Investigación periodística

El banano, la fruta maldita de América Latina

El escritor y periodista argentino Roberto Herrscher acaba de publicar en Colombia ‘Crónicas bananeras’, un libro que repasa la lamentable historia de la United Fruit Company en América Latina y brinda una visión en varias dimensiones del mundo bananero, sus trabajadores y sus incorregibles empresas

Trabajadores bananeros en América Latina el siglo pasado.

Trabajadores bananeros en América Latina el siglo pasado.

8
Se lee en minutos
Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

ver +

Tal y como recoge Roberto Herrscher en sus ‘Crónicas bananeras’ (Tusquets Editores), es posible que no fuera una manzana el fruto del pecado original, sino un banano. El autor argentino cita al estadounidense Dan Koeppel, que en otro libro dedicado a estos asuntos, ‘Banana’, sugiere que las hojas que vistieron a Adán y Eva cuando descubrieron el pudor de la desnudez son una prueba convincente. “’Hojas de higo’, las llama la tradición judeocristiana”, escribe Herrscher, “pero ‘higo’ era la palabra para referirse al banano en la época de la Torá. Y nadie puede cubrir sus vergüenzas con hojas de higo… ni de manzano. En cambio, las grandes y flexibles hojas del banano funcionarían perfectamente para ese menester”.

La empresa diabólica

Escritor, periodista y maestro de periodistas, Herrscher ha publicado un volumen fruto de más de 10 años de trabajo centrado en la triste historia que ha rodeado al banano en Latinoamérica –allí donde fue política, revoluciones, explotación y perjuicio–. El libro, de momento disponible en Colombia, Argentina y Chile, culmina una investigación larga y rigurosa que incluyó visitas a privilegiados archivos, entrevistas con antiguos trabajadores del banano y un trabajo de campo que aporta perspectiva sobre la situación actual. Más una parte personal. Unas siglas recorren la mayor parte del libro, por supuesto, UFCO, las que identificaron a la empresa diabólica por antonomasia: la United Fruit Company.

La masacre colombiana

Se conoce como 'masacre de las bananeras' la matanza de trabajadores del banano perpetrada por el Ejército colombiano entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928 en el municipio caribeño de Ciénaga. Oficialmente murieron 1.800 trabajadores. Algunas fuentes señalaron más. Más de 25.000 empleados de la United Fruit Company y de empresas subsidiarias habían empezado una de las más grandes huelgas de la historia bananera el 28 de noviembre, con un pliego de peticiones de por medio que hoy en día casi cualquiera juzgaría razonable. Pero era 1928, era América Latina y era, seguramente, una república bananera (expresión cuyo génesis Herrscher rastrea en su libro). El Ejército intervino y muchos años después el sangriento episodio acabó formando parte de los entresijos de ‘Cien años de soledad’, es decir, de la literatura universal.

La dependencia mental

Preguntado por los males que llevaron las grandes empresas del banano a América Latina, Herrscher explica: “Yo creo que lo sustancial se resume en una palabra que es 'dependencia': la dependencia que produce dar todo a cambio de nada. Me refiero a lo que supuso entregar el territorio a las empresas cediendo a todas sus condiciones, prácticamente regalarles la tierra, poner a su servicio una mano de obra baratísima y garantizarles cero o prácticamente cero en cuanto a derechos laborales, algo que sucedió con la UFCO y con empresas de otro tipo en sectores como la agricultura, la ganadería o la minería. Porque, al fin y al cabo, eso lo que creó fue una dependencia mental, la de creer que el único que tiene la capacidad de explotar los recursos naturales es el de fuera. Cien años después esa mentalidad persiste, y no tiene que ver solo con la empresa americana, hoy en día puede ser la empresa china o la empresa española”.

Bananero, un apellido

Existen múltiples maneras de comprender la importancia del banano en la historia reciente de América Latina, y una de ellas –lúdica esta– es rastrear todo lo que acabó adquiriendo el apellido de 'bananero'. Por supuesto, y para empezar, está la república bananera (“¿De dónde viene la expresión ‘república bananera’?”, escribe Herrscher. Y responde: “Es obra de William Sydney Porter, el gran orfebre del cuento norteamericano, conocido por el seudónimo de O. Henry”. Historiadores y lingüistas, explica más adelante, consideran que fue en su novela ‘Cabbages and kings’ donde se usó por primera vez la expresión). Luego está, cómo no, la novela bananera, cuya expresión más conocida es la trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias (‘Viento fuerte’, ‘El papa Verde’ y ‘Los ojos de los enterrados’), pero cuyo “mejor y más influyente ejemplo”, según Herrscher, es la ‘Mamita Yunai’ del costarricense Carlos Luis Fallas. Para terminar con el turismo bananero, que parece que actualmente está en auge (los trabajadores, niños, trenes, barcos y sindicatos bananeros, entre otros, se dan por sentados).

El héroe bananero

¿Qué caracteriza a una novela bananera? “Muchas novelas bananeras”, explica Herrscher, “tienen la tradicional estructura del viaje del héroe. Ese héroe suele ser el trabajador o el sindicalista bananero que buscan justicia y un sentido de sí mismos, y uno de los enemigos que se encuentran por el camino es la empresa bananera. En su enfrentamiento con ella, el héroe, el típico pobre latinoamericano, se encuenta con su propio destino. De modo que el banano es la excusa. Para mí, la novela bananera se encuentra en la misma categoría que las novelas que en todas partes del mundo representan la lucha del pueblo por su identidad y su liberación”.

Prácticas infames

Durante la explotación del banano latinoamericano por parte de la UFCO y otras empresas estadounidenses tuvieron lugar prácticas infames como el uso de agroquímicos prohibidos en EEUU por sus efectos sobre la salud. Fue el caso del nemagón, que causó estragos entre la población de Costa Rica y Nicaragua. Lo cual, según Herrscher, demuestra en qué consideración tenían esas empresas las vidas de los habitantes de los trópicos. “Para ellos eran seres humanos de segunda o tercera categoría, y en ese sentido no representaba un problema moral emplear agroquímicos letales para la salud. El capitalismo salvaje solo respeta los límites que le impone la ley, de lo contrario no tiene límites. Es interesante que lo que marcó el final del monopolio de la UFCO no tuvo que ver con sus atentados contra los derechos humanos, la democracia o el medio ambiente, sino con su incumplimiento de la ley antimonopolio de EEUU. Lo que protegieron las leyes de EEUU fueron los derechos de otras empresas de EEUU”.

Cruceros tropicales

Los barcos bananeros fueron pioneros de los hoy populares cruceros por el Caribe. Quién iba a decirlo. “Eran barcos rápidos porque tenían que transportar en el menor tiempo posible una fruta perecedera, y por eso eran los preferidos por las clases latifundistas latinoamericanas para viajar a EEUU”, dice Herrscher. Como explicaban los folletos de la época, para combatir el calor caribeño los pasajeros solo tenían que “abrir una pantalla que comunicaba con el sistema de refrigeración que mantenía rescos los bananos de la bodega. El aire helado que ralentizaba la maduración de las frutas hacía también más soportable el clima de los camarotes”.

Quinientas prostitutas

En una conversación con el costarricense Carlos Arguedas, antiguo trabajador bananero y sindicalista –sindicalista de la época en que los sindicatos tenían algo que decir en el mundo del banano–, sale a relucir esta escena tropical, bananera e impagable: “Yo iba de San José al Valle de la Estrella en ese tren”, le cuenta Arguedas al autor. “La vida ahí era otro mundo. El día de pago, cada quince días, llegaba un tren de prostitutas. Eran cuatrocientas, quinientas a expandirse en veintiún fincas. Fincas bananeras donde había unos seis mil o siete mil trabajadores, sin mujeres, como prisioneros en los baches…”. A renglón seguido, Arguedas enlaza recuerdos: “Leí en una novela bananera que tenían un limón que usaban al ir saliendo de la atención de las chicas como medida preventiva…” “¡Ese limón cómo ardía!”

Zonas atrasadas

Las zonas donde un día el banano llevó prosperidad son hoy en día desiertos, zonas pobres, atrasadas y sin vida. La razón, según apunta Herrscher, es que las empresas bananeras operaban de acuerdo a estructuras que creaban trabajadores “absolutamente dependientes”. “Les daban trabajo, les daban casa, les daban todo. Eran formados para trabajar el banano, para vivir del banano, y nada más”. El trabajador bananero vivía en un sistema cerrado fuera del cual no había nada, de modo que cuando la empresa se marchaba, no solo se llevaba su trabajo, sino que se llevaba su vida. “La dependencia mental es la mentalidad bananera. Buena parte de los problemas de América Latina se pueden entender con esta mentalidad bananera”.

David y Goliat

Noticias relacionadas

A pesar de los desmanes perpetrados por las bananeras en América Latina, existe una profusa tendencia literaria dirigida a su mitificación, sobre todo en EEUU. Y no es cuestión de ceguera: es cuestión de punto de vista. “En las novelas bananeras hay una lucha desigual entre Goliat, la gran empresa bananera, y David, los trabajadores, que tratan de combatirla con las pocas armas a su alcance. En cambio, en el relato de los norteamericanos, la empresa era el David, y el monstruo, el Goliat, era la naturaleza, la naturaleza hostil del trópico. El mito de la empresa provenía de su determinación de domar la terrible naturaleza tropical, y en ese relato los trabajadores eran como una necesidad que les creaba ronchas, como los mosquitos que les molestaban en su combate homérico. Me pareció muy interesante y dramático que cada uno se viera como el héroe de su propia guerra, y que fueran dos guerras distintas”.

Chiquita y majadera

¿Han cambiado las cosas? Chiquita Brands, la sucesora de la UFCO y principal distribuidora de banano en EEUU en la actualidad, tuvo que admitir en la década del 2000 que había pagado 1,7 millones a los grupos paramilitares colombianos por la protección de sus trabajadores. También fue denunciada por varias oenegés por violar los derechos de los trabajadores en ese país. En Costa Rica trabajan actualmente con la oenegé Rainforest Alliance, que certifica las buenas prácticas de sus fincas bananeras, pero otras organizaciones denuncian esta alianza como un lavado de cara, y el propio Herrscher, que tuvo la oportunidad de visitar una finca certificada donde comprobó la existencia de irregularidades, es escéptico al respecto. Pobre banano. Pasan los años, cambian los siglos y él permanece en el medio del huracán. El tropical y el otro. Parece nacido para ser polémico.