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Carta de una lectora: "Mi hijo quiere cambiar de equipo y se siente atrapado"

La madre de Adrià, un cadete de 16 años, alega un "cuadro de ansiedad". El reglamento permite al club retener al futbolista en contra de su voluntad al menos hasta la temporada 2022-23.

Adrià, de 16 años, con la camiseta de su actual equipo.

Adrià, de 16 años, con la camiseta de su actual equipo. / El Periódico

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Luis Benavides
Luis Benavides

Periodista

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¿Puede un equipo de fútbol no profesional retener a un jugador menor de edad? La madre de Adrià, de 16 años, tiene muy clara su respuesta y por eso no ceja en su empeño por sacarle del club en el que juega actualmente. El club, con el reglamento general a su favor, se niega a negociar su baja. “La decisión es exclusivamente de mi hijo. Quiere pelear por su sueño y buscar otras alternativas donde crecer, aprender y desarrollar sus capacidades y habilidades”, escribe Olga García en una carta dirigida a la sección Entre Todos de El Periódico.

La Fundació Esportiva Grama, su actual equipo, tiene derecho a retener a este cadete de segundo año durante lo que queda de temporada y la siguiente por tener equipo en una categoría superior, en juveniles. La madre admite que la postura del club se ajusta a la legalidad, pero se resiste a tirar la toalla. “Les ampara la ley, pero me parece injusto, no me parece ético. La normativa del derecho de retención debería cambiar porque muchos niños están sufriendo esto”, cuenta García, quien sostiene que muchos padres no se rebelan contra este controvertido derecho de los clubes “para evitar represalias” que al fin y al cabo acaban perjudicando a los menores. 

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El menor sigue vistiendo la camiseta azul de su equipo, dándolo todo en el campo, como líder del equipo que es, cuenta su madre, pero no es ajeno al conflicto. "Es un niño con posibles alternativas fuera del club, él ahora quiere irse y se siente atrapado", asegura su madre. Esta situación le está afectado en el terreno personal. En el colegio ya han detectado que le pasa algo, porque se duerme en clase y ha bajado su rendimiento. Y lo que es peor, un psiquiatra le diagnosticó recientemente un “cuadro de ansiedad”, añade García, aportando un documento médico en el que recetan al menor unas pastillas de Lorazepam.

La familia del jugador no tiene nada en contra del trabajo desarrollado hasta la fecha por el club, una fundación sin ánimo de lucro, muy bien valorada en Santa Coloma de Gramenet por su labor social e inclusiva. La mejor prueba de ello, subraya la madre, es que su otro hijo, de 12 años, seguirá vistiendo esos mismos colores. Con todo, lamenta que nadie “tenga en cuenta el bienestar emocional de Adrià”.

Movida por un sentimiento de indefensión, la madre inició una campaña en redes sociales para dar a conocer la situación del menor. Lejos de surtir efecto, el club se ha instalado en el ‘no’ y estudia tomar acciones legales para reparar su honorabilidad. Su presidente, Antonio Morales, explica vía telefónica que no pueden “ceder a este tipo de presiones”. Lamenta, asimismo, la controversia generada alrededor de uno de sus jugadores más importantes de las categorías inferiores. “Adrián es un grandísimo jugador, con una proyección extraordinaria, y por eso ya entrena con jugadores dos y tres años mayores que él, con los juveniles”, asegura el fundador del club, con más de 40 años dedicado al fútbol deportivo, que se resiste dejarlo marchar para unirse a un rival directo como sospechan. “No tendríamos este problema si se fuera a un equipo grande como el Barça o el Espanyol, clubes que respetan nuestro trabajo y no nos quitan jugadores por la puerta trasera”, protesta. 

Contrato no profesional

La marcha del entrenador del equipo de Adrià a mediados de diciembre de pasado año desencadenó toda esta controversia. Fue entonces cuando este cadete y otro compañero comunicaron su intención de abandonar el club, pero el club entiende que ese cambio en el equipo técnico no es motivo suficiente para conceder una baja. “Renuevas los derechos federativos con una entidad, no con el proyecto de un entrenador concreto”, explica el vicepresidente del club, Manuel García. 

La madre del menor, en cambio, considera un sinsentido la retención de un menor aduciendo un contrato no profesional y sin remunerar o una ficha deportiva. “¿Derechos formativos? Las familias somos las que costeamos esta formación. No está becado y he pagado todas las cuotas, estoy al corriente de todos los pagos”, remacha.

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Fuentes conocedoras del caso en la Federació Catalana de Futbol (FCF) explican a este diario que siempre recomiendan a las familias hablar con el club para intentar un acuerdo amistoso, pues “se trata de un tema interno entre club y federado”, subrayan. Como la salida pactada ha sido imposible, la familia de Adrià intentó sin éxito conciliar con el club mediante la comisión de Mediación y Arbitraje de la federación catalana. El club, que no estaba obligado a concurrir, desestimó participar y el caso de Adrià se encuentra ahora mismo en manos del comité Jurisdiccional, formado por seis abogados externos e independientes. Este equipo de expertos resolverá, pero tampoco será definitivo si alguna de las partes no queda satisfecha con el fallo, avanzan las mismas fuentes de la federación, pues se podrán presentar apelaciones. 


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