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¿A dónde va la ropa de la que nos deshacemos?

A día de hoy no existe en España ninguna instalación ni servicio preparado para recoger los residuos textiles. No existe un contenedor específico para la ropa que no está en buen estado y tampoco hay una normativa que explicite qué hacer

Recogida de ropa usada de un contenedor de Humana.

Recogida de ropa usada de un contenedor de Humana. / Humana

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En noviembre de 2021, las imágenes de un vertedero de ropa en pleno desierto de Atacama, en Chile, daban la vuelta al mundo. La Agencia France Presse mostraba que, como mínimo, 39.000 de las 59.000 toneladas de ropa que llegan cada año al país procedente de Estados Unidos, Europa y Asia, acaban descartadas en el desierto chileno.

En 2015 se vendieron en el mundo el doble de piezas de ropa que en 2000, pero cada una de ellas se utilizó un 40% menos, según un estudio de 2017 de la Ellen MacArthur Foundation. Además, al final de su vida útil, casi tres cuartas partes de la ropa que tiramos a la basura acaba en los vertederos. Solo el 1% se recicla para dar vida a una nueva prenda.

A nivel europeo, los datos ilustran la misma tendencia: la cantidad de ropa comprada creció un 40% entre 1996 y 2012, de acuerdo con un estudio de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés). Al mismo tiempo, más del 30% de las prendas en los armarios europeos no habían sido usadas en, como mínimo, el último año. Como mínimo, la mitad de la ropa que llega al final de su vida no se separa en origen, de modo que acaba incinerada o en los vertederos, según un informe del departamento de análisis independientes del Parlamento Europeo (EPRS).

Vertedero de ropa en el desierto de Chile.

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España, sin datos oficiales de reciclaje

Para encontrar datos oficiales en el contexto español hay que remontarse al año 2012, cuando el Plan Estatal Marco Gestión de Residuos (PEMAR) 2016-2022 estableció que casi un millón de toneladas de residuo textil acabó en los contenedores grises (los genéricos), pero no explicitó qué cantidad llegaba a reciclarse. Para conocerla hay que acudir al estudio Análisis de la recogida de la ropa usada en España publicado en 2021 por Moda Re, el proyecto textil de Cáritas Española, junto con la consultoría de sostenibilidad Anthesis Lavola y el Instituto de Investigación Textil y Cooperación Industrial (INTEXTER) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), donde los expertos estiman que anualmente se generan unas 890.000 toneladas de residuo textil, de las cuales 110.000 entran en el ciclo de recuperación. En consecuencia, solo un 12% de la ropa que tiramos se reutiliza o recicla.

La Agència de Residus de Catalunya (ARC) recogió en 2018 más de 160.000 toneladas de residuo textil, de las cuales apenas 20.000 se recogieron de manera selectiva: el 11,7% de los residuos textiles fueron separados en origen. 

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Ausencia de un plan de gestión de residuo textil

A día de hoy no existe en España ninguna instalación ni servicio preparado para recoger estos residuos: “Lo que hay en la calle son contenedores de ropa usada, no de residuo textil”, explica a Verificat Enric Carrera, director del Instituto de Investigación Textil y Cooperación Industrial (INTEXTER), de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

El fin de estos contenedores es reutilizar la ropa que deposita la ciudadanía una vez seleccionada e higienizada, ya sea donándola directamente a personas vulnerables, vendiéndola en tiendas de segunda mano (como las de Moda Re de Cáritas o las de Humana) o enviándola a países en vías de desarrollo para su reutilización. Sin embargo, “se destinan muchos recursos a separar cosas que no son reutilizables”, indica el experto, ya que entre el 50% y el 60% de las prendas depositadas en el contenedor son residuos que no pueden ser reutilizados, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Las entidades gestoras de los contenedores los mandan a reciclar si es posible; en caso contrario, se queman en las incineradoras para obtener energía —lo que se conoce como valorización energética— o acaban en el vertedero.

Armario de ropa sostenible.

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¿Dónde tiramos, pues, la ropa que no está en buen estado? No existe un contenedor específico para ella y tampoco hay una normativa que explicite qué hacer. Las versiones varían en función del actor: la página web del Ministerio no especifica qué debe hacer la ciudadanía con los residuos textiles; las entidades que recogen la ropa usada piden que no se deposite en sus contenedores; y, en cambio, la OCU sugiere que incluso los desechos en mal estado vayan a parar a ellos. Por ahora, el 94% de los residuos textiles que inician el proceso de reciclaje salen de los contenedores de ropa usada distribuidos en la vía pública, según el informe de Moda Re, aunque esta no sea su función.

Una nueva Ley de residuos

Ante la falta de un marco regulado para la recogida del residuo textil, el Parlamento Europeo emitió en 2018 la Directiva 2018/85 que modifica la gestión de residuos continental vigente hasta la fecha. En la nueva regulación, la Unión Europea estableció la creación de un mecanismo de recogida selectiva del residuo textil que debe entrar en vigor en los países miembros antes del 1 de enero de 2025.

Esta medida se ha traducido a nivel español como un proyecto de Ley que prevé modificar la 22/2011 de Residuos y Suelos Contaminados. El 23 de diciembre de 2021, el Congreso aprobó y remitió al Senado la nueva propuesta que prevé, además, la recogida selectiva de biorresiduos y residuos domésticos peligrosos, así como una limitación en el consumo de plásticos de un solo uso como los vasos de bebidas o los recipientes para alimentos, entre otros aspectos. El texto se encuentra actualmente en debate en el Senado.

¿Cómo se recicla la ropa?

En cualquier caso, ¿qué ocurre con el residuo que se envía a reciclar? En primer lugar, se separan todos los elementos no textiles —como botones o cremalleras— incluidos en las aproximadamente 50.000 toneladas de prendas de ropa que llegan a las plantas de reciclaje cada año (alrededor del 6% del residuo generado), dado que su recuperación sigue un proceso diferente. Luego, los tejidos se separan por color y material, se cortan y se recuperan en el llamado reciclaje mecánico, con el cual se obtienen fibras que los fabricantes pueden utilizar luego como materia prima de nuevas prendas.

Sin embargo, explica el experto, las fibras resultantes son más cortas y de menor calidad, de modo que el producto que se vuelve a introducir en el mercado no es 100% reciclado, sino que se mezcla con fibra virgen.

La alternativa es el reciclado químico, un proceso de recuperación en el que, mediante reacciones químicas, se trata de conseguir un material de calidad suficiente como para dar vida a una prenda de ropa igual a la original. Hay diversos proyectos en marcha que estudian la viabilidad de dicho proceso, como el LIFE-ECOTEX, que se centra en recuperar el poliéster utilizado en el calzado, pero todavía no se han implementado a gran escala.

El impacto ambiental de la industria textil

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El Parlamento Europeo calcula que entre el 2 y el 10% del impacto ambiental de todo el consumo continental está generado por la industria de la ropa, dado que producir las materias primas, hilarlas en fibras, tejer las telas y teñirlas requiere de “enormes cantidades de agua y químicos”, incluyendo pesticidas para hacer crecer materiales como el algodón.

Los principales impactos ambientales del mercado textil tienen que ver con el uso y la contaminación del agua y con la emisión de gases de efecto invernadero, más allá de la gestión de los residuos que genera. A nivel global, en 2015 la industria usó 79 billones de litros de agua, mientras que la producción textil fue la responsable del 20% de la contaminación del agua limpia. El Parlamento también considera que la industria del calzado y la ropa es la responsable del 10% de las emisiones de efecto invernadero a nivel global, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados.

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