En comunidad

Cinco años luchando por un ascensor

Vecinos de un bloque de viviendas de Esplugues de Llobregat, en su mayoría personas mayores con problemas de movilidad, explican en una carta a ENTRE TODOS que su Ayuntamiento no les permite instalar un elevador. Unos centímetros les alejan del permiso de obras.

Una vecina sube por la escalera del número 14-16 de Juli Garreta, en Esplugues de Llobregat.

Una vecina sube por la escalera del número 14-16 de Juli Garreta, en Esplugues de Llobregat. / RICARD CUGAT

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Luis Benavides
Luis Benavides

Periodista

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Solo 20 centímetros impiden a los vecinos del número 14 de la calle de Juli Garreta, en Esplugues de Llobregat, tener una vivienda totalmente accesible. “Algunos tenemos problemas de movilidad reducida a causa de nuestra salud y edad avanzada. Por eso nos vemos en la necesidad de instalar un ascensor, pero topamos una y otra vez con el Código Técnico de Edificación de nuestro Ayuntamiento”, escribe Maria Lluïsa Borrull, de 72 años, en nombre de otras ocho personas en una carta dirigida a la sección Entre Todos. 

Para mejorar la accesibilidad a cada una de las viviendas, los vecinos han presentado en los últimos cinco años diferentes propuestas, todas ellas realizadas por un arquitecto con experiencia en este tipo de rehabilitaciones que persiguen mejorar el confort y la calidad de vida. El ascensor se colocaría en el interior de la caja de escalera del edificio y el ancho de la escalera se vería reducido inevitablemente. He aquí el problema: los 80 centímetros proyectados están por debajo del metro establecido legalmente en Catalunya.

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Las medidas mínimas detalladas en la normativa están pensadas, principalmente, para garantizar el acceso al edificio al cuerpo de Bombers en caso de siniestro. Con todo, los 80 centímetros, teniendo en cuenta otras características especiales del bloque y dotando al edificio de medidas compensatorias en cuanto a Seguridad contra incendios, como extintores y alumbrado de emergencia, serían suficientes en otros municipios, según el arquitecto Josep Maria Doce. “El ayuntamiento de Esplugues de Llobregat se acoge a la normativa cuando debería estudiar caso a caso como hacen otros ayuntamientos preocupados por la calidad de vida de las personas”, explica el responsable de los diferentes estudios de viabilidad presentados.

El arquitecto, además, recuerda que hay alternativas a las escaleras para los bomberos al tratarse de un edificio totalmente exterior, no adosado a ningún otro, con solo tres plantas y unos bajos. En caso de fuego, asegura Doce, podrían entrar por las ventanas sin mucho problema con la ayuda de una pequeña grúa con cesto. “¿Cómo es posible que estos 80 centímetros sean suficientes en un bloque de viviendas con 50 vecinos y entre medianas en la ciudad de Barcelona y no sea posible el mismo en un edificio aislado con apenas 15 familias?”, se pregunta el arquitecto, muy sensibilizado con los problemas que sufren estos vecinos porque vivió una situación similar en su familia. "Este problema será cada vez más habitual. Muchas personas compraron pisos sin ascensor en los años 70 y 80, eran jóvenes y entonces no le daban importancia", añade.

Exterior del bloque de pisos situado en el 14-16 de la calle Juli Garreta, en Esplugues de Llobregat.

/ RICARD CUGAT

"Fuera del marco legal"

Los Servicios Técnicos Municipales del Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat han tumbado una y otra vez los proyectos presentados por la comunidad de propietarios de Juli Garreta, 14-16, al entender que están “fuera del marco legal por varios motivos”. Fuentes municipales detallan que la falta espacio para incorporar un ascensor sin convertir la escalera comunitaria en "un elemento inseguro para los vecinos y vecinas, especialmente en caso de incendio”. Las mismas fuentes remarcan que el Síndic de Greuges, tras recibir una queja de una vecina, comunicó el pasado mes de diciembre que consideraba “correcta” su actuación municipal y que, por tanto, ahí finalizaba su intervención. 

Técnicos del ayuntamiento, además, encuentran varios defectos de forma en las propuestas, como la ausencia de un acuerdo explícito de todas las personas propietarias afectadas. De hecho, los firmantes de la carta no esconden que algunos vecinos no están conforme con las obras, especialmente los de las plantas bajas, que también se negaron a la primera opción, la más sencilla: instalar el elevador en el exterior, ocupando un patio comunitario que desde hace años disfrutan unos pocos de manera exclusiva. También los hay contrarios al ascensor porque no pueden asumir el coste (entre 15 y 20.000 euros por piso, que podrían ser algo menos en caso de recibir alguna ayuda por parte de las administraciones locales).

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La carta enviada a EL PERIÓDICO por los vecinos favorables a la instalación del ascensor pretende únicamente llamar la atención de los técnicos del Ayuntamiento, arrancarles una excepción de la norma. “Tengo una prótesis en la rodilla y problemas de corazón. Otra vecina con 98 años a duras penas puede bajar a la calle y necesita la ayuda de sus hijas”, detalla vía telefónica Borrull, que lleva años luchando por un ascensor. “Mi marido prácticamente no pudo salir a la calle en sus últimos días. Nos llegaron a decir que lo mejor que podíamos hacer es cambiarnos de piso, pero él decía que no quería. Había sido muy feliz aquí. Se murió sin ver el ascensor”, lamenta esta profesora de primaria jubilada. Ella, como sus vecinos, defiende que las personas deberían estar siempre por encima de las normativas cuando se trata de su bienestar.


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