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Escalona, el gran vate del vallenato, aterriza en Netflix

Treinta años después de su estreno original en Colombia, la plataforma reestrena ‘Escalona’, la biografía en formato de serie de uno de los más grandes compositores vallenatos de la historia, amigo durante media vida de García Márquez y uno de los que lo acompañaron a Suecia a recibir el Nobel.

Carlos Vives en el papel de Rafael Escalona junto al acordeonero Egidio Cuadrado, en una escena de ’Escalona’.

Carlos Vives en el papel de Rafael Escalona junto al acordeonero Egidio Cuadrado, en una escena de ’Escalona’. / Netflix

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Ha sido citada en abundancia una de las frases que empleó en alguna ocasión Gabriel García Márquez para describir ‘Cien años de soledad’: “Es un vallenato de 350 páginas”, dijo. Más allá de sus aires de 'boutade', la frase era la culminación del homenaje que el Nobel había rendido a lo largo de su obra a la música por excelencia del Caribe colombiano, con continuas referencias que un lector imaginativo podía llegar a interpretar como la sugerencia de una banda sonora. Acordeoneros, guacharaqueros y cajistas de Colombia –es decir, intérpretes del acordeón, la guacharaca y la caja, la sagrada trinidad del vallenato– se regocijaron ante esa descripción en clave musical de la más grande obra de la literatura en castellano del siglo XX. Por las razones obvias, uno, pero también, porque suponía una inmejorable publicidad para lo que no dejaba de ser una música de provincias de un país suramericano con escasa proyección internacional.

Las referencias de Gabo incluyeron una fugaz alusión al maestro Rafael Escalona en su libro más universal. “El sobrino del obispo”, le llamó, pues en la vida real Escalona era sobrino de un célebre obispo de Santa Marta. No hay que extrañarse. Escalona fue uno de los vallenateros que acompañaron al escritor a Estocolmo cuando viajó allí a recibir el premio Nobel, con la misión declarada de transportar un poco de trópico a la capital sueca (los cronistas de la época destacaron el liqui liqui que lució García Márquez ese día al recibir el galardón de manos del rey de Suecia, pero lo cierto es que la prenda formaba parte de un todo, una más amplia estrategia de, digamos, mudanza tropical). La amistad venía de lejos: dos décadas atrás, en 1963, al volver a Colombia tras siete años de ausencia, García Márquez le había pedido a Escalona una actualización vallenata en forma de parranda. Lo recordó así en un artículo que publicó unos años más tarde en ‘El Espectador’. Se titulaba ‘Valledupar, la parranda del siglo’.

“Un día de 1963, durante el festival de cine de Cartagena, le pedí a Rafael Escalona que me reuniera a los mejores conjuntos de música vallenata para oír todo lo que se había compuesto en los siete años en que yo había estado fuera de Colombia. Escalona, que ya era compadre mío desde unos 12 años antes, me pidió que fuera el domingo siguiente a Aracataca, adonde él llevaría la flor y nata de los compositores e intérpretes de las hornadas más recientes”. Para entonces, el músico nacido en el pequeño corregimiento de Patillal, cerca de Valledupar, ya era considerado uno de los mejores compositores de la historia del vallenato, pero su fama aún estaba pendiente de recibir el definitivo empujón. Ocurrió mucho más tarde, a principios de los 90, cuando el canal Caracol decidió financiar una telenovela sobre su vida. ‘Escalona’, se llamó. Un joven Carlos Vives asumió el papel protagonista, en lo que vendría a señalar el camino que tomaría a partir de entonces su carrera musical.

Con un ‘retraso’ de tres décadas, Netflix acaba de estrenar la telenovela, hoy llamada serie, y los vallenateros de Colombia están tan de plácemes como cuando García Márquez comparó su gran novela con un vallenato. “Todos los que hemos luchado por la difusión del vallenato estamos muy satisfechos”, dice Alberto ‘Beto’ Murgas, compositor vallenato y director del Museo del Acordeón de Valledupar (por si no ha quedado claro, capital mundial del vallenato). “Yo creo que nos universaliza, creo que continúa el trabajo que hizo en su momento Carlos Vives, por ejemplo, que se resume, en mi opinión, en mostrarle al mundo cómo somos”. Coincide con él Félix Carrillo Hinojosa, periodista y compositor vallenato, que dice que va a permitir “que conozcan a Escalona las nuevas generaciones que no saben nada de él”. “El hecho de que Netflix divulgue la serie pone a Escalona en este tiempo, lo trae al siglo XXI”.

Se dice –equivocadamente, como subraya el propio Gabo en su artículo– que aquella cumbre fue el germen del Festival de la Leyenda Vallenata, que desde 1968 tiene lugar cada año en Valledupar (probablemente una de las fiestas más grandes de Colombia). Lo que sí es cierto es que Escalona formó parte del núcleo fundador, lo cual no hace más que agrandar su leyenda. El maestro de Patillal, la gestora cultural Consuelo Araújo y el entonces gobernador del departamento del Cesar –y a la postre presidente de Colombia– Alfonso López Michelsen hicieron algo más que poner en marcha la cita por antonomasia del género. Según Murgas, “ellos fueron los que establecieron los cuatro aires que iban a identificar el vallenato, a saber, paseo, son, puya y merengue. El festival no solo le dio la trascendencia que merecía, sino que estableció la forma en que se debía tocar”. La cita establece un canon aupando cada año a un Rey Vallenato y cada cinco a un Rey de Reyes. No hay parranda que se le pueda comparar.

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“Para mí”, dice Carrillo, “Escalona, más que un compositor, era en esencia un autor. En mis conferencias lo suelo señalar como el Cervantes del vallenato”. El maestro cuya vida llevó a la pantalla pequeña Sergio Cabrera (‘La estrategia del caracol’) murió en 2009 dejando tras de sí un reguero de canciones imperecederas que aún se placen en hacer suyas intérpretes de todo tipo. ‘La casa en el aire’, por ejemplo, una de sus más famosas. ‘Honda herida’, ‘La Maye, ‘La brasilera’, ‘El almirante Padilla’, ‘La custodia de Badillo’, ‘El testamento’. Todas forman parte de la banda sonora de la serie y seguramente de este artículo. Alberto Murgas, que fue amigo suyo, para explicar la historia de ‘Honda herida’ acabó cantando un trozo por el teléfono.

Una parranda vallenata es en esencia una contienda musical en la que se intercambian versos cantados con el acompañamiento de un acordeón. Según la leyenda, hubo un personaje, Francisco Moscote, más conocido como Francisco el Hombre, que recorría las provincias del Caribe cantando con su acordeón hasta que un día fue retado por el diablo. Moscote, para vencerlo, interpretó el Credo al revés y el diablo salió huyendo. Es el mito fundacional. Toda música tiene el suyo.