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¿Desde cuándo los catalanes rompemos la 'ç trencada'? Spoiler: no hace mucho

Una traductora recién llegada a Catalunya nos ha hecho ver en Twitter que en Catalunya se escribe la ç de forma distinta que en francés o portugués. Hemos seguido por nuestra cuenta el hilo hasta que hemos llegado a un maestro jubilado de Lleida que tiene la respuesta (y, al menos en parte la responsabilidad de que sea así).

La letra Ç

La letra Ç

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Ernest Alós
Ernest Alós

Coordinador de Opinión y Participación

Especialista en Escribo, cuando puedo, sobre historia, literatura fantástica y de ciencia ficción, ornitología, lenguas, fotografía o Barcelona

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Nos pasa muchas veces: tenemos algo delante de nuestras narices y, de tanto verlo día tras día, no somos conscientes de ello. De repente, un recién llegado nos lo señala. ¿Cómo nos puede haber pasado desapercibido? Bien, esto es lo que ha sucedido con la forma en que los catalanes escribimos la ç, la 'ce trencada' o cedilla en castellano. La historia empieza con un hilo de Twitter y nos lleva (provisionalmente) a los cuadernos de caligrafía de los años 80.

Paloma Vargas es una traductora andaluza "recién aterrizada en Barcelona" y que ha topado con una anomalía ya en sus primeras clases de catalán que la "tiene loca". Ha descubierto para su sorpresa que su profesor de catalán escribe la ç como una c con una barra que cruza su base. Ella siempre había visto esta letra escrita, en idiomas que también lo usan, como el portugués y el francés, como una c con una cola que cuelga de su base, una vírgula. Hablamos de la caligrafía, la escritura manual: en la tipografía, en los textos impresos (en cualquier lengua, también en catalán) la cola nunca cruza ni tacha la c. Así lo explica.

Bueno. ¿Qué tiene de raro? El hilo de Paloma empezó a llenarse de respuestas de catalanoescribientes que explicaban que justo así es como escriben esa letra. Y que se sorprendían cuando la traductora (y nuevos participantes en el diálogo) les explicaban que eso no era, ni mucho menos, lo habitual en otras lenguas.

Y la reflexión de Paloma Vargas se ha convertido en un foro debate en el que, al cabo de 24 horas, habían participado vía aportaciones, retuits o 'likes' más de 18.000 personas. Con aportaciones varias (y un factor en común: la sorpresa). E intentos de encontrar una explicación al fenómeno. Las exploraciones en manuscritos medievales dan como resultado una cedilla, no una 'c trencada' realmente 'trencada'. Pero de hecho, buscar referencias en la escritura medieval es en este caso un callejón sin salida (marchando un breve inciso sobre la historia de la ç).

En castellano, la ç era uno de los muchos signos (junto con la ss, la s, la z) que representaban los múltiples sonidos sibilantes del castellano medieval (s sorda, s sonora, ts, dz...), supuestamente derivado de la z de la escritura visigoda con un 'gorro' añadido (aunque en pocos días estaremos en condiciones de aportar una explicación alternativa). Culminado el proceso de simplificación de estos sonidos en solo dos (ce y ese), o solo uno en el caso del ceceo o el seseo, la ç queda suprimida en la Quinta Edición de la Ortografía de la RAE (1755). En catalán, la ç cae en desuso incluso antes, hasta que la campaña ortográfica de la revista 'L'Avenç' (que en 1891 rectifica la escritura de su anterior cabecera, 'L'Avens') propone recuperarla para que el catalán refleje la etimología de las palabras y no solo su sonido, opción que se oficializa con las normas de Pompeu Fabra de 1913. Seguramente hoy nos sangrarían los ojos leyendo 'Fransa' como lo escribían desde el Baró de Maldà a Mossèn Cinto. Hay una discontinuidad en el uiso de la ç entre el uso antiguo y el moderno. Así que es a partir de principios del siglo XX cuando podemos examinar cómo se escribe en tiempos modernos la letra que Fabra denomina 'ce trencada'. Y resulta que...

Si consultamos manuscritos de escritores catalanes del siglo XX, ninguno de ellos rompe la 'c trencada'. O la escriben a la francesa o, si van deprisa, la dejan caer. Aquí, unos ejemplos que hemos recogido de Joan Maragall, Josep Pla, Salvador Espriu y Mercè Rodoreda. Otros participantes en el debate aportan otros ejemplos, con el mismo resultado.

La ç en manuscritos de Salvador Espriu ('ajaçat'), Josep Pla ('braç'), Joan Maragall (un hoy incorrector 'dançar') y Mercè Rodoreda ('abraça').

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Y no debe ser casual que encontremos este modelo de ç en materiales pedagógicos utilizados durante los tiempos de la Mancomunitat y la República. Como esta edición del sil.labari català de Pau Romeva, ilustrado por Josep Obiols, de 1922.

Y entonces, ¿cuándo se produce el cambio en la escritura de la ç, y por qué? En el debate se plantean dos posibles explicaciones. Que la denominación de este signo en catalán influya a los usuarios de la lengua a 'trencar-la' (pero eso no sucedió durante décadas). O que la influencia de los cuadernillos de caligrafía en catalán en uso en las escuelas introdujeran a finales de los 70 esta innovación. Para salir de las dudas, nos dirigimos al editor Joan Salvatella, propietario de la casa editorial de referencia en la materia, Salvatella.

"Pues no me lo había planteado nunca, esta posible influencia nunca la había detectado", responde. Pero lo cierto es que sus cuadernillos, que empezó a publicar a finales de los 70 y principios de los 80 ('Bona lletra', 'Lletra lligada', 'Paraules escrites'), son los primeros ejemplos que de momento encontramos de c 'trencada-trencada'. Así que Salvatella nos remite a Fermí Catell, maestro jubilado de Lleida y que fue el autor de esos trazos que han seguido cientos de miles de escolares catalanes en las últimas cuatro décadas.

Caligrafia de la ç

/ La ç trencada en cuadernos de caligrafía modernos.

Y resulta que Fermí Catell tiene, a falta de posterior confirmación, la respuesta. No acababa de ser consciente de ello pero reflexiona y llega a una conclusión. Lamenta ser, quizá, uno de los responsables de algo que, escrictamente, sería una incorrección gráfica. Pero que ya se ha consolidado (quién sabe sí con el refuerzo psicológico del peso de la expresión 'c trencada'). En los motivos de este cambio gráfico se mezclan la renovación pedagógica y el cambio de útiles de escritura, de la plumilla al lápiz y el bolígrafo.

Empecemos con la caligrafía tradicional con plumilla. La vírgula debía empezar en la base de la c con trazo fino, para doblarse y acabar en trazo grueso. Pero el reemplazo de la plumilla por el lápiz (que empieza fino y a los minutos pasa a ser grueso) y el bolígrafo (que resbala) impide tal precisión y finura. Incluso la de hacer coincidir el inicio del trazo con el de la c. "Y no deja de ser un añadido que molesta, que resta velocidad a la escritura", apunta, además de romper la dinámica de lo que debería ser la letra ligada.

Los maestros de la renovación pedagógica

Así que, cuando tras la muerte de Franco empezó a diseñar nuevos materiales pedagógicos junto con otros compañeros maestros de primaria, ante la inexistencia de recursos en catalán, confiesa que se dejó influir por el uso real de los alumnos de primero y segundo de EGB. "Esa c la hice de esta forma porque es lo que hacían los chavales", recuerda.

En sus cuadernillos de ortografía renunció a la precisión necesaria para hacer coincidir la punta del lápiz con el trazo de la c para "encontrar la forma más funcional y cómoda posible" e hizo empezar el trazo adicional de la ç en un punto donde reposaría el lápiz, ligeramente encima del trazo de la c, y que a partir de allí descendiera. "Aunque no debería de salir por la parte superior", admite. Y ese punto que hacía que se rompiese la c fue creciendo con el uso, incluso en las sucesivas versiones de los cuadernillos.

Muy probablemente, creó escuela, favorecida por una "economía de esfuerzo insconsciente". "Entonces teníamos mucho más entusiasmo que formación", concluye a la hora de justificar sus decisiones.

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Cosas del impacto de la renovación pedagógica en Catalunya, probablemente, frente a la mucho más tradicional tradición escolar francesa y portuguesa. O eso concluimos de momento, hasta que alguien aporte otros datos.

Por cierto: Catell recuerda que ahora el teclado (con la ç sin romper) está sustituyendo a la escritura manual, así que... vaya a saber si su influencia volverá a traslucirse en las cada vez menos frecuentes ocasiones en que escribimos a mano.