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Protegidos bajo tierra | + Historia

Desde Ucrania nos llegan muchas imágenes de personas escondidas en refugios antiaéreos. Nos recuerdan demasiado una especie de versión en color de las instantáneas que se conservan aquí de la época de la Guerra Civil.

Vista de una parada de metro de Barcelona durante la guerra civil.

Vista de una parada de metro de Barcelona durante la guerra civil.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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"OTAN, cerrad el espacio aéreo de Ucrania" se puede leer en las pancartas que los ucranianos han instalado en la plaza de Catalunya de Barcelona, donde como en tantas otras ciudades se mantiene una concentración permanente contra el intento de invasión rusa.

El objetivo de esta petición es evitar que Moscú bombardee su país y masacre la población civil. De hecho, las primeras imágenes que nos llegaron cuando Putin ordenó la agresión fue la de miles de personas de todas las edades refugiadas bajo tierra, en estaciones de metro y bunkers.

Tenemos asumido que en todo conflicto bélico la ciudadanía es también objetivo militar. Lejos quedan aquellas guerras en las que dos ejércitos se enfrentaban en el campo de batalla. Desde que el hombre empezó a dominar el cielo, enseguida intentó encontrar la manera de hacer daño desde las alturas. Incluso mucho antes de que los hermanos Wright inventaran el avión. Los primeros bombardeos aéreos se realizaron utilizando globos. Ya en 1792, cuando París y Londres estaban en guerra a raíz de la Revolución Francesa, el pionero de aquellos aparatos, Joseph-Michel Montgolfier, propuso utilizarlos para atacar los barcos de la armada británica. Ideas similares a esta, que no terminó de concretarse, estuvieron sobre la mesa de los despachos de los Estados Mayores de los ejércitos europeos durante la primera mitad del siglo XIX. Ahora bien, el primero que intentó aplicarlo fue el Imperio Austriaco en 1849, cuando lanzó un ataque con 200 globos de papel no tripulados y cargados con unos 11 kilos de explosivos cada uno para hacerse con el control de Venecia. Afortunadamente un repentino cambio de viento los desvió y solo uno logró impactar contra la ciudad de los canales.

Pero era cuestión de tiempo que los avances científicos y tecnológicos permitieran matar y destruir más que nunca en la historia de la humanidad. Desde el primer momento en que los aviones empezaron a volar, hubo quien supo encontrarles una finalidad militar. En noviembre de 1911, por ejemplo, el ejército italiano dejó caer un kilo y medio de bombas desde un aeroplano comandado por Giulio Cavotti sobre la localidad libia de Ain Zara, en el contexto de la guerra entre Italia y el Imperio Otomano. Cavotti tiene el dudoso honor de haber sido el primero en bombardear población civil. Solo un año más tarde, en otro conflicto, la Primera Guerra de los Balcanes, fuerzas de Bulgaria atacaron desde el cielo varios destacamentos otomanos.

Todo esto fue el preludio de lo que se vivió durante la Primera Guerra Mundial, que está considerado el verdadero inicio de la guerra del aire. A partir de entonces con cada nuevo conflicto, la capacidad devastadora fue a peor y la gente tuvo que buscar la forma de protegerse. Fue así como se empezaron a construir refugios antiaéreos.

Estas infraestructuras llamadas de defensa pasiva tuvieron un papel clave durante la guerra civil española; sobre todo en la zona republicana que era atacada despiadadamente por las fuerzas nazis de Alemania y las fascistas de Italia para ayudar a los golpistas de Franco, mientras la comunidad internacional daba la espalda al gobierno legítimo de la Segunda República. Se vivieron episodios muy dramáticos que por desgracia hoy solo son recordados por la historia local, como los ataques a Lleida o Granollers. En cambio, el caso de Gernika es más conocido gracias al famoso cuadro de Picasso. En estas poblaciones, no había objetivos militares. Los agresores buscaban atemorizar a sus habitantes. El terror caído del cielo.

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Lo que quizás no saben aquellos que hoy están en la plaza de Catalunya de Barcelona es que a muy pocos metros de allí, en la Gran Via de les Corts Catalanes, justo en frente del Teatre Coliseum, a las dos de la tarde del 17 de marzo de 1938, la aviación de Mussolini dejó caer una bomba que provocó 500 muertes. De hecho, entre el 16 y el 18 de marzo, Barcelona fue atacada desde el aire durante 40 horas seguidas. De todo esto hace 84 años y 6 días. Entonces éramos nosotros los que teníamos que protegernos en unos refugios antiaéreos, que hoy son testigo silencioso de las vidas que intentaron proteger.


Banco de pruebas para las fuerzas aéreas del Eje

Los bombardeos perpetrados durante la guerra civil por alemanes e italianos sirvieron de banco de pruebas para las fuerzas aéreas del Eje. Pudieron comprobar el funcionamiento de algunas nuevas armas, como las bombas incendiarias, así como innovar las estrategias de ataque aéreo. Todo esto lo aplicaron pocos meses más tarde, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.

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