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¿Erradicar la pobreza aumentaría las emisiones?
El mantra que afirma que el desarrollo del Sur Global empeora el cambio climático no se aguanta. Sacar a mil millones de personas de la pobreza extrema aumentaría las emisiones en menos de un 1%. La responsabilidad de reducirlas recae casi totalmente en el Norte Global.
Aviones privados aparcados en el aeropuerto de Palma. / MANU MIELNIEZUK
“Todo esfuerzo de reducir emisiones en Europa y Estados Unidos es inútil frente al crecimiento de la población africana y de las emisiones chinas”. Variantes de esta frase aparecen a menudo en tertulias y artículos de opinión.
Pero esta afirmación no tiene base. Así lo ha confirmado un estudio publicado en Nature Sustainability. El trabajo pone de manifiesto que las emisiones asociadas al consumo recaen de forma desproporcionada en Estados Unidos y Europa.
“No hay contradicción entre los objetivos del desarrollo y la mitigación del cambio climático. No hay argumentos para decir que hay demasiadas personas en el planeta y el problema son los pobres. La realidad es que el problema son las personas de altos ingresos”, afirma Klaus Hubacek, investigador de la Universidad de Groningen y coautor del estudio.
Pobreza y emisiones
El trabajo concluye que eliminar la pobreza extrema - o sea, subir a aproximadamente mil millones de personas por encima del umbral de ingresos de 1,90 dólares al día - aumentaría las emisiones en menos de un 1%.
Cumplir con el primer objetivo del Desarrollo – o sea, llevar a toda la población por encima de los distintos umbrales nacionales de pobreza - aumentaría las emisiones un máximo de un 2,1%.
Si se tienen en cuenta los dos umbrales del Banco Mundial (3,20 y 5,50 dólares al día), las emisiones aumentarían en un 5% y 18% respectivamente.
Todos estos escenarios se basan en asumir que no haya ningún cambio en paralelo en las emisiones del Norte Global, que en todo caso seguiría teniendo un papel preponderante. Aunque las emisiones de algunos países en desarrollo crecieran mucho (podrían llegar a duplicarse en Madagascar, por ejemplo), su contribución al total seguiría limitada.
“Aliviar la pobreza no aumentaría mucho las emisiones”, concluye Yuli Shan, coautor del estudio, también de la Universidad de Groningen.
Emite quien consume, no quien produce
El estudio atribuye las emisiones a los hogares y países que consumen productos y servicios, no a aquellos que los producen. Por ejemplo, las asociadas a la producción de un ordenador comprado en España se atribuyen a España, no a los países que han fabricado sus piezas.
Atribuir las emisiones a los territorios productores es el sistema empleado en las convenciones internacionales. Sin embargo, “eso penaliza a los países que exportan mucho, que suelen ser países en desarrollo”, afirma Hubacek.
Para su cálculo, los autores explotan una detallada encuesta de consumo llevada a cabo por el Banco Mundial. También usan la tabla MRIO (Multi-Regional Input Output): una gran matriz que permite seguir la cadena de producción de cada producto y calcular su huella de carbono.
Es posible que los muy pobres y los muy ricos emitan más de lo que revelan sus compras. Por ejemplo, los primeros pueden quemar madera que recogen sin comprarla. Y los segundos pueden hacer inversiones financieras en negocios fósiles. “Probablemente estamos subestimando, no exagerando, las diferencias”, observa Hubacek.
La erradicación de la pobreza se simula sacando a la población que consume debajo del umbral de pobreza y emplazándola en un nivel inmediatamente superior. Eso no contempla otros cambios paralelos, como un aumento de emisiones de las clases medias. No obstante, “los números presentados parecen coherentes y recolocan el debate donde debería estar”, observa Olga Alcaraz, investigadora de la Universitat Politècnica de Catalunya, no implicada en el trabajo.
Desigualdad extrema
El cálculo arroja unas desigualdades brutales. Una persona de Estados Unidos emite en promedio 14,5 toneladas de CO2 por año, muy por encima del promedio de 1,6–2,8 necesario para cumplir con los acuerdos de Paris y mantener la temperatura debajo del umbral de los efectos incontrolables. Al contrario, una persona del África Subsahariana emite tan solo 0,6 toneladas.
Las emisiones del 1% que más emite en la población mundial son 75 veces más altas que las del 50% que menos emite, según este cálculo. Las del 10% que más emite corresponden a casi la mitad del total.
“Los objetivos de emisiones no se pueden aplicar por igual en todos los países. Hay que hacer políticas dirigidas a donde se genera el problema, o sea los países desarrollados y las poblaciones con altos niveles de consumo”, comenta Alcaraz. “Surge la sospecha que el estilo de vida que llevamos es posible solo manteniendo a millones de personas debajo del umbral de la pobreza”, concluye.
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