razas, porque dicen, si eres ciudadano francés, eres francés, no nos importa tu raza. Y eso suena genial, pero cuando existe una frontera clara entre los que gozan de bienestar y los que no que está en línea con la dinámica racial, quiero decir, cuando las dinámicas de poder son racistas, no llevar estadísticas no ayuda. Hay versiones de esto por toda Europa.

"Hay una división masiva entre los que gozan de bienestar y los que no que está en línea con la dinámica racial"

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo Holanda, un país que se ufana de su progresismo y de su mentalidad abierta. Pero cuando rascas un poco encuentras con que el legado del comercio de esclavos está muy presente, y que hay muchas fortunas que provienen de la trata de esclavos. Las estructuras europeas están construidas sobre estas injusticias. Cuando el comercio de esclavos fue abolido, los propietarios fueron compensados por la pérdida de propiedad, pero la comunidad negra que había sido esclavizada ¡no recibió ningún tipo de reparación! Cuando entendamos sobre qué está construida Europa podremos avanzar, pero no va a ser fácil. Europa tiene que ir al diván del psicólogo y echar la mirada atrás.

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-En el libro aparece el tema del negro como “accesorio cool”, el negro que invitas a tu fiesta para que le de ese ingrediente exótico, lo cual no tiene nada que ver con la aceptación. ¿Cree que es algo extendido por Europa?

-Bueno, tengo un caso en mi familia: mi padre se abrió paso como músico y fue aceptado como músico, y no fue víctima de racismo porque era un entretenimiento glamuroso. Ese tipo de actitudes, el concepto de ‘black fashion’… Me parece una aceptación muy superficial de la cultura negra. Es como los dueños de la plantación que tenían negros que les tocaban el banjo, es una comparación fácil, pero creo que hay algo de eso que todavía persiste. Es lo que me preocupa de fenómenos como el BlackLivesMatter. Es muy fácil reducir estas cosas a un ‘hashtag’, y no sé cuánta gente de la que sale a la calle y se pone una camiseta se lo toma realmente en serio, gente que realmente haga algo para cambiar las cosas.

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