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¿Qué ganadería es dañina para el planeta?

Hay que reducir el consumo de carne en los países ricos para combatir el cambio climático. Pero, ¿cómo hacer este cambio? Un informe alerta de los riesgos de aplicar al pastoreo la vara de medir de la ganadería industrial. Los expertos recuerdan que abordar este asunto no debe distraer de la causa principal del calentamiento: la quema de combustibles fósiles.

Una mujer keniana lleva al ganado a pastar durante la temporada seca.

Una mujer keniana lleva al ganado a pastar durante la temporada seca. / Óscar Rafone

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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Que en los países ricos hay que consumir menos carne muy pocos lo dudan. Las emisiones asociadas con la ganadería superan con creces lo aceptable, sin hablar de los daños en la salud, como ha puesto de manifiesto, por ejemplo, el informe Eat-Lancet. El problema es cómo conseguir esa reducción. 

“Mucho del debate sobre este tema es muy simplista. Además, las voz de los pastores no se oye y se acaba asimilando con la de los productores industriales”, lamenta Ian Scoones, investigador principal de PASTRES, un proyecto sobre la resiliencia al cambio en el pastoreo, financiado por el European Research Council. En octubre, este proyecto publicó un informe que alerta sobre los riesgos de la simplificación. 

En los países ricos, pastores que vendían carne de calidad en centros urbanos están perdiendo clientes por el cambio en la dieta de los consumidores de élite, a la vez que la ganadería industrial sigue creciendo, advierte el investigador. En los países pobres, hay el riesgo de que se aplique a los pastores restricciones que deberían dirigirse a los productores del norte del mundo.  

La ganadería no produce la mayoría del metano

La mayoría de las emisiones de la ganadería provienen del metano producido por la digestión y eructado por los animales. Este es un gas de efecto invernadero mucho más poderoso que el CO2, pero se descompone más rápido que aquel (en décadas, en lugar de siglos). La ganadería es responsable de una minoría de las emisiones de metano: alrededor de un 44%, según datos del Instituto de Investigación sobre Impactos Climáticos de Potsdam. El 35% viene de fugas de metano en procesos de extracción de petróleo y gas, y el 20% de procesos de descomposición de desechos. Además, “la causa principal del cambio climático sigue siendo la manera en la cual quemamos los combustibles fósiles”, recuerda Louis Verchot, investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical de Colombia. “Algunos políticos y actores interesados están intentando desviar la conversación hacia el metano para quitar el foco de los combustibles fósiles”, apunta. 

El pastoreo es distinto a la ganadería industrial

Los análisis de las emisiones de la ganadería (estudios de ciclo de vida) se llevan a cabo, en su enorme mayoría, en instalaciones industriales en países ricos. Tan sólo el 0,04% de esos análisis emplean datos de África, según el informe de PASTRES. “Se extrapolan resultados de ganadería intensiva a los de la extensiva”, afirma Scoones. Ralph Rosenbaum, experto en estudios de ciclo de vida del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentària (IRTA), reconoce las limitaciones de esos modelos. “Estoy de acuerdo en que las conclusiones que estamos discutiendo no son necesariamente aplicables al pastoreo”, afirma. 

Los beneficios del pastoreo pueden compensar sus emisiones

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Ante la escasez de datos, casos de estudio en Cerdeña, Tíbet y Senegal sugieren que el pastoreo podría compensar, al menos en parte, sus emisiones. Al moverse, los animales reparten el estiércol en amplias áreas de tierra, que tiene la capacidad de absorberlo y así evitar las emisiones asociadas. Además, pastar de forma moderada en amplias regiones podría incluso aumentar la capacidad de la vegetación de secuestrar carbono. “La ganadería extensiva tampoco necesita la construcción de granjas industriales ni la importación de soja del Brasil”, afirma Scoones. Para producir una unidad de producto final (carne, leche, queso, etc.) los sistemas extensivos generan más emisiones que los intensivos. Eso es así porque los animales comen una gran variedad de vegetales, algunos de los cuales generan mucho metano en la digestión. Sin embargo, todos esos otros beneficios podrían compensarse por ese hecho, según Scoones. Además, un pastoreo muy cuidadoso podría favorecer el consumo de vegetales, que generan menos gas en la digestión.

¿Intensiva, extensiva o ambas?

Scoones apuesta decididamente por la ganadería extensiva. “Si tenemos que cambiar dieta, mejor comer menos cantidad y más calidad”, afirma. Pero sobre este punto hay discrepancia. “Con la ganadería extensiva puedes dar de comer a una comunidad de pastores, pero no a Nairobi o a Lagos”, afirma Verchot. Rosenbaum también apuesta por una solución compuesta. En una instalación industrial se puede dar a los animales pienso producido con una agricultura que maximiza la capacidad de secuestro de carbono, y con aditivos que minimizan las emisiones de la digestión. También se pueden gestionar mejor los purines. “Lo que necesitamos no es una pequeña producción muy buena, accesible a una élite. Queremos que la producción de masa transite hacia un modelo mas sostenible”, concluye Rosenbaum.