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Ibone Olza: "Gestar debería estar remunerado"

  • La médica y cofundadora de El Parto es Nuestro reclama en el ensayo autobiográfico 'Palabra de madre' que la sociedad otorgue a la maternidad el lugar que le corresponde

Ibone Olza, médica y cofundadora de El Parto es Nuestro

Ibone Olza, médica y cofundadora de El Parto es Nuestro / SANDRA SIACHOQUE

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Olga Pereda
Olga Pereda

Periodista

Especialista en educación y crianza.

Escribe desde Madrid

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Licenciada en Medicina y Cirugía, cofundadora de El Parto es Nuestro y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, Ibone Olza crió a sus bebés lo mejor que pudo. Pero nunca se sintió como una buena madre. Hoy, con sus hijos ya en edad adulta, Olza narra su historia personal en el ensayo 'Palabra de madre' (Vergara), un grito contra el patriarcado donde repasa sus partos, su maternidad y su crianza. Habla en primera persona, pero, en realidad, pone voz a miles de mujeres que atraviesan por la misma tormenta: incomprensión social, ninguneo laboral y culpa personal.

Critica la “desvalorización progresiva de la maternidad” y pide a la sociedad que le otorgue otro lugar. ¿Qué lugar?

La maternidad tiene un valor social enorme y se debería reconocer. Para poder cuidar bien, las madres tienen que estar bien. Es algo con repercusión en la salud no solo individual sino comunitaria. Cuanto mejor cuidados estén los bebés, más empática y más amorosa será nuestra sociedad. A la larga, es una inversión hasta en el pacifismo.

Dentro del feminismo hay voces que critican a las mujeres que dedican mucho tiempo a cuidar de sus hijos. ¿Le da rabia?

Mucha. Reconocer el valor social de la maternidad es reconocer el trabajazo que es criar. Yo no lo veo como un atraso, más bien lo contrario. Dedicar tiempo a cuidar de tu bebé, siempre y cuando sea una elección libre, tiene mucho de empoderamiento. Creo que desde el feminismo no se ha entendido así porque hay heridas, dolor y renuncia. Hay feministas que, por el trabajo, han renunciado a la maternidad o a cuidar a sus criaturas y cuando ven a una madre hacer lo que ellas no hicieron les remueve la culpa.

"Dedicar tiempo a cuidar de tu bebé, siempre y cuando sea una elección libre, tiene mucho de empoderamiento"

Los hijos pertenecen al ámbito privado. En el mundo laboral no está bien visto ir a una reunión con un bebé lactante.

A mí me pasó y también a muchas otras madres. Te miran con hostilidad si llevas a tu bebé colgado. Me sentí discriminada, excluida y rechazada. Y eso sigue pasando a día de hoy.

¿Cómo es posible que en la carrera de Medicina solo se imparta media hora de lactancia?

Y dos de lactancia artificial. No sé si ha mejorado mucho, me temo que no. Es más, ¿cuánto se da en la carrera de Psicología? Probablemente nada. Muchos estudios universitarios deberían incorporar la mirada perinatal. Es fundamental. 

Las madres tienen la culpa interiorizada. Una culpa invisible, automática e injusta. ¿Cuándo se librarán de ella?

Es el objetivo de mi libro. He atendido a muchas madres maravillosas y volcadas en el cuidado de su hijo y que, sin embargo, se sienten culpables. Basta ya. Nos tenemos que ayudar las unas a las otras. Y, sobre todo, analizar cómo se trata a las madres y el conflicto que cada una lleva dentro. No eres tú la que lo está haciendo mal, es que es imposible criar en esta sociedad. No es que no puedas, es que no se puede. ¿Cómo logramos criar solas, en pisos, sin apoyo y sin comunidad? ¿Cómo compatibilizamos la maternidad con estos trabajos y estos horarios? Cuando entiendes eso te vas quitando la culpa poco a poco.

"Es imposible criar en esta sociedad. No es que no puedas, es que no se puede"

Muchas mujeres estiran su responsabilidad y siguen trabajando hasta el último momento antes de parir. 

Tengo mucha experiencia en Neonatología y conozco bien el terrible sentimiento de culpa de las madres que trabajan y trabajan y se ponen de parto en la semana 26. Todas piensan "¿por qué no paré antes?". La mitad de los partos prematuros son debido al estrés de la madre. Gestar no está reconocido como trabajo ni como la enorme tarea física y psíquica que es. Estar embarazada es agotador. Pero parece que podemos con todo. Ahí están las supermujeres, tantas veces promocionadas desde algunos medios de comunicación. Gestar es un trabajo y tendría que tener una retribución. Hay gestantes que no tienen trabajos o los tienen precarios. Socialmente nos saldría más barato pagar la segunda mitad del embarazado, por ejemplo. Nos lo ahorraríamos en partos prematuros y complicaciones obstétricas. Tener dos meses a un recién nacido en la uvi tiene un coste económico enorme.

Estamos en 2022 y todavía las madres siguen escuchando: “No cojas a tu hijo tanto en brazos que se va a enmadrar”.

Con la cantidad de evidencia científica que demuestra justo lo contrario. La manera de que un adulto no sea dependiente es, precisamente, cubrir sus necesidades cuando más dependiente es, sus dos o tres primeros años de vida. El patriarcado dicta el mensaje contrario: deja que sea independiente con un mes de vida. Qué ridículo. Y todavía nos insisten en que les dejemos llorar. 

Las comadres no dejan llorar a sus hijos. Ni a los hijos de otras. Lo llama “empatía mamífera”. 

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Me encantan los dos términos. Cuando oyes llorar a otro bebé te dan ganas de ponértelo tú en la teta. Eso no es accidental. Estamos programadas para que se nos active el cerebro cuando vemos a otro bebé sufrir. Es la base de la sociabilidad humana. Todo el desarrollo de nuestra especie viene de ahí, de la oxitocina, la empatía y el cuidado a los demás. A mí me encanta ver a una mamá amamantado en la calle.

Los capítulos donde narra sus partos son una película de terror. Usted es una activista contra la violencia obstétrica, pero ¿no le parece un poco injusto el término porque da pie a pensar que es algo estructural y no mala praxis puntual? La violencia obstétrica es un problema global que también sufren los profesionales de la sanidad. No les quiero culpar. Matronas, ginecólogas y obstetras quieren lo mejor para las mamás y los bebés. Pero la violencia obstétrica es una violencia del sistema, y por eso es estructural. Para acabar con ella es importante nombrarla. Es vital que escuchemos el dolor de tantas parturientas con experiencias terroríficas. El parto es un momento de mucha vulnerabilidad. Los hospitales deberían disponer de más medios personales y materiales. Son imprescindibles los espacios de buena atención y los salarios justos.

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